El sol estaba cerca del cénit de su recorrido cuando la joven de cabello lila comenzaba a desperezarse. Se volteó lentamente, perezosa y ligeramente adolorida, palpando el lado contrario de la cama para comprobar si Lucía se encontraba con ella. Las sábanas estaban tibias aún. Había una nota sobre la almohada.
«Buenos días, princesa. Espero que hayas podido descansar, baja a desayunar cuando despiertes. Esta noche ha sido mágica, así que debo devolverte el favor.»
Amelia sonrió feliz, terminando de desperezarse mientras observaba a su alrededor. Había un ligero aroma a gel de baño y el espejo del baño estaba ligeramente empañado, encontró una de las puertas de su armario abiertas. Lucía había estado buscando algo que ponerse, pero a pesar de saber que ella guardaba ropa que le estaría bien, no tomó ninguna de sus antiguas camisetas. Eso le pareció adorable, que prefiriera llevar ropa que le iba a estar pequeña antes que algo que le estaría bien.
La británica tomó ropa interior y olfateó la camisa gris que llevó la morena la noche anterior. Estaba impregnada de su olor y su perfume, no necesitaría nada más que eso. Se dio una ducha rápida, recogiendo su cabello en un moño desordenado que exponía su degradado en la nuca y gran parte de su cuello y espalda. Se colocó la camisa totalmente desabrochada sobre su ropa interior compuesta por un tanga y un bralette de Calvin Klein. En cuanto salió de la habitación, la reconfortó el aroma a café recién preparado y a repostería, definitivamente iba a compensar sus acciones de la noche anterior.
La encontró terminando de servir unas tortitas con arándanos, frutos rojos y fresas y unos cupcakes de cacao con frutos secos en dos platos, cubriéndolos con la frescura y exotismo de la leche natural de coco que al estar en el refrigerador adoptaba una textura similar a la nata montada de repostería. Estaba tan concentrada en la labor que no se percató de la presencia de la antigua futbolista, quien aprovechó para acercarse y abrazarla por la espalda.
—Hueles bien y estás calentita... —dijo la neurocirujana, aferrándose algo más fuerte a su cuerpo. Lucía rio suavemente.
—Huelo como tú, boba. Buenos días, bella durmiente —picó, dejando lo que estaba haciendo para acariciar las manos que la abrazaban de forma cariñosa—. ¿Has descansado? Si tienes frío, puedo encender la chimenea.
—Hmmmm, no. Solo necesito quedarme así un poco más —susurró, besando la espalda de la antigua estrella de baloncesto—, y por supuesto que he dormido bien. Me agotaste totalmente y has estado abrazándome toda la noche, ¿cómo podría dormir mal entre tus brazos?
—Veo que alguien se ha levantado cariñosa... —murmuró enternecida, sonriente— ¿Cómo vas a querer el café? Puedes sentarte frente a la chimenea, yo llevaré el desayuno, enciendo el fuego y me quedo contigo.
—Quiero un cappuccino con muuuucha crema y un poco de cacao y canela sobre la nata.
—Caprichosa... —protestó divertida, aún sin voltearse. Fue directamente a la zona donde estaban la cafetera espresso y el espumador para cumplir las exigencias de su acompañante.
—Lucía —La llamó, justo cuando estaba haciendo arte latte—, ¿no me dirás nada?
Ella no entendió, al menos hasta que volteó y la vio sentada con esa ropa. La había abrazado cuando solo llevaba eso y no se había dado cuenta... ¿Cómo? Desde aquel ángulo, la percibía de perfil, teniendo una vista sublime de su rostro inmaculado o sus piernas tonificadas y sensuales. Simplemente enmudeció y volvió a hacer algún dibujo en la taza de café. Tosió, fue un golpe bajo.
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Esclavas del destino (Lumelia)
FanfictionSecuela de Amor Adolescente, diez años después del final de este. Tras una época de inestabilidad y conflictos armados en Oriente Medio, una serie de seísmos y desastres naturales azotan parte de la Tierra. Luz, que ya no es un soldado raso y Amity...