Todos tienen una obsesión por algo, aunque no lo digamos nos importa siempre algo, ya sea para relajarnos o hacernos sentir bien, recurrimos a lo que nos gusta para escapar un rato del estrés o algo de muestra vida cotidiana. Esto aplicaba igual para el comandante, tenía ciertas obsesiones o gustos y no las decía pero siempre, nunca había una vez que la mostrará a la luz.
El solo reconocía que tenía cosas que adoraba, hasta algunas cosas las tenía como fetiches, eran raros, el mismo lo aceptaba, pero los amaba.
Tenía algo, o lo hacía sentir diferente el cumplir esas cosas, de alguna forma estás cosas lo excitaban de tan bien que lo hacían sentir. La prueba más clara era aquel chico encerrado y este mismo sufría los gustos raros del comandante; como tuvo el primer día al grabarlo, o tenerlo esposado, el cuerpo y dolor de este mismo, pero lo que más amaba era algo muy simple; su pelo. Adoraba el pelo del de lentes y en casi todo momento lo tocaba, para el le era demasiado suave, lacio y sedoso.
[...]
En ese día le haré algo raro que aquel hombre no llegara, sabía que llegaría en la noche y solo se quedó esperando la llegada del ya mencionó. Pero nada, eran alrededor de las 2 de la noche cuando el ya pensado se hizo presente, escuchandose ya los pasos en señal que se acercaba despertando inmediatamente al soldado ya que tenía el sueño muy ligero desde que llegó ahí, bueno, ya lo tenía desarrollado desde que comenzó la guerra pero ese lugar era todavia más.
Acostado solo esperando que aquel hombre llegará para hacer aquella asquerosa rutina de siempre, y así lo hizo. Se escuchó la celda abrirse volviéndose a cerrar, acercándose con el pelinegro, se agachó a su nivel para empezar a susurrar en su oído fingiendo este estar dormido.
Acaricio la mejilla del contrario, poco a poco subiendo su mano hasta su pelo, empezando a jugar con los cabellos negros del chico, este solamente no hacía nada, se dejaba y seguía "durmiendo" solo esperando y rezando por qué ese hombre se fuera. Aunque al parecer no fue escuchado.
El comandante lo tomo de sus mejillas subiendolo un poco para estar frente a este acercándose a su cuello para empezar a besarlo, ver aquel chico en ese estado de profundo "sueño" le era simplemente perfecto, el solamente verlo tan sumiso hacia que algo dentro de el se prendiera, Steve dejo de fingir empezando a dar pequeños quejidos y mostrándose en su rostro el horrible disgusto que sentía por las caricias y acciones de su contrario. Al escucharlo, se subió al chico tomándolo de las muñecas y colocándolas arriba de la cabeza de este sin dejar esos besos que luego se iban haciendo chupetones y mordidas, explorando más su cuerpo bajando poco a poco.
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De regreso a su oficina, acomandose sus lentes y uniforme que se habían desacomodado ligeramente durante la visita de su "huésped". Entró a esta misma cerrando la para evitar alguna visita no deseada que era algo común que le sucediera, en realidad odiaba a cualquier que lo visitará en cualquier hora.
Se sentó en su silla de cuero frente a su escritorio, abrió los cajones de su área de trabajo y saco algo de algodón y alcohol humedeciendo el pequeño objeto con el líquido, se quitó el guante derecho de su mano al igual que se levantaba la manga de este hasta el codo dejando ver una herida que parecía tan profunda pero que si era muy larga. Se daba pequeños toques con el algodón en su herida para desinfectarla maldiciendo en voz baja al chico diciendo su nombre una y otra vez. Terminando de limpiar su herida guardo todo tirando el algodón, para sacar luego de un cajón una pequeña caja de madera que contenía pertenecías de su rehén, entre esas cosas agarro un mechón de cabello negro que le pertenecía al ya mencionado.
Lo acercó a su nariz dando un gran respiro para luego dar un suspiro igual que su anterior acción, que en realidad se podría decir que era más un suspiro de exitacion ante aquel aroma que aún desprendía el mechón. Era un aroma que no podía explicar con simples palabras el enorme agrado que le daba olerlo, era suave... Podría decirse que era un aroma dulce parecido como de perfume. Volvió a olerlo dando de nuevo una queja de exitacion más grande que la atención.
Una extraña sensación se hacia presente más abajo, a la altura de su entrepierna, esa sensación iba de la mano con el aumento de temperatura en su cuerpo. Creía que ya estaba satisfecho pero algo dentro de el le pedía más. De la pequeña caja saco unas fotos de Steve, 4 para ser exactos; una de ellas era este de espaldas en su base, parecía que le tomaron la foto sin que se diera cuenta, otra era de frente donde cargaba unos papeles parecida a la anterior y las otras dos eran fotos que me había tomado ya en su base como prisionera cuando esté dormía agotado. Creció una sonrisa en su rostro, no era de felicidad si no más era escalofriante con mezcla de que planear algo.
Harto de aquella sensación bajo el cierre de su pantalón sacando su miembro erecto ya, empezando a darse pequeños masajes mientras con la otra mano sostenía dos fotos y las otras estaban en el escritorio. No le era suficiente y empezó a hacerlo con mayor fuerza aumentando la rapidez cada vez más al igual que sus quejidos iban aumentó obligandose a soltar las fotos y taparse la boca para no ser escuchado.
- S-ste- Mmh! M-maldita sea~... — mencionaba en nombre del soldado aún a duras penas mientras continuaba en su trabajó. Después de unos largos minutos se dejó llevar, al estar satisfecho y aparectar como que nada pasaba guardo todo en la caja haciendo lo mismo con esta en un cajón de su escritorio donde iba siempre.
Acomodo todo y volvió hasta a ponerse su guante y acomodar su manga con la herida que se trató hace poco no sin antes verlas unos segundos.
– Increíble que después de tanto sigas resistiendote... Hasta llegaste a este punto. — de tener una cara fría soltó una leve carcajada — Con ese castigo espero te sea suficiente para aprender tu lección, carilño~.