Prólogo.

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Grace.

Sentir nos hace seguir vivos.

Ya sea un beso, un simple roce de manos, un abrazo o una mirada.

Porque al mirarle a los ojos comprendí la verdad. Era él. Como también supe que a él le pasó exactamente lo mismo, los ojos no mienten.

Y así, por una simple mirada, tu vida puede cambiar en cuestión de segundos, ya sea para bien o para mal.

En aquel momento no tuve nada claro, ahora tampoco. Pero el tiempo se encargó de enseñarme dos cosas que inevitablemente, eran ciertas.

La primera es que el amor es una de las cosas más complicadas de entender, y más para unos adolescentes como lo éramos nosotros.

Y la segunda es que cada historia tiene un final. Lo que empieza, irremediablemente tiene que acabar.

Nuestra historia fue como un soplo de aire fresco para mí, como la colisión de dos astros, como una llamarada producida por la pólvora. Pero ningún fuego es tan intenso como para no ser extinguido.

El final de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora