Encuentro

16 2 1
                                    

A orillas de los suburbios se encontraba, como en muchas otras ciudades, un orfanato común y corriente, alto y sencillo como para que fuera el primer edificio que iluminaba el sol. El patio mostraba un pasto maltratado y desigual, prueba de los muchos niños que jugaban a diario ahí, pero en ese día tendría una mejor utilidad. Las mujeres encargadas del lugar habían colocado algunas mesas la noche anterior y ahora las cubrían con manteles y diferentes tipos de comida mientras otras inflaban globos y adornaban el lugar de forma alegre y colorida.

Las doce en punto, la hora había llegado. Poco a poco la gente comenzaba a llegar y todos los niños se mostraban felices por eso, mostrando sus mejores cualidades a los invitados. Bueno, todos excepto uno. Era un pequeño y triste niño sentado en el suelo, lejos de todos los demás, abrazando sus propias piernas en busca de calor y protección. Y tan lejos estaba, que nadie lo veía.
Se fueron las horas y con ellas los niños, el cielo empezaba a ponerse oscuro, igual que la mirada de ese pequeño niño. En eso, una sombra le quito la poca luz que tenia, pero con ella vino una calidez aun mejor junto con una voz protectora y varonil
- Te resfriaras si te quedas aquí sentado, está oscureciendo, entra.- dijo aquel adulto de cabello oscuro y sonrisa encantadora.- Mi nombre es Doumeki Haruka ¿Y el tuyo?
- …- lo pensó un momento mirando como el señor se había quitado su abrigo para cubrirlo con él y respondió lentamente- yo soy Watanuki Kimihiro
- Entonces Kimihiro-kun, creo que he elegido bien
- ¿elegido bien?- pregunto sorprendido mientras caminaba arrastrando sin querer la gran ropa que lo cubría.
- Si - y la alegría que demostraba con su sonrisa inundaba su mirada
Entraron a la sala del lugar y Watanuki se sentó como se lo indico Haruka, mientras él hablaba con una de las encargadas que de un rostro serio paso a uno muy feliz. La encargada principal, Yoko-san, volteo a verlo y le hacía señas de que se acercara, cuando él estuvo a una distancia lo suficientemente cercana ella se agacho para hablarle y le dijo que fuera por sus cosas. Al escuchar eso, y más sorprendido que antes, subió pausadamente las escaleras y siguió caminando mientras escuchaba la conversación de la planta baja a la lejanía.
Llego a la última puerta del largo pasillo y giro la perilla.
Su habitación era pequeña, con solo lo necesario para poder vivir, una cama individual, un roído escritorio y un pequeño mueble para poder guardar su ropa.
-“ve por tus cosas”- eso había dicho la señora Yoko, sin embargo las pocas cosas que tenia le recordaba su vida pasada; estiro la mano hacia el cajón del mueble y vacilo unos instantes antes de abrirlo. Coloco sus pocas pertenencias en una mochila y miro por última vez aquella habitación, no es que la fuese a extrañar, o que en realidad estuviera emocionado con aquella situación. Era solo que iría a donde la vida le llevara, conocería nuevos lugares, haría cosas distintas pero de lo que estaba seguro era que nunca más volvería a querer a las personas.
Regreso lo andado con anterioridad y antes de que bajara la escalera por completo Haruka ya lo había tomado de la mano guiándolo hacia la salida. Antes de partir, Yoko lo abrazo tiernamente y le dijo al oído “que seas muy feliz”, luego, se separo de él para que pudiera subir al auto que ya tenía la puerta abierta, subió apesadumbrado y después de unas palabras por parte de los adultos pudieron partir. El automóvil encendió con un ligero rugido de metales y avanzaron.
El camino a su nueva casa le pareció muy largo, el automóvil era espacioso y olía a detergente de limón, el señor Haruka parecía feliz de llevarlo consigo pero Watanuki seguía teniendo sus dudas al respecto.

Haruka encendió la radio con un movimiento inesperado que hizo sobresaltar al pequeño. La música llego rápida y fuerte a sus oídos.

- ¿Por qué me adoptaste?...- fue la pregunta seca que lanzo al aire Watanuki interrumpiendo la melodía.

