Capítulo 2

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Maratón 1/3

Yo: Alex, ¿qué pasa?

Alex: Coge una mochila y mete algo de ropa y dinero. No preguntes, tú hazlo.


Hice lo que me pidió. Mientras aporreaban la puerta desde fuera de la habitación Alex cogió a Valeria en brazos y se dirigió a la ventana.


Yo: Alex, no, es muy peligroso.

Alex: Es la única escapatoria, confiad en mí.

Yo: No, espera – me acerqué al armario y saqué la escalera que tenía escondida.


¿Por qué tengo una escalera escondida? Pues para cuando necesito ir a visitar a mi prima y no me dejan. Ahora no lo entendéis pero más adelante si. Él sacó la escalera por la ventana y la bajó a gran velocidad, lo bueno es que no estaba lejos del suelo, le dimos a Valeria, luego bajó Leire y por último yo. Alex cogió en brazos a Valeria y salió corriendo, yo le agarre la mano a Leire, con su guante, y los seguimos. Paso un rato, y pasamos por al lado de un parque dónde había mucha gente y una ambulancia. No quisimos meternos en más problemas y seguimos andando, para que no nos encontraran. Estuvimos todo el día de un lado a otro, era ya de noche, habíamos llegado a una parada de metro, me fijé y había un chico y una chica, más o menos de mi edad y la de Alex, discutiendo. Fui a la máquina dispensadora a coger algo para comer, acompañada de Valeria. Alex y Leire se sentaron a descansar. La verdad es que el chico era guapito. Tenía el pelo corto, castaño claro, casi se veía rubio, los ojos verde oscuros y unas gafas de sol.
La chica tenía el pelo castaño, ondulado, y los ojos marrones claro. Era muy guapa.
Valeria se acercó al chico, pero no me di cuenta. Hasta que el chico se acercó a mí con Valeria agarrada de la mano.


Yo: ¡Valeria! ¿Qué te tengo dicho? Que no te vayas de mi lado y no hables con extraños – le dije agarrándola de la mano y quitando la del chico – Lo siento – le dije al chico.

Culebra: No pasa nada hombre. ¿Qué hacéis aquí solas?

Yo: ¿Quién dice que estamos solas? – dije un poco nerviosa.


No sé porque, pero el chico me había puesto nerviosa, se me aceleró el pulso y me sudaron un poco la palma de las manos. Alex al ver lo que estaba pasando se acercó junto a Leire. Y la chica que estaba con el chico también se acercó.


Sandra: ¿Quieres escucharme? – le dijo al chico.


Y las luces empezaron a encenderse y a apagarse.


Culebra: Tranquila chispas.

Yo: Espera, ¿eso lo estás haciendo tú? – le dije a la chica refiriéndome a lo de las luces.


De pronto estalló una bombilla.


Yo: Ay Dios, ¡que bien! – todos me miran extrañados, como si estuviera loca – ¿No os dais cuenta? – digo dirigiéndome a mis hermanos – Son como nosotros.

Culebra: Espera, ¿tú también explotas bombillas? – dijo soltando una carcajada, la chica le dio un codazo.

Sandra: Soy Sandra, y él es Culebra, ¿cómo os llamáis?

Yo: La pequeña Valeria, ella Leire, él Alex y yo T/n – dije mientras los señalaba según decía el nombre de cada uno – unos hombres vestidos de negro han venido a por nosotros, explicándonos que teníamos poderes o algo así.

Culebra: Seguramente sea el cojo.

Yo: ¿Conocéis a alguien más que sepa de esto?


Culebra se queda mirándome.


Leire: ¿Sí?


Culebra medio asintió. Y empezó a guiarnos hacia un bloque de pisos. Por lo visto no tenía llaves, así que empezó a forzar la cerradura. Cuando abrió la puerta nos encontramos con un hombre con gafas, de pelo castaño oscuro.
Una mujer, de cabello castaño claro, rizado.
Con dos niños, más o menos de la edad de Valeria, la niña, de cabello castaño con trenzas, unos cascos y una muñeca en la mano.
El niño con gafas rojas, el pelo castaño oscuro.
En el pasillo, con cara de asustados mirando hacia nosotros y hacia el ascensor seguidamente.


Culebra: Pero ¿tú qué coño haces aquí? – le preguntó a la mujer.

Jimena: Salir corriendo.


Y con decir eso, salieron corriendo del edificio. Y bueno, no me dio tiempo a reaccionar cuando alguien me agarró de la mano y tiró de mí. Era Culebra, delante de nosotros estaban Sandra y Leire, y Alex con Valeria en brazos, siguiendo a la mujer y al hombre, que agarraban de la mano a los otros niños. No sé cuánto tiempo estuvimos corriendo, pero para mí fue una eternidad. Hasta que Culebra elevó la voz diciendo que no nos perseguía nadie y que podíamos parar. El hombre y los niños se sentaron en un banco, la mujer se quedó de cuclillas en el suelo, y los demás nos mantuvimos un poco al margen. Eso sí, todos hiperventilando de tanto correr. El pequeño que venía con el hombre, cogió su inhalador de asma. Y yo, bueno, me costaba mucho respirar, pero no usaba inhaladores, simplemente me quedaba un rato solo controlando mi respiración. Por ello me apoyé en el hombro de Alex, que me pasó un brazo por los hombros, que él era el que me ayudaba con esto de controlar las respiraciones.


Mario: ¿Quiénes son?

Jimena: Él es Culebra, conocía a Silvestre.


El hombre asintió poco convencido y nos miró a los demás.


Alex: Ella es Sandra, ella es Leire, ella es Valeria, esta es T/n y yo soy Alex.


El hombre volvió a asentir.


Culebra: ¿Alguien me puede explicar qué coño está pasando?


La niña pequeña habló.


Lucía: ¿Dónde está mi papá? – dijo mirando a la mujer.

Jimena: No estaba en casa, no... No sabemos... – dijo, pero no continuó hablando, al ver que la niña la miraba fijamente – Tú sabes lo que yo estoy pensando ¿no? – dijo.


La niña asintió, y la mujer se sentó a su lado abrazándola.


Lucía: Piensas que es mejor contarme una mentira a decirme que mi papá se ha muerto – dijo la niña intentando no llorar.


Ella era como nosotros ¿no?, ella ¿leía la mente?
El hombre se levantó y comenzó a llamar a alguien, cuando la mujer dedujo que estaba llamando a la policía le pidió por favor que no llamara. Nos dijo que fuéramos con ella, nos llevó hasta su casa. Allí nos presentamos, la mujer se llamaba Jimena, la niña pequeña Lucía, la hija del tal Silvestre, el hombre que nos iba a ayudar. El hombre Mario y el niño Carlos, su hijo. Estuvimos un rato hablando de que podíamos hacer.


Sandra: Entonces, ¿el hombre que ha muerto era el que nos iba a ayudar?


Jimena asintió, y empezaron a parpadear las luces.


Alex: Tranquila ¿vale? No va a pasar nada.


Ella asintió y respiró hondo intentando controlar su poder. Mario se quería ir a su casa, pero Carlitos, le dijo que olvidó su mochila en casa de Silvestre. Mario empezó a preocuparse, porque en la mochila venía la dirección y todos los datos de ellos. Descubrimos que Silvestre escondió su libreta con toda la información en la muñeca de Lucía, o sea que algo de ayuda teníamos. Pero nos callamos cuando llamaron a la puerta. Todos nos acercamos a ver quién era.


Yo: Ese es el hombre que vino a casa.

Culebra: El que iba con el cojo.


Leire, Alex y Sandra fueron a por los niños y junto con Jimena y Mario se fueron al garaje a por el coche, yo le toque la mano a Culebra y me escondí, él no entendía nada, pero se volvió invisible y empezó a darle golpes con la puerta a uno de los hombres que consiguieron entrar, otro le iba a dar un golpe a Culebra por la espalda, pero me volví invisible y le pegue en la cabeza con un jarrón, haciendo que callera al suelo y Culebra me mirara sorprendido, pero me empecé a sentir muy cansada y empecé a aparecer y desaparecer, Culebra terminó de dejar inconsciente a los hombres y me ayudó a llegar al coche apoyándome sobre él. Hubo un momento de indecisión cuando Jimena quiso ir a por los hombres, pero al ver las caras de asustados de los niños y la nuestra de preocupación decidió arrancar el coche. La verdad, el coche era bastante grande, delante estaban Mario y Jimena, en medio estábamos Leire, yo en medio y Culebra y atrás estaban Sandra y Alex junto a los niños. Un rato después paramos en una gasolinera a descansar. Leire no se separaba de mí, y obviamente se notaba que estaba asustada, yo era la mayor, así que tenía que cuidar de ella, nos sentamos en el bordillo de la acera y Culebra se sentó a mi lado.


Culebra: ¿Qué te había pasado antes?

Yo: No es nada, me ahogo fácilmente, supongo que al no controlar esto de los poderes me superó...


Culebra asintió. Jimena y Mario estaban hablando de ir a la casa que Silvestre iba a alquilar para ir a vivir con Lucía. Todos nos volvimos a montar en el coche, le di la mano a Leire.




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1487 palabras.

Os quería decir un pequeño detalle y es que T/n sabe quien es cada uno porque está contando lo que ya ha vivido, es decir, es como si lo estuviera recordando.

Si queréis podéis dejarme un comentario de que os a parecido la historia o alguna sugerencia. Si os a gustado podéis dejar una estrella. Gracias por leerme. ❤️

19/10/2022

Los protegidos y tú (Actualizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora