Alabada maldición

1K 109 10
                                    

Alabada Maldición



Severus se obligó a no enviar ningún hechizo a la ruidosa campanilla que anunció su entrada en el pub, pero su tilín tilín le pareció en extremo ridículo y absurdo... ¿para qué usar una campanilla que anunciaba la entrada de un visitante si la pared tras la barra lucía un enorme espejo que ayudaba a esa función? Gruñó. No se sentía de muy buen humor aquel día.


Fue a ocupar uno de los lugares más recónditos, satisfecho al ver que no había muchas personas, en realidad apenas eran un par de ebrios en el extremo opuesto, supuso que la mayoría de la gente no acudía a las tabernas las noches de los miércoles y tomó nota de darse más tiempo para poder disfrutar de esa soledad.


Luego del primer whiskey que pasó por su garganta como fuego se sintió más aliviado. No es que fuera un borracho que necesitara del alcohol para mejorar su humor, pero es que ocasionalmente hacía falta un trago para pensar que había otros placeres además del sexo.


Sexo


¿Porqué tenía que volver a pensar en eso?...Sobre todo, si sabía que un pensamiento derivaba en otro... y en otro... hasta llegar siempre a lo mismo ¡siempre!


Un ruido en la puerta llamó su atención y se giró mirando hacia allá. Su ceja izquierda se levantó como hacía mucho no le ocurría, y apareció ese temblorcito neurótico en sus labios que solamente una persona era capaz de provocarle...Harry Potter.


— ¡No es mi culpa, la estúpida campanilla se cayó sola! —vociferó Harry masajeándose un punto en la cabeza. En el suelo quedaban los restos de un adorno totalmente chamuscado.


El tabernero miró desconfiado al ojiverde, la varita que éste tenía en su mano delataba su culpabilidad, y por lo mismo se obligó a recordar la leyenda escrita en su delantal "el cliente siempre tiene la razón"... y suponiendo que a ese cliente en especial le debía la vida junto con la existencia del reino mágico, pues pensó que una campanilla cubría el precio.


— Bien, joven Potter, no se preocupe por eso. Pase a ocupar un lugar por favor.


Harry asintió buscando con la mirada un sitio donde poder tomar una cerveza a gusto. Severus se encogió en su asiento, esperando que las sombras le ayudaran a cubrirse, aunque de cualquier manera no creía que su ex alumno quisiera ir asentarse junto a él.


Luego de ver que Harry se decidió por un sitio en la barra, Severus se irguió más tranquilo y volvió a tomar un trago. Cuando puso el vaso en la mesa casi se cae de la silla ante el sobresalto que tuvo de ver a Harry de pie frente a él, sonriéndole con... ¿con qué?... tal vez fuera buena idea usar legeremancia.


— ¿Qué hace un Profesor a mitad del ciclo escolar escondido en un sucio burdel?—saludó Harry.

— Mmm...  ¿Esperando que un asesino de campanitas aparezca para acabar con la más ruidosa de ellas?

— Hum, se lo tenía bien merecido. —refutó sentándose sin esperar invitación, Severus miró a su alrededor y hasta por debajo de la mesa.

— ¿Busca algo?

— Su vergüenza... debe de haberla perdido por algún lado.

— Se quedó en el mismo lugar que mi castidad. Ahora sé que no la necesitaba para nada... a ninguna de las dos.

— ¡Si viera cuan preocupado me tenía eso!


Harry sonrió sin darle importancia a ese comentario. Severus pensó que su sonrisa era diferente a la que alguna vez le viera en compañía de sus amigos, parecía más madura, despreocupada... no podía decir que ingenua porque no era así, pero tal vez era serenidad lo que demostraba. El ojiverde llamó al tabernero para que llevara toda la botella de whiskey a la mesa.


— ¿Va a beber todo eso? —preguntó Snape cuando el servicio estuvo puesto.

— Mi intención es invitarlo, supongo que si está aquí es que tiene tiempo.

— No he venido a charlar, más bien buscaba tranquilidad.

— Soy tranquilo... cuando no intentan asesinarme.


Un ruido los hizo girar la cabeza hacia la entrada, vieron como una bruja caminaba decidida hacia el tabernero, éste se la llevó hacia una esquina donde empezaron a discutir agriamente.


— Parece que no es una buena noche para las relaciones. —comentó Harry sirviéndose un poco de whiskey y haciendo lo mismo en el vaso de Snape.

— ¿Porqué lo dice?

— Porque tenía una cita y me dejaron plantado.

— ¿A Harry Potter? —preguntó mordaz, aunque sin poder evitar una real sorpresa...él nunca lo hubiera dejado esperando.

— ¡A Harry Potter! —exclamó sonriendo divertido.


Harry bebió su whiskey de un solo trago, otro ruido lo hizo voltear y mirar como la pareja del tabernero rompía una copa con furia. Severus aprovechó su distracción para hechizar la botella y nulificar el alcohol, no le gustaba nada ver a Harry a punto de embriagarse, aunque le tranquilizaba no verlo demasiado afectado por el plantón.


— ¿Y qué me cuenta, Snape?... hace mucho que no le veía.


"Demasiado" pensó Severus, pero no dijo nada, tomó su bebida ignorando la mirada insistente de Harry.


— ¡Maldito mujeriego, te vieron con ella, no puedes mentirme! —gritó la bruja y el tabernero enrojeció cuando sus pocos comensales voltearon hacia ellos con curiosidad.


Harry y Severus desviaron la mirada cuando fueron descubiertos observando, y al hacerlo, sus ojos se toparon, Harry sonrió, pero Snape bajó de inmediato la mirada hacia la mesa.


— ¿Y Remus? —preguntó el ojiverde.

— Bien... supongo.

— ¿Supone?... viven juntos desde hace cinco meses.

— Ya no más.


Aunque tenía pensado ya no beber, Snape tomó otro trago, más con la intención de desviar la conversación que por necesitar la bebida. Pero Harry estaba intrigado, todo mundo apostaba a que esa relación era perfecta, Remus no ocultaba su gran amor por el Profesor a toda hora, así que algo grande debía haber ocurrido para que terminaran.


— Bueno, no se preocupe... A veces las parejas discuten, mire al tabernero, pero le aseguro que al final ellos terminaran solucionándolo con un beso, igual pasará con Remus.

— No es así... se acabó. Creo que no soy lo que Remus necesitaba.

— ¡No me diga que le puso el cuerno! —exclamó irritado.

— ¡¿Qué?!... ¡No, yo no!

— ¿Él? —preguntó intrigado.


Severus enrojeció, no quería hablar tanto, es más, no quería hablar nada de eso con nadie, mucho menos con ese entrometido, que esa noche lucía genial con su pantalón ajustado, una camiseta bermellón, la corbata mal abrochada en un toque de informalidad y esa colonia a maderas que irradiaba sensualidad. No es que Snape se fijara siempre en tantos detalles, pero era imposible no hacerlo cuando cada rasgo de Harry parecía decirle "mírame" ... hubiera culpado al alcohol sino fuera porque recordó que él mismo había hechizado la botella.


— No lo culpo, realmente lo nuestro no tenía futuro. —respondió sin poder evitarlo, quizá como una forma de desviar su propia atención a otros temas.

— Me extraña de Rem... ¿y no hay posibilidades de reconciliación?

— Ninguna. Ambos sabemos lo que sentimos, y Remus prefirió a alguien más... Y parece que le hace feliz, así que me alegro por él.

— ¿Puedo saber de quién hablamos?

— Lucius Malfoy. —respondió sonriendo, incluso le divertía saber que su mejor amigo se había quedado con su pareja. Hasta ese momento comprendió que el tiempo siempre pone las cosas en su lugar, pues si de algo se arrepentía era de haberle dado una oportunidad al licántropo cuando su corazón estaba ocupado por alguien más, y aparte, porque sabía que su mejor amigo sufriría por eso, lamentablemente en esa época Narcisa aún vivía y no podía haber nada entre ellos, así que creyó que era una buena idea... pero fue pésima.


Harry no continuó preguntando, era mejor respetar la privacidad del hombre. En ese momento dudó de haber hecho bien en acercársele, quizá podía necesitar estar solo. Estuvo a punto de despedirse cuando la voz de Snape le hizo olvidar su intención.


— ¿Puedo preguntar con quién era su cita?

— Todo un "equis" en la vida, no creo que lo recuerde, se llama Graham Montaghue.

— ¿Un Slytherin?... No sabía que salía con Slytherin. —mentira, sabía de casi todas las conquistas de Harry, Dumbledore se encargaba siempre de informarle aún sin necesitar de preguntar nada.

— ¡Oh, claro que sí, son mis favoritos! —exclamó sonriendo—. Saben divertirse y por lo general son inteligentes, aunque Graham demostró ser la excepción que confirma la regla.

— ¿Así que siente predilección por los Slytherin? —comentó bebiendo de su vaso para evitar mirarle de frente—. ¿Ha salido entonces con Malfoy?... Él es inteligente y divertido cuando se lo propone.

— Puede ser, pero no, sería el último Slytherin con el que saldría.

— ¿Porqué?

— No me gusta que sean más bonitos que yo. —respondió bromeando y Severus no supo cómo fue que no pudo contenerse y reír.


Harry también rió, pero no dejó de perder detalle a aquel sonido ronco procedente de la garganta de su ex profesor, quiso hacer memoria y recordar si alguna vez lo había escuchado reír antes, pero no, al final dedujo que esa tenía que ser la primera vez porque nunca lo hubiera olvidado.


Abrió la boca para comentarlo, pero nuevamente la bruja ofendida llamó su atención. Ahora realmente estaba histérica y apuntaba al tabernero con su varita. Éste intentaba no lucir asustado aunque estaba fracasando estrepitosamente. Harry y Severus se pusieron de pie, sin saber si debían intervenir... después de todo, era una pelea de enamorados, aunque las cosas ya se estaban poniendo peligrosas.


— ¡Hasta aquí llegaron tus aventuras, malagradecido! —gritó la exasperada mujer—. ¡Si no te mato es porque la humedad de Azkaban me da alergia, pero vasa aprender la lección!

— ¡¿Quieres calmarte, mujer?!... ¡Sólo armas espectáculos!

— ¿No me crees capaz de maldecirte, verdad? —preguntó con un brillo malicioso en sus ojos de embravecido mar, y apuntando al perplejo hombre, hizo un suave giro con su varita mientras recitaba...

"Varón eres, pero para ti nomás mujeres. Si no quieres tu miembro perder con un hombre tienes que amanecer"


Un rayo amarillo fosforescente brotó de la varita de la bruja. El tabernero rápidamente se agachó y el rayo pegó en el espejo colocado tras la barra, de ahí rebotó hacia un rincón del pub... sí, justo donde un par de poderosos magos miraron todo con perplejidad. ¿Cómo fue que no alcanzaron a reaccionar?... ni ellos mismos lo supieron, pero de pronto estaban rodeados por una luz amarillenta que le impedía moverse.


— ¡Mira lo que hiciste, Glenda!... —gritó el tabernero, más asustado que si el rayo hubiese dado en el blanco dirigido—... ¡¿Es que no sabes quienes son ellos?!

— ¿Quiénes? —preguntó titubeante, aunque creía saber la respuesta, necesitaba oírla para considerarse muerta.

— ¡Es Harry Potter y Severus Snape!... ¡El Salvador del mundo mágico y un exmortífago!¡Buena la has hecho!

— ¡Pero fue un accidente!

— No creo que lo entiendan... Tenemos que irnos antes de que logren salir de ahí.

— ¿Vas a ayudarme? —preguntó confundida.

— ¡Claro idiota, eres mi esposa!

— ¡Bebeeeé! —exclamó enternecida por el apoyo.

— ¡Mi pastelito!... vámonos ahora mismo o tendremos que continuar nuestro matrimonio en Azkaban.


El coraje que ambos habían tenido hasta ese segundo desapareció para dar lugar a una escena por demás melosa y enseguida salir besuqueándose de la taberna. Harry y Severus, aunque no podían moverse, miraron todo con asombro. Al cabo de unos minutos, el ojinegro pudo por fin romper la luminiscencia y liberarse. Ya no había nadie más en el lugar, los otros dos parroquianos huyeron antes de que todo eso sucediera.


— No puedo creerlo... esta trastada es total y puñeteramente peor que si hubiera sido ideada por Albus. —se quejó Severus.

— Bueno, no es para tanto. —respondió Harry saliendo también de los primeros efectos del hechizo—. Si entendí bien, y creo que sí, tan sólo debemos tener una buena noche y ya... el problema hubiera sido si no fuésemos gay. —y rió sin tomar en cuenta los ojos agudos de Snape.

— Por si no recuerda, Potter, acabo de confesarle que me he quedado sin pareja.

— ¿Y?... ¿acaso me ve llorando a mí? —cuestionó encogiéndose de hombros—.Recuerde que mi cita me plantó y eso de andar consiguiendo a alguien más va a ser un problema siendo que es miércoles y todo mundo debe de estar ocupado...además de que se vería muy mal para mi reputación ir a pedir citas de último momento, enseguida se darían cuenta que un descerebrado no me consideró suficientemente bueno para pasar la noche.

— Bien... muy preocupante su situación, sin lugar a dudas. —se mofó sin poder evitarlo—. Perdóneme por no poner mi concentración sólo en usted.

— El hecho es que estamos en un mismo problema... ¿qué vamos a hacer ahora? ¿con quién pasaremos la noche si es que queremos seguir siendo hombrecitos completos?


Los ojos de ambos, que habían estado vagando a su alrededor como si esperaran encontrar la solución escrita en una pared, con las palabras de Harry se buscaron de inmediato, con una misma respuesta al cuestionamiento.


Dos segundos y medio después, Harry y Severus entraban al departamento del primero. Se besaban sin reprimir la ansiedad, y las prendas fueron cayendo una a una mientras se encaminaban a la cama. Harry cayó de espaldas con Snape sobre de él cuando intentaban quitarse los pantalones, pero eso no los detuvo, usaron sus piernas para terminar de despojarse de ellos. Ninguno contuvo un jadeo placentero cuando sus cuerpos ardientes se unieron piel con piel.


Harry se arrastró para quedar más cómodo y Snape fue tras él sin dejar de besarle. Más de pronto, el joven ojiverde dio un suave giro invirtiendo las posiciones. Severus no protestó y siguió besándole, más cuando el chico restregó ambas erecciones la una contra la otra, entonces volvió a darle vuelta a la situación.


En esa ocasión Harry no se quedó mucho tiempo de espaldas contra el colchón y rodó sin soltar a Severus para que éste quedara por debajo. Snape tuvo entonces un presentimiento y con algo más de fuerza de la que pensó, hizo que Harry diera vuelta y golpeara su cabeza contra la almohada.


— ¡Ouch! —se quejó Harry pese a que no había sido nada doloroso, pero sí muy incómodo—. ¿Porqué me golpea?

— Deje de dar vueltas que terminaré mareado, Potter.

— Es lo mismo que estaba a punto de decirle... ¿qué planea girando tanto?


Los ojos de ambos se miraron comprendiendo el problema. Harry se deslizó recargándose en la cabecera mientras que Snape se sentaba en medio de la cama observándole con profunda seriedad.


— No lo haremos de esa forma. —aseguró tajante.

— Pues tampoco de la otra. —respondió Harry sonriendo con gran seguridad.

— ¿Y porqué no?... sería lo más lógico, además de cómodo.

— ¿Lógico y cómodo para quien?... No, Snape, yo jamás he estado abajo y no pienso estarlo.

— Pues yo tampoco y me parece que tenemos un problema por resolver.

— Pues a menos que quiera tener que sentarse cada vez que vaya al baño, entonces tiene que ceder y dejarme actuar a mí. —propuso sonriéndole.

— Recuerdo que estamos en el mismo lío, y usted usará la misma técnica al amanecer si es que no se decide a ser sensato por primera vez en su vida, y no entiendo porqué no deja de sonreír... "¿Esque no se dará cuenta que me altera demasiado con eso?"

— Soy sensato y mi sensatez me dice "no abajo, ¡jamás!" ...  y sonrío porque me propuse no ser jamás un amargado.

— Su sensatez seguramente se perdió mucho antes que su vergüenza y castidad, Potter, así que no presuma... Ya deje de ser tan necio y recuéstese que vamos atener que continuar, no tenemos mucho tiempo para discutir.

