"A mi amiga Szoel le gustan los barcos.
Antes de irse, le hice un barco con retazos de medias, justo como mamá me enseñó. Todavía espero a que vuelva para que me siga contando historias de piratas en el mar, tal y como su papá lo hacía con ella.
Szoel y yo contamos los días en las maderas de las carretillas que se llevan a las personas dormidas fuera del campo: con lápices de color negro cada vez que amanecía, y con lápices de color rojo cada vez que un grupo se iba. Tenemos un tercer lápiz de color blanco para marcar el día en que todos vuelvan, pero no lo hemos usado.
Hace tres días se llevaron a mi amiga Szoel, y no ha vuelto.
Le pedí que saludara a mi papá y mamá, ellos se habían ido hace ya tiempo y los extrañaba. Ella me dijo que los traería de vuelta y así todos podríamos escuchar las historias de piratas juntos, pero no volvió.
Hoy iré a ver a Szoel y a mis padres.
El líder de nuestro grupo está preparándonos para irnos. Hay varios niños felices, quieren ver a sus papás y mamás, al igual que yo. Otros tienen miedo, no quieren irse pero los oficiales les pegan con correas para que se formen junto con los demás. Una niña pequeña me tomó de la mano mientras los oficiales terminan de ordenar a los niños. Su estrella amarilla dice Reinstein, Pepi. Sus ojos están muy abiertos, llenos de miedo, así como cuando era más pequeño y veía arañas en la fábrica de papá.
―Tranquila Reinstein Pepi, hoy veremos a nuestros papas. ―Le digo.
Ayer hice otro barco con retazos de medias para Szoel, pero se lo daré a Pepi para que no se sienta triste. Estoy seguro de que Szoel no se molestará conmigo.
Los oficiales nos están llamando, ya tenemos que irnos.
Espero ver a mi amiga Szoel y a mis papás, quiero que conozcan a Reinstein Pepi. Creo que le gustan los barcos tanto como a Szoel."
―Esta fue la última entrada al diario de Zelig Bas, un niño judío que pereció en el campo de concentración de Butchenwald en Alemania, el 11 de Abril de 1945. ―Dice la guía del museo.
Mis ojos se cristalizan, ese era el amigo de mi abuela, Pepi Reinstein. Ella logró huir antes de llegar al campo de fusilamiento pero Zelig y muchos otros niños no lo lograron.
―Ellos no lo sabían, pero miembros de la comunidad Judía planearon un rescate para salvar a los niños del Bloque 66 de Butchenwald. ―Continúa la guía del museo, ella nos muestra una fotografía junto a los restos preservados del diario de Zelig. Esta es una foto de los niños que sobrevivieron luego del rescate, dice ella. Lo que no sabe es que mi Abuela Pepi estuvo allí, llorando al lado de la persona que tomo la fotografía.
Llorando porque no pudo devolver el barco a su amigo Zelig. Barco que ahora conservo yo, sujeto a un lado de mi mochila con una argolla de metal.
Cuando el resto del grupo se aleja detrás de la guía para continuar con el recorrido, yo me quedo frente a la última hoja que escribió Zelig Bas, el amigo de mi abuela.
―Tenías razón Zelig. ―Digo en voz baja para que no me escuchen―. A mi abuela le gustaban los barcos tanto como a Szoel.
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Mi Amiga Szoel
Short StoryUna historia sobre barcos de tela, creyones y una estrella amarilla.