Acto 9: Fuerzas de la naturaleza

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Shay
El grupo de Shay llegó a su destino más al sur del continente después de varios días de viaje, ignorando por completo la situación de Elizabeth y los demás.
El barco pasó debajo de un arco de piedra tallado, un pequeño lago oculto por formaciones rocosas donde los esperaba un muelle secreto capaz de albergar apenas un barco.

—¿Qué este lugar? —preguntó.
—Antes fue un templo donde se veneraban a nuestros dioses en grandes y gloriosas ceremonias —respondió Eyra algo nostálgica —. Ahora solo son unas ruinas entre muchas otras.

A mitad del lago la embarcación cruzó algún tipo de barrera que protegía y ocultaba el lugar de ojos curiosos, logrando sentir una presencia algo familiar.

—Aquí hay una…
—¡Una Valkiria! —exclamó Astrid —. ¡También la siento! —la chica mostró emoción.

Entre más tiempo pasaba con su nueva condición como Einherjer, Shay ganaba más control de sus habilidades. En ese momento ya era capaz de distinguir la presencia de una Valkiria y diferenciarla la una de la otra sin riesgo de equivocarse. 

—Ahí está ella —dijo Vlad —. ¿Por qué no bajas a saludar? —le sugirió a Eyra.

El barco soltó amarras y los marinos fueron libres de bajar después de completar su encargo especial. En el muelle esperaba pacientemente una joven vikinga con los brazos atrás.

—Fin del viaje, ningún pasajero debe permanecer abordo —Eyra saltó y cayó de pie en el muelle.

Shay bajó lentamente observando a la joven, descubriendo que ella era la Valkiria que percibía. Después de toparse con cuatro de ellas, él iba averiguando lo que tenían en común, las hacia tan especiales y amenazantes para los Hell Knight. 

—Ella es Hilda.
—¿Él quién es…? —preguntó la chica viéndolo con recelo.
—Un Einherjer —respondió Eyra —. Él Einherjer que derrotó a Zagan por si mismo.

Hilda era bastante alta para la edad que aparentaba su rostro, haciéndole ver pequeño en comparación, su cabello era verde oscuro y desordenado. Shay ofreció su mano amistosamente pero fue rechazado bruscamente.

—No me agrada —exclamó haciendo un gesto oscuro —. ¡Definitivamente no me agrada!
—¿Disculpa? —una vena apareció en el rostro de Shay.
—Ya me oíste. No te acepto como Einherjer —ella le mostró su lengua —. No hay lugar para un fenómeno en mi ejército.
—¿Tu ejército?
—¡Ouch! Eso debe doler —exclamó Astrid desde el barco.
—Disculpa a mi sobrina —dijo Eyra —. Algunas veces puede ser muy inflexible.

¿Sobrina? El parentesco explicaba bastante bien cierto d’javu.

—Parece que es de familia —Shay no pudo evitar hacer un gesto arrogante —. Ya cambiará de opinión.
—No hay manera para que acepte a un caído como un Einherjer. ¡Las Valkirias no nos rebajamos a tanto!

Shay sintió unas intensas ganas de aplastar algo pero las reprimió con todo su ser. De momento era mejor llevarse lo mejor posible con ella.

—¡Han vuelto! —gritó una voz más infantil.

Desde una grieta en las rocas al final del muelle apareció una niña de unos nueve o quizá diez años que rápidamente corrió hacia la nave y tacleó a Vlad mientras bajaba sus cosas.

—Cloe, ya es suficiente —dijo el mago malhumorado —. Tengo cosas que hacer, déjame ir.
—La pequeña es Cloe —Eyra suspiró —. Ella también es una Valkiria.

Shay observó fijamente a la niña justo frente a él muy confundido. Dirigió su mirada al resto para encontrar al primero en delatar la mentira con los ojos pero no consiguió nada.

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