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Cada vez que veo tu inocente rostros, a mi mente llega el recuerdo de aquella llamada.
Me encontraba en una de mis clases de diseño, el repentino sonido de mi ruidoso celular la interrumpió. Hubiese ignorado aquella llamada, o simplemente apagado el celular. Lo puse en silencio, pero seguía vibrando con insistencia, así que salí para contestar.
—¿Kim Taehyung?
—Sí, con él
—Le hablamos del hospital infantil. Hace más de ocho días estamos tratando de comunicarnos con su padre y madrastra, pero ha sido imposible
—¿Sucede algo?
—Habla con el médico de su hermanito
—¿Hermanito? Está equivocado, no tengo hermanos
—¿Sabía usted que su madrastra dio a luz hace más de un mes? Han dejado al pequeño abandonado en el hospital. Si en veinticuatro horas no se reporta, el niño será llevado a un orfanato
—No lo sabía ¿Quién le dio mi número?
—Su padre, hace diez días no viene al hospital, al parecer han abandonado al pequeño a su suerte. Si no viene algún familiar a rescatarlo, servicio infantil se encargará. Al parecer su madrastra sabía que no iba a regresar.
Nunca tuve hermanos, tampoco sabía que mi madrastra estaba embarazada. Hace más de un año no hablo con mi padre, mucho menos con su esposa. Me quede ido, pensando que también soy un abandonado. Mi madre me dejó con papá cuando apenas tenía dos años. Sufrí mucho, mi padre es alcohólico, nunca tuve su atención y cariño.
Empecé a ponerme en el lugar de aquel pequeño, no podía dejarlo a su suerte. Volví a la clase, tomé mis libros, fui por él.
Cada vez que lo veo me pregunto ¿Qué hubiese sucedido si no contesto aquella llamada? ¿En dónde estarías? ¿Qué suerte hubieses corrido?
Desde el primer momento que te vi nuestras almas se conectaron. Apretaste mi dedo con tu pequeña y frágil manito, suplicando que no te dejara morir en el abandono.
No había vuelta atrás, no podía dejar de mirarte, ni siquiera pensé que hacer contigo, o que eras una carga. No, jamás has sido una carga para mí, desde el primer momento fuiste mi salvación, mis ganas. Te convertiste en mis deseos de luchar, entendí que habías llegado para regalarme lecciones de vida, pero sobre todo, un amor puro eh incondicional.
Tome las pocas cosas que algunas personas te dieron en caridad, cinco carpetas que me entrego tu médico con las indicaciones y cuidados que debía tener con las múltiples enfermedades que habitan en tu existencia, a tu escaso mes y medio de nacido.