— ¡Ya le dije que de esa forma que usted pretende, no!... ¡"Ene" ... "O" ... NO!


Harry se cruzó obstinadamente de brazos. Severus bufó antes de cubrirse la cara restregándosela con las palmas de sus manos. El ojiverde le miró, y por primera vez desdibujó su sonrisa, no podía negar que se veía muy bien ahí sentado a mitad de la cama, tan sólo con una manta blanca cubriéndole las partes más íntimas aunque aquellas que podía ver eran muy excitantes, sobre todo se concentró en su vientre plano y la cara interna de sus muslos que lucían muy fuertes... Le pareció que era una imagen digna de plasmarla en un lienzo, seguramente tendría mucha popularidad.


Aprovechando que no era visto, le recorrió cada rincón del cuerpo, sus hombros acariciados por el cabello lacio y contrastante su oscuridad con la blanca piel, su pecho adornado por dos aureolas morenas que invitaban a ser besadas...¡Tenía que hacer algo para convencerlo de cambiar de opinión!


— ¿Y bien?... ¿Ya lo pensó mejor? Debe reconocer que no le cuesta nada, tan sólo debe relajarse, abrir un poquito las piernas y dejarme a mí hacer todo lo demás.

— Con esa perspectiva mucho menos ganas me dan, Potter. —gruñó despectivo.

— ¿Entonces qué vamos a hacer?... porque yo no me dejo joder por nadie.


Severus le miró detenidamente a los ojos por unos segundos, sopesando cada una de aquellas palabras, finalmente sonrió y gateando se acercó hacia el ojiverde.


— Yo no soy "nadie" ... y tampoco pretendo sólo "joderlo" —le susurró sensualmente al oído, satisfecho de sentirlo estremecerse.

— ¿Cuál es la diferencia? —preguntó cerrando los ojos para disfrutar de aquello.

— Si se deja, lo sabrá.

— Pues me quedaré en la ignorancia. —refutó separándole suavemente.

— Bien, creo que no podemos seguir toda la noche discutiendo, alguien debe ocupar el lugar de abajo pues aún no conozco una posición donde no sea necesaria... y los minutos corren, Potter.

— ¡Entonces acepte mi propuesta, Snape! ¿Qué le cuesta?

— Mucho, pero le propongo hacer algo, y quien pierda se queda abajo.

— ¿De qué habla?

— Explíqueme sus razones, dígame todo lo que se le ocurra para convencerme y al final le diré si lo consiguió. Luego será mi turno.

— Nada de lo que diga me convencerá. —afirmó ya sintiéndose triunfante.

— Bien, si está tan seguro empiece de una vez... ¡Convénzame, Potter!


Harry asintió, y acercándose un poco más a Snape, se acomodó sentándose frente a él. Severus adoptó una posición serena, de un oyente total.


— Bien... —comenzó Harry—... lo principal ya lo dije, siempre he estado arriba, me gusta tener el control. En toda relación que he tenido no permito que sea de otra manera, y de verdad que lo han intentado, pero no ha habido ni habrá quien me convenza de intercambiar ni una sola vez.

— Será que ninguno supo convencerlo.

— Lo han intentado de todas maneras, incluso hubo quien hasta se atrevió a proponerme matrimonio... ¡un imbécil! —exclamó desviando la mirada para fruncir el ceño, como si ese recuerdo no fuera nada grato, pero luego volvió a ver hacia su exprofesor y sonrió suavemente—. Pero no sólo ha habido imbéciles, también gente a la que quiero mucho y aún así no cambié de opinión.

— ¿Algún enamorado?

— Mi mejor amigo y a quien adoro con toda mi alma, pero finalmente tuvo que tragarse su orgullo y dejar que fuera yo quien dominara.


Severus se forzó a no retirar la mirada ante aquella información, algo que definitivamente no quería saber, seguramente por eso Albus había "olvidado" comentarlo...ahora comenzaba a odiar a los pelirrojos. Harry no se dio cuenta de ello y continuó hablando.


— Así que, si él no pudo, no creo haya alguien en el mundo que me haga desear ponerme a disposición de otra persona. Y usted, Snape, debería entender que por ser mayor y por esa madurez que siempre anda pregonando a los cuatro vientos, entonces no querría ponerme en una disyuntiva tan denigrante para mí.

— ¿Denigrante?

— ¿Acaso no piensa igual?... porque de ser así, entonces a usted no le costará nada adoptar esa posición.

— ¿Ya terminó entonces?

— Creo que sí... y supongo que ahora podrá aceptar ser un poco más condescendiente conmigo por primera vez en su vida.

— No, los hábitos son difíciles de romper, ya lo sabe. Pero, además, aún le falta escucharme y veremos si cambia de opinión.


Harry sonrió incrédulo, aunque ya estaba preocupándole aquel problema, si no lograba convencerlo entonces la maldición haría efecto y eso sería aún peor...Otra solución sería irse a buscar a alguien más... ¡pero qué demonios, si en ese momento dudaba excitarse con nadie que no fuera Snape! Luego de sus besos, sus caricias y de ver su cuerpo, no podía sacarse de su cabeza tener algo más de él.


Severus acomodó a Harry recostado sobre las almohadas y él se colocó encima, sintió un poco tenso cada músculo del cuerpo del muchacho pero no hizo caso de eso, tan sólo le miró a los ojos apoyando sus codos a ambos lados de la cabeza del ojiverde mientras acariciaba su cabello rebelde.


— ¿Qué pretende? —preguntó Harry más nervioso de lo que hubiera creído.

— No hable... lo que le diré es muy importante y no sé si pueda terminar si me interrumpe.

— Eso sería un punto a mi favor. —aseguró guiñándole un ojo.

— Deje de hablar o le embrujo. —amenazó con su ronca voz que consiguió que Harry cerrara la boca y se dispusiera a escuchar.


Severus exhaló todo el aire de sus pulmones dejando salir con él todas sus dudas. Ese era al momento que nunca creyó que sucedería, no lo iba a desperdiciar.


— Cuando la guerra terminó y pude liberar mis pensamientos y sentimientos...—continuó mirando fijamente a los ojos verdes—... cuando ya no había la posibilidad de que alguien los descubriera... entonces los descubrí yo mismo, yen ellos habitaba una sola persona, alguien que jamás pondría los ojos en mí, pero que cuando comprendí que eso no importaba, lo que sentía mi corazón me hizo feliz... Amar era bello aunque doloroso... Amar para mí tenía que ser en silencio pero en mi alma podía escuchar gritos de alegría al saber que él estaba a salvo, y que, aunque lejos de mí, tenía la oportunidad de vivir sin peligros.

— ¿Está... enamorado? —preguntó con un hilo de voz, ni siquiera sabía porqué podía escuchar el corazón de Snape latiendo tan fuerte.

— Sí... de ti. —aseguró, y Harry separó los labios pero no pudo decir nada—. Tú eres mi amor secreto, aquel que cada día me hacía levantarme con la esperanza de verte, aunque fuera a la distancia... aunque fuera sin esperanza. Eres el sueño de tres años... Eres tú, Harry Potter. Y si te ríes, no me importaría, porque al fin lo he dicho y yo creí que jamás me armaría de valor.

— Snape...

— Quisiera tomarte, quisiera sentir y tener el recuerdo de que mi amor secreto fue mío... que me permitió tocarlo, que me dio la oportunidad de darle mi vida entera con el placer de la comunión de nuestros cuerpos y nuestras almas...Quiero impregnarte con mi olor, con mi huella... hacerte el amor como nadie te lo ha hecho. Necesito creer que pude hacerte feliz, aunque sea por un corto tiempo.

— Pero...

— ¡Necesito no ser uno más!... Pero no puedo obligarte.


Harry, quien se había mantenido sin siquiera parpadear, mirando a través de las profundidades oscuras la sinceridad de aquellos sentimientos, sentía que el mundo se había trastornado. Severus no desvió sus ojos, pero ante la incertidumbre finalmente pensó que tenía que darse por vencido, Harry no le aceptaría en su vida, no había razón para ello, y quizá lo más justo sería dejarle ir en busca de alguien más para romper el hechizo... a él no le importaba su propio destino, después de todo ya había comprobado con Remus que nadie podría sacarle del corazón lo que sentía.


Iba a levantarse cuando sintió como Harry le aferró fuertemente. El chico sonreía pero sumamente nervioso y agitado.


— Sé gentil... por favor. —pidió temeroso.


Severus creía haber entendido mal aquellas palabras, pero cuando el ojiverde le sujetó de la mandíbula para besarle mientras friccionaba ambas pelvis rodeando con sus piernas la cadera de su ex profesor, supo entonces que le ofrecía la gloria.


— Harry...

— Ganaste, me has convencido, Snape... Puedes hacerlo.

— ¿Tú... quieres?


Por toda respuesta, Severus obtuvo un beso más intenso. Ya no necesitó de más. Sus manos cobraron vida y recorrieron milímetro a milímetro la suavidad de Harry hasta fijarse en su vientre y enredar sus dedos entre los vellos que rodeaban un miembro endurecido. Renunciando al placer de los labios del ojiverde, dirigió los suyos hacia el cuello, gozando de escuchar como el chico no reprimía ni uno solo de sus jadeos mostrando una placentera respiración semicontenida.


Con su lengua fue dejando prueba de su presencia y su cálida saliva aumentaba más la ansiedad de Harry, quien hundía sus dedos en el largo cabello de su exprofesor, empujándole suavemente para que siguiera descendiendo, pero el hombre no quiso pasar por alto aquellos dos erectos pezoncitos que clamaban por atención. Harry dejó de empujarle cuando sintió la tersura de una lengua dibujar los contornos de sus aureolas para luego succionar con firmeza esos pedacitos de piel.


Se perdió por completo, era demasiado el placer que sentía que ya no podía ni pensar, así que apenas se dio cuenta cuando Severus había abandonado su tórax para concentrarse en su miembro endurecido, instintivamente volvió a jalar la cabeza de Snape para que lo hundiera todo en su boca.


El profesor obedeció sin recelo, y por varios minutos disfrutaba de un sabor que siempre se imaginó en sus sueños, cuando tenía que obligarse para estimular su deseo y poder cumplir íntimamente con quien no amaba. Siempre había sido Harry su estímulo, su ambición, su deseo más intenso y que ahora se cumplía.


Hubiera sido realmente un desperdicio que la maldición de la bruja se cumpliera... aquello era exquisito, era enloquecedoramente delicioso. Y se preguntó a que sabía...


Harry dejó escapar un grito mientras se cubría los ojos, pero no se movió ni un centímetro cuando Snape le separó más las piernas y lamer toda la extensión de sus genitales deteniéndose particularmente en el firme anillo jamás antes penetrado.


— ¿Estás bien? —preguntó emergiendo para buscar la mirada del chico.

— ¡Sigue... sólo sigue! —pidió sin dejar de cubrirse la cara, Snape sonrió, sabía que no era pena, tan sólo un abrupto golpe de placer que le había sido imposible de disimular.


Volvió a hundirse, saboreando cada caricia. Al cabo de unos minutos regresó a atender el miembro de Harry y aprovechar el momento para empezar a prepararlo. Un gemido acompañó a su primera intromisión, un suave reflejo que apretó su dedo de manera defensiva pero que al segundo siguiente se desvaneció permitiéndole unir un segundo dedo. Con cuidadosos movimientos circulares logró ensancharlo lo suficiente para darse cuenta que había llegado el momento.


Entonces se acuclilló entre las piernas de Harry, éste había vuelto a descubrirse el rostro y se miraron en mutuo entendimiento. Entonces colocó la punta de su pene en la entrada de Harry, fue empujando lentamente, dando tiempo, sin forzar pero con firmeza... hasta que finalmente quedó todo dentro. Se inclinó para quedar más cerca, y luego darle un beso y unas caricias que ayudaron a limpiar el sudor del rostro de Harry.


— ¿Te duele?

— Sólo cuando me acuerdo. —respondió apretando párpados y dientes, aunque no lucía muy contrariado pues en ningún momento intentó separarse.

— Te quiero. —le dijo, algo asombrado de estarlo diciendo, Harry abrió los ojos buscando los negros, como si temiera estarse perdiendo de algo por no poner atención—. Me gustas, y estar unido a ti es mucho mejor de lo que pude soñar, mucho más cálido y mucho más excitante.

— Severus...

— Harry, recordaré toda mi vida la mirada que tienen tus ojos en este momento.


Harry, sobre estimulado por las palabras de Severus, sintió que ya no podía más, el dolor no se iba pero era a cada segundo más tolerable y ahora ya hasta había dejado de importar, lo único que quería era más, más, y más.


— Severus, dale duro y muy fuerte ¡ya!


Severus suspiró ante la falta de delicadeza del más joven, pero ya le conocía, luego del término de la guerra había hecho de todo en busca de vivir lo que no había podido. Aunque de lejos, estuvo pendiente de lo primordial, siempre asegurándose de que no corría más peligros y sabía que sus relaciones no habían sido caracterizadas por el romanticismo, aunque eso no importaba mucho, le gustaba su alegría y se sentía feliz de no verlo apabullado por todo lo que le había tocado vivir a tan temprana edad.


Con el primer empuje logró punzar la próstata de Harry y éste le abrazó en respuesta, mordiendo suavemente su hombro y jadeando por más de esos movimientos. Una y otra vez fue hundiéndose en el juvenil cuerpo que no dejaba de estremecerse. Fueron amplios minutos inundados de placer, hasta que finalmente Harry hundió sus dedos en la espalda de Severus, éste sintió la humedad en su vientre y dejó escapar su nacarado fluido que invadió el interior del ojiverde.


Unos minutos más tarde, cuando ambos ya se habían recuperado del intenso orgasmo. Severus se recargó sobre la cabecera sosteniendo en su pecho el cuerpo fatigado de Harry, éste no podía dejar de sonreír mientas se relajaba disfrutando del amoroso abrazo de su ex profesor quien continuaba acariciándole la espalda y el rostro con sus manos grandes.


— Harry...

— Espero que no te atrevas a decir que todo lo que dijiste fue una estrategia para convencerme. —advirtió restregando su rostro en la piel de Severus, como si de un minino se tratara.

— Claro que no.

— Lo sabía. —rió a sabiendas de que obtendría esa respuesta— ¿Pero sabes? Ni en mis sueños más bizarros quise jamás que mi cuerpo fuese tomado por Severus Snape. —comentó apoyando su mentón en el tórax de su amante para mirarle a los ojos.

— Entiendo... tan sólo espero que no sea algo que te resulte insoportable de recordar. —respondió con suavidad, pensando que no tenía derecho a molestarse por el comentario.

— Espera, no es así. —aseguró al darse cuenta que el brillo luminoso había menguado en los ojos negros—. Dije que no quería ser tomado por Severus Snape... pero sí por alguien como Severus Snape.

— Odio admitirlo pero no te comprendo.

— Siempre estuve convencido de que no habría nadie al que yo quisiera darle mi cuerpo porque creí que jamás encontraría a alguien que me viera como tú lo has hecho. ¿O supones que me convenciste por tus palabras? —preguntó y Severus inclinó la cabeza interrogante— No, Severus, no es la primera declaración de amor, pero sí la primera que puedo sentir sincera sin necesidad de usar legeremancia.El hombre del que yo creí que podía ser especial en mi vida era totalmente imaginario, pero ahora tiene nombre y tiene un rostro... y no pienso dejarlo escapar, se lo advierto, Snape. —concluyó abrazándole cariñoso.

— Harry... —suspiró correspondiendo al abrazo.

— Podemos darnos una oportunidad, yo me siento con muchas esperanzas de que funcione... y podemos empezar por salir esta noche ¿o es que tienes algo mejor que hacer?

— No mejor, pero sí muy importante... tendré que ir a comprarle un muy buen regalo a la mujer del tabernero.

— ¡Pues te acompaño, que quisiera verle la cara cuando nos vea juntos! —y volvió a reír, no con la alegría de las aventuras satisfactorias, sino con la ilusión de que su vida había cambiado.


Snape cerró los ojos mientras se inclinaba para besar la frente de Harry...aquello que sentía en ese momento tenía que ser felicidad.




FIN


Alabada maldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora