EL JARDÍN QUE DIBUJAMOS

CAPÍTULO 3: Esbozando margaritas.

Las margaritas son flores que representan la belleza y la inocencia. De hecho, el nombre "Margarita" proviene del griego clásico y significa "perla" o "hermosa perla". Las margaritas blancas con el centro amarillo representan la inocencia, pureza y nuevos comienzos. 

Corea del Sur, Seúl, 10 años antes.

Ser un adolescente homosexual en Corea del Sur allá por el 2012, no era quizá la mejor de las papeletas para hacer amigos en el instituto. Por eso Min-ho no había tenido una infancia fácil, ni tampoco una buena etapa escolar. No es como si él fuera contando aquello a los cuatro vientos, pero había ciertas cosas en su manera de ser y de actuar que siempre habían arrancado burlas por parte de sus compañeros. Ser diferente era condenatorio y la vida, en ese aspecto no le había tratado bien.

Cuando cambió de instituto para cursar el último año antes de intentar entrar en alguna universidad, pensó que quizá tendría suerte. Iba a cambiar de ambiente, y tenía la esperanza de que aquel último año de estudios fuese más llevadero. Nada más lejos de la realidad.

Su rutina en las clases no era tan terrible como lo que ocurría antes y después del instituto. Había un grupo de tres jóvenes que se había obsesionado con él desde que diera comienzo el curso. Le esperaban cerca del instituto por las mañanas y también al salir. Le robaban el dinero y la comida que llevase encima. A veces le pegaban y a veces no, dependiendo de qué humor tuvieran aquel día. Pero siempre, de forma sistemática, se burlaban de él y le insultaban.

Min-ho logró encajar aquella terrible rutina de la mejor manera posible. Por aquel entonces, ya casi a punto de acabar los estudios, soñaba con marcharse lejos de allí. A veces se imaginaba incluso saliendo del país, yéndose a vivir a un lugar nuevo. La perspectiva de aquel futuro ficticio le daba las fuerzas suficientes para aguantar cada golpe y cada insulto. Porque Min-ho, a pesar de que la vida pretendiese lo contrario, siempre había sido un chico lleno de energía, alegría y esperanza. Tenía una buena familia que le amaba y unas hermanas que le hacían feliz, le entendían y le querían. Así que, cada día que salía de casa, se lo tomaba como una prueba más a superar. Se decía a sí mismo que cada día que lograra sobrevivir, estaría más cerca de marcharse de allí. Por eso trataba de sobreponerse a los abusos de sus compañeros intentando abstraerse en esos sueños que le daban el valor de seguir.

El dibujo también se convirtió en una vía de escape. A través de él podía evadirse y dar tregua a su mente, a veces demasiado maltratada para albergar buenos pensamientos. Era en aquellos momentos, instantes que guardaba sólo para él, donde podía ser él mismo y sacar en forma de arte aquello que le aplastaba el corazón. Comenzó a obsesionarse con dibujar flores, tanto que llegó a alcanzar un realismo tan preciso que si alguien hubiera tenido la oportunidad de admirar sus dibujos probablemente se hubiera quedado sin palabras, impregnándose de los sentimientos que transmitía a través de ellos.

Una mañana (después de haber pasado la noche en vela terminando uno de sus preciados dibujos) mientras iba de camino al instituto, tan radiante y feliz con el resultado que había logrado, estuvo lo suficientemente distraído como para que su mente se olvidase por un momento de aquellos con los que se iba a encontrar, como cada mañana, al girar la esquina. Por eso se sintió como un tonto cuando se sobresaltó al verlos, como si no llevaran haciendo lo mismo todo el curso.

—Vaya, mirad si la princesita Min parece contenta hoy. — Dong-yul, el más alto y grande de los tres, siempre era la voz cantante. Mientras Minjae y Sun Nam, que parecían gemelos, aunque venían de familias distintas, siempre estaban en su retaguardia limitándose a reír sus "gracias" y a sujetar a Min-ho cuando Dong-yul lo pedía. — Me parece que vamos a tener que borrarle esa estúpida sonrisa de la cara.