Haruka lo miro de reojo, decían que los chicos en orfanatorios crecían mas rápido de lo que lo hacían los niños con familia, así que no le sorprendía la pregunta del pequeño de ojos azules. Sonrió un poco antes de contestar.

-... hay una persona muy especial para mí, que necesita el apoyo y cariño de alguien de su edad...- dijo Haruka con voz esperanzada.

¿¿Cariño??... Watanuki quiso reír ante tal palabra o hacer algún gesto contradictorio por lo dicho, sin embargo se limito a girar la cabeza y mirar por la ventana del auto. Se perdió en su propia mente sin pensar en nada, hasta que fue interrumpido súbitamente.

-Hemos llegado…- anuncio alegre Haruka, mientras apagaba el motor. Watanuki estaba sorprendido, el imaginaba una casa normal de los suburbios, una reja, un jardín… pero, lo que no se esperaba era aquel enorme templo rodeado de hermosos cerezos.
-Entremos- dijo Haruka mientras cargaba la mochila del pequeño. Kimihiro asintió, era como entrar en un sueño rosado y perfumado. El cielo estaría completamente oscuro si no fuera por la hermosa luna llena que la coronaba, su luz era tanta que iluminaba los pétalos de Sakura que caían suavemente, danzando en el aire hasta depositarse con dulzura en el suelo, la escena era casi irreal, y cuando intento regresar a la realidad le fue imposible, porque frente a él estaba una linda niña de su edad.
Caminaron hasta llegar a la entrada, la pequeña aun no los había notado… o parecía no haberlo hecho. Sobre su cabello oscuro tenia algunos pétalos rosados que contrastaban con su kimono blanco con detalles asimétricos de color rojo al igual que el obi. Ella giro la cabeza al oír sus pasos, dejando caer de su cabeza los pétalos en el proceso, su cabello largo ondulo un poco dejando ver su rostro serio y sus ojos ambarinos se posaron en Watanuki.
- Abuelo, ¿Quién es él?- pregunto ella con voz cansada
- Shizuka – contesto el señor Doumeki dirigiéndose a la pequeña- te presento a Kimihiro, desde ahora él será tu hermanito.
- Oh… está bien- dijo ella sin cambiar ni su voz ni su semblante adulto- tengo sueño abuelo, me voy a la cama.
Shizuka entro al templo dejando al señor Doumeki y a Watanuki solos. El mayor fue el primero en hablar.
- Bueeenoo…, parece que se lo ha tomado muy bien, ¿o no?
- ¡¡Eso es tomarlo bien!! ¡¡¡Podría haberle mostrado una roca y se emocionaría más!!!- grito Kimihiro realizando extravagantes ademanes en el transcurso.
- Jajaja, me alegra tu entusiasmo- Kimihiro se sonrojo y bajo la mirada apenado- pero créeme, soy su abuelo desde hace 10 años y se cuando algo no le gusta… ven debes de tener hambre.
Watanuki asintió y siguió a su ahora “abuelo”, no comprendía el por qué de aquella reacción tan repentina, era como si con solo ver a aquella hermosa niña todo la tristeza desapareciera de su ser. El abuelo Haruka parecía estar hablando mientras cocinaba, sin embargo toda la atención de Kimihiro se centraba en la pequeña niña, se mordió ligeramente el labio, sabía muy bien que él había prometido no querer a nadie más pero verla bajo aquellos cerezos y vestida tan hermosa, fue tan repentino el sentimiento pero ahora…
-¡¡¡NO SE QUE HACER!!!- grito con fuerza llevándose las manos a la cabeza y propinándole el susto del día al abuelo Haruka.
- Aaah…- los ojos azules parpadearon confundidos… esa pequeña de su misma edad… sí que lograba descontrolar sus emociones.
La vida de Watanuki está cambiando y seguirá hacia adelante ¿Cómo será su nueva mañana? 

CONTINUARÁ...

NOTA: este fic lo estoy escribiendo en colaboración con mi sempai fujoshi :) espero que les guste sino  conocen el anime se los recomiendo...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 14, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cerezos EngañososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora