Cαpı́tulo 20

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Las luces se apagaron rápidamente. Vegetta fue el primero en meterse en su litera y mientras miraba, Quackity se desnudó delante de él. Se quedó de pie allí durante un momento con su miembro medio excitado y entonces se metió en su cama. Su voz flotó a través de la oscuridad.

— ¿Vas a follarme, Vegetta?

Vegetta suspiró a pesar de que su excitación estuviera haciendo una tienda de campaña debajo de la manta.

— Escucha, sobre lo de antes. No tienes que comportarte de esa jodida manera. No hables así.

— Por fuera soy una vulgar ramera, por ende, aquí también lo soy. —Dijo Quackity. — Hoy trataba de ponerte celoso con Luzu y seguiré haciéndolo hasta que seas mío.

Vegetta se quedó en silencio. Estaba tan enfadado como alterado. Oyó al menor salir de su litera y dirigirse a un bolso que guardaba en la esquina de la celda. Sacó dos cosas y los sostuvo para que él lo pudiera ver: un condón y un tubo de lubricante. ¿Cómo diablos había conseguido esas cosas en la cárcel? Vegetta no quería ni imaginarlo.

— Ahora, ¿vienes a mi cama o tengo que ir a la tuya?

— Dios... Regresa a tu cama, haremos menos ruido abajo.

Escuchó que el chico se reía suavemente mientras se volvía a meter en su litera y Vegetta saltó hacia abajo, quitándose los boxers y siguiendo a Quackity a su cama. Hizo callar la voz que le preguntaba si había pensado bien dónde se metía y besó a su compañero con toda la desesperación que no había sido saciada esa tarde en el suelo de la celda.

Quackity se aferró a él, envolviendo sus miembros alrededor de Vegetta, derribándole, gimiendo suavemente con el deseo a través del beso. Vegetta estaba poseído. Esto era la cosa más emocionante que le había pasado alguna vez. El cuerpo de Quackity una vez más le intoxicaba al punto de la locura.

La piel que se deslizaba contra la suya le hacía hervir de euforia. Esto era el final. Iba a hacer lo que siempre había temido cuando vino a parar aquí.

Iba a hacerlo y las cosas nunca serían lo mismo otra vez.

Quackity se dio la vuelta para ponerse a cuatro patas. Agarró la mano del mayor y la colocó alrededor de la suya, forzando sus dedos alrededor de su polla por lo que Vegetta podía masturbarlo mientras lo besaba en el cuello. El menor se balanceó contra él, jadeando con el entusiasmo, deliberadamente presionando su culo contra el miembro de Vegetta.

Vegetta usó su otra mano para tocar su culo, masajeando las firmes nalgas.

— Joder... —Gimió Quackity. — Por favor, Vege... —Empujó el lubricante contra la mano del mayor.

Vegetta lo tomó, se enderezó y se dio un golpe en la cabeza con la parte superior de la litera, maldiciendo. Echó lubricante en los dedos y extendió al chico abriéndolo para él. Quackity jadeó mientras Vegetta restregaba el gélido gel sobre su entrada antes de empujar ambos dedos dentro.

Podría haber sido un poco más suave y haber tomado más tiempo, pero no podía esperar. Si no follaba a Quackity pronto, iba a explotar. Su compañero de celda iba a ser afortunado por ser el primero al que se follaba. Siguió con los dedos, metiéndolos y sacándolos, enroscándolos y escuchando mientras a su compañero aguantaba la respiración y agarraba las sábanas de la cama con las manos en puños.

Dejó los dedos dentro mientras abría el envoltorio del preservativo con los dientes y lo hacía rodar con una mano.

— ¿Así? —Preguntó en un susurro cuando restregó un poco de lubricante sobre el condón.

— Sí... —Quackity respiró, moviéndose deliberadamente hacia atrás contra sus dedos. — Apresúrate, Vegetta, p-por favor, te necesito dentro de mí.

ANĐ SØ IS ŁØVE [V&Q]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora