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Ella estaba tan contenta por Viviana que ni siquiera le echó en cara el hecho de que esta la hubiera levantado intempestivamente a eso de las 10 de la mañana.

¡Y no!... Claro que esa hora no podía ni por asomo considerarse como "demasiado temprano" pero, teniendo en cuenta lo tarde que se habían acostado y toda la energía que había gastado el día anterior, ni siquiera la una de la tarde hubiera sido una hora apropiada para despertarla y menos de aquel modo.

Lo único que su cuerpo necesitaba era volver a esconderse debajo de las sabanas y olvidarse de todo y de todos hasta el día siguiente y, en consonancia con esto, en más de una ocasión su amiga tuvo que zarandearla para que le hiciera caso.

Y aunque hubiera querido volver a los brazos de su más que fiel amante llamado Morfeo, sabia lo importante que era para Vivi tener aquella conversación de modo que, haciéndose a un lado para que su adorada pelirroja se acurrucara junto a ella, termino por dar por perdido su día de solo dormir.

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Sentada en el borde de la piscina, con la luz suave del sol poniente (su hora favorita para tomar un baño) y con la piscina prácticamente vacía, Ella no podía evitar sonreír al recordar el brillo en los ojos de su mejor amiga mientras esta le contaba lo gentil y cariñoso que había sido Aaron al guiarla durante su primera experiencia sexual; así como tampoco podía menos que sentirse orgullosa por haber sido en muchos sentidos el artífice de aquella hermosa relación.

Le había tocado ser testigo de todas las trabas y pruebas que habían tenido que pasar tanto en lo individual como a nivel de pareja, aquellos dos chicos a los cuales no podía ver de otra forma sino como a sus hermanos, esos que sus padres nunca pudieron darle, pero que la vida de todos modos se encargó de poner en su camino.

Vivi era tan opuesta y a la vez tan parecida a Aaron que, nadie que pudiera verlo a él, con aquella mirada picara, su sonrisa ladeada y cínica y aquella piel pintada con tatuajes diseminados por doquier, jamás podría imaginar que, en su interior el fuera tan parecido a Viviana, una chica más bien tímida o reservada (según la miraras) y demasiado metida en su propio mundo.

De hecho, hubo un tiempo en que ni siquiera ella misma hubiera apostado porque sus dos mejores amigos pudieran llegar a amarse del modo en que lo hacían y sin embargo...allí estaban juntos contra todo pronóstico y unidos por un lazo cada día más fuerte que el anterior, dispuestos a reinventarse, a renovarse y a ser cada día más cómplices, más incondicionales el uno con el otro.

Aquella conversación que había tenido con Vivi justo en la mañana sin dudas la había hecho pensar muchísimo, no solo respecto a sus dos amigos sino también respecto a sí misma, a la manera en la que había vivido o interpretado hasta ese momento el amor, siempre buscando recibir, pero nunca dispuesta a dar más allá de lo justo y necesario.

Porque sí, en sentido general, Ella sabía que esa era la manera en que aun sin proponérselo, había asumido no solo el amor, sino todo lo que pudiera importarle en la vida, teniendo en cuenta que ni siquiera Annie (su queridísima abuela materna) o Vivi y Aaron estaban exentos de ello porque...si, a sus 21 años, Ella había levantado un escudo a su alrededor y se había encerrado allí adentro a un punto, en que ni siquiera con sus propios padres podía abrirse del todo.

Lo peor es que no tenía ni idea de cuándo o por que había empezado a sentirse de aquel modo. Simplemente se había levantado un día con la necesidad de protegerse de algo que nunca había experimentado en carne propia y que apenas si sabía reconocer y sin embargo, le aterraba tanto, que prefería aislarse a sufrir luego las consecuencias

Por otra parte, Viviana también la había hecho reflexionar bastante respecto a Darío. El chico realmente había calado hondo en su amiga y según esta, incluso Aaron, ¡su queridísimo Aaron que tan celoso era respecto a ella!, le había dado carta blanca para que continuara frecuentando el grupo. Mientras que...ella por su parte no tenía ni idea de que postura tomar o que pensar al respecto.

Al final (por más que le hubiera costado admitir su error), Darío había terminado por caerle bien; la noche anterior de hecho, le había servido no solo para darse cuenta de que el no solo era mucho más maduro de lo que imaginaba, sino que además podía ser capaz tanto de escuchar como de dar una respuesta sagaz.

Aunque en realidad, lo que más le había llamado la atención respecto a su personalidad, había sido el hecho de que no pareciera actuar motivado por el típico ego masculino que tan particularmente le molestaba y, aun cuando entendía que era demasiado pronto para formarse una idea completa respecto a él, la forma en la que Darío había resuelto las cosas con aquel pelirrojo "manos largas" sin hacer alarde de sus habilidades para pelear y sobre todo el hecho de que hasta ese momento, no se hubiera puesto en "modo conquista" con ella, eran hechos de suficiente peso como para hacerse una idea al menos general de la fortaleza de su carácter, cosa que Ella no podía evitar admirar e incluso respetar.

De modo que si Vivi no le hubiera planteado su hipótesis de que Darío realmente estaba interesado en ella, Ella tranquilamente hubiera empezado a pensar en el como un potencial amigo y nada más.

¡Pero no!, justo Vivi, con su manía de mirar las cosas desde el prisma romántico, había sido la causante de que ella no solo empezara a pensar en el de otro modo, sino que además terminara admitiéndole que, aun sin buscarlo, Darío no solo tenía muchas de las cualidades que ella solía buscar en el sexo opuesto, sino que además, realmente había llegado a conectar con él a más niveles de los que podía entender en ese momento.

De modo que ahora mismo no podía estar más confundida e incluso molesta consigo misma por estar pensando en algo que simplemente no quería ahora mismo para su vida.

¡Quería estar sola!. Necesitaba estar sola y volver a conectar con su esencia, pero no dejaba de repetir una y otra vez cada momento en que había tropezado con el, asi como tampoco podía dejar a un lado la enigmática sonrisa que le había lanzado Vivi justo antes de regresar al cuarto que compartía con Aaron.

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Justo en medio de este conflicto fue que se la encontró Darío, quien luego de una tarde de "calidad" con su madre se había ido un rato hacia el área de la piscina en busca de Abel.

Después de lo acontecido la noche anterior, y de constatar que en Ella había mucho, muchísimo más de lo que proyectaba hacia el exterior, su interés hacia la chica se había intensificado de tal modo que, al encontrarla así, demasiado absorta como para darse cuenta de su presencia; sentada en el borde de la piscina, jugando a hacer ondas en el agua con la punta de los pies mientras que, tanto su pelo como su piel resplandecían a la luz del poniente, finalmente comprendió que por más que pudiera alejarse (que tampoco pensaba hacerlo), no probar el tener algo con aquella chica sin dudas terminaría siendo un error que lo perseguiría el resto de su vida.

Y aquella realidad le golpeó tan fuerte y tan hondo que dispuesto a no seguir buscando lógicas respecto a Ella, dejó sus cosas en la primera tumbona que encontró y se lanzó en picada al agua justo al otro extremo en donde Ella estaba.

Y aquella realidad le  golpeó tan fuerte y tan hondo que  dispuesto a no seguir buscando lógicas respecto a Ella, dejó sus cosas en la primera tumbona que encontró y  se lanzó en picada al agua justo al  otro extremo en donde Ella estaba

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