Había una vez, un rico comerciante de nombre Makarov que tenía tres hijos y dos hijas. Sus hijos, Laxus y los mellizos Natsu y Gray, habían sido educados por sabios dragones antes de que nacieran las mujeres y antes de que estos seres desaparecieran. En el pueblo ellos eran admirados por las chicas y se les tenía como buenos hombres. Las hijas de Makarov, Minerva y Levy eran muy guapas. La primera era voluptuosa y sensual; pero solo Levy, pequeña de estatura y de poco busto, era admirada por su belleza tierna que, con inocencia, era sexy.
Ella era más linda e inteligente que su hermana mayor y era la preferida y consentida de los varones del hogar, lo que ponía a su hermana verde de envidia.
Un día, el comerciante perdió toda su fortuna, quedándose solo con una casa en el campo. Muy apenado, se lo comentó a sus hijos. Los varones, y Levy, que tenían un gran sentido de la familia, se apoyaron mutuamente, pero Minerva estaba muy enojada con la noticia.
Fue así que Makarov y su familia se mudaron a la cabaña y empezaron a trabajar la tierra, mientras las mujeres, en especial Levy, se quedaban ayudando en la casa. Levy se levantaba muy temprano y barría los corrales, alimentaba a las obejas, y ordeñaba a las vacas para preparar el desayuno con leche fresca. Una vez terminado todo, se ponía a leer y leer los pocos libros que aun les quedaban. Mientras tanto, Minerva, que era una ociosa, se levantaba tarde y criticaba todo lo que podía las cosas que hacía Levy.
Un día, Makarov recibió una carta de un antiguo socio, que le decía que llegaría un barco con el que podía hacer un buen negocio. Se preparó, entonces, para partir, pero no se fue sin que Minerva le suplicara vestidos, zapatos y perfumes. Los varones, de manera más moderada, le pidieron ropa nueva, pero Levy no dijo nada. Al notarlo, Makarov se dirigió a ella:
-Dime, Levy ¿no quieres que te traiga nada?- ella solo sonrió.
-Papá, no necesito nada, pero si por casualidad encuentras, me gustaría un libro de dragones. Me gusta mucho las historias que me cuentan mis hermanos sobre sus maestros, un libro o una figura de dragón sería lo único que quisiera.Con ese único deseo de su hija menor y los deseos de sus otros hijos, Makarov se fue rumbo al puerto.
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La Bella y La Bestia
FanfictionMuchos te han contado el cuento de Disney, yo te contaré la historia verdadera. Claro está, que tiene unos toques míos.