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parte única.

Había sido una completa locura.

No esperaba que fuera una experiencia tan llenadora, pero estar en frente de todas esas personas lo hizo ser repentinamente consciente de lo que estaba viviendo.

A veces no asimilaba el hecho de que él era Rodrigo Carrera, uno de los streamers latinoamericanos con más apoyo del momento, no podía creer que hubieran tantas personas disfrutando el contenido que hacía.

Estar frente a tanta gente que lo amaba era simplemente mágico, hacía sentir a su corazón eufórico y agitado, y al subir a ese escenario casi sentía que flotaba.

En el momento en que puso un pie encima ya no hubo más Rodrigo, ni siquiera sentía los zapatos apretando sus pies o la ropa envolviéndose a su alrededor, prácticamente sus sentidos habían dejado de funcionar, y lo único que existía para él eran todas esas personas que tenía al frente, los gritos, la emoción, el amor que desbordaba de todos los presentes.

En el momento en que pisó ese escenario sintió que el motivo entero de su existencia se reducía a ese momento.

Con la cara sudada y la sonrisa tan prolongada que lastimó sus mejillas, todo en su vida parecía finalmente estar en su lugar.

Había sido uno de los mejores días de su vida, lo único que podría haberlo mejorado habría sido vivirlo con él.

Iván.

De solo pensar en su nombre sentía un escalofrío recorrer su cuerpo.

Había compartido tantas cosas con él, su mejor amigo, una de las personas que más había amado en su vida. Por uno u otro motivo no había podido asistir al evento, pero Carre lo estuvo manteniendo al tanto del viaje, la gente y cómo se sentía todo el tiempo.

Al final del día estaba exhausto pero extasiado de la experiencia. Los fans ya se habían ido y la producción estaba comenzando a limpiar cuando él y sus amigos se retiraron para buscar un taxi que los llevara de vuelta al hotel.

Caminaron fuera del Conmebol, pues el evento había sido casi en el centro de la plaza y debían caminar un gran tramo para salir a alguna calle.

Recorrieron una sección llena de árboles mientras iban hablando de todo lo vivido ese día, bromeando y boludeando en general.

Eran todo carcajadas, sonrisas y calidez, cuando algo más allá de los chicos llamó la atención de Rodrigo, haciendo que este se quedara un poco atrás, observando.

Era un cartel.

Un cartel blanco enorme, colgado en lo alto justo debajo de una lámpara, para que fuera fácil de leer, él supuso. Éste enunciaba, en unas letras negras y legibles "El amor está en ver pelis los domingos con vos en mi pecho y con el perro al lado".

Rió en voz baja, la frase le recordó graciosamente a Iván, y un tono rosado se asentó en su rostro mientras recordaba todas esas tardes lluviosas en su casa.

Recordó particularmente esa ocasión, semanas