Un domingo como otro cualquiera

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Ya olía el olor a hierba recién cortada del vecino al despertarme.
Era domingo, el vecino Florence siempre cortaba el césped los domingos, me gustaba mucho el olor de la hierba recién cortada de los domingos.
- ¡Buenos días, Florence! Exclamé desde mi ventana
- ¡Buenos días, Emily! Te esperan las tostadas.

Me puse las botas y corrí escaleras abajo deslizandome por la barandilla.
- Hola Mery. Que bien huele a tostadas!
Todos los domingos mientras el señor Florence cortaba la hierba, Mery, su mujer, hacia unas deliciosas tostadas de canela. Era una suerte tener a unos vecinos como ellos.

Esto se había vuelto mi rutina desde que tenía siete años, despertarme los domingos e ir a desayunar con los vecinos.
Siempre hemos estado muy unidos desde que nos mudamos mi madre y yo a este barrio.
Los vecinos nos recibieron con tostadas de canela y desde entonces mi vicio de los domingos.

Mi madre es viuda y trabaja a turnos, no siempre puede estar conmigo, la mayor parte del tiempo lo paso sola o en casa de los vecinos, en esa casita llena de flores, la hierba bien cortada con un porche precioso y un columpio para dos.
Siempre los he considerado como si fueran de mi familia.
Sabía que eran mayores y les ayudaba mucho en casa.

- ¡Mery! ¿ te ayudo a recoger los platos ?
- Tranquila Emily, puedo sola.
- Ya los he puesto junto con las bandejas.

Las bandejas de Mery tenían unos diseños únicos.
Mery tenía un estudio de arte en el desván, antiguamente ella daba clases de pintura allí.
Lo que más le gusta pintar son paisajes con acuarela, siempre que se van Florence y Mery de fin de semana pinta unos paisajes preciosos.
Y aún que a veces se van de fin de semana, no se olvidan de mi, Mery me deja un tupper lleno de tostadas de canela.

Florence sin embargo es más enérgico que Mery, siempre te lo encuentras bailando con su tocadiscos dando vueltas con música de su época.
Antiguamente el bailaba mucho, de hecho Mery y Florence se conocieron en una pista de baile.
Florence siempre bailaba en la pista de baile del centro, lo que ahora es una cafetería.
Y ahí estaba Mery mirándole, ella era muy tímida y no sabía nada de baile, ella solo iba para mirar a Florence bailar.
Un día él le cogió la mano para pedirle un baile y desde el momento en que sus manos se tocaron por primera vez los dos sabían que iba a ser especial.
Tan romántico...

Volviendo a los dibujos de Mery, cuando yo era pequeña, me regalo uno muy especial para mi, en el dibujo aparece mi padre conmigo.
Cada vez que pienso en el se me pone la piel de gallina, era tan joven y feliz, yo la verdad es que tengo algún vago recuerdo de él.
El cáncer se lo llevo con tan solo 27 años.
Mi madre nunca volvió a ser la misma, pero tampoco la culpo, perder al amor de tu vida y mejor amigo no es nada fácil.
Yo, siempre le ayudo todo lo que puedo, aunque a veces mi esfuerzo no sea suficiente.
Pero al menos tengo a mis vecinos, ellos me llenan de alegría.

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⏰ Última actualización: Oct 25, 2022 ⏰

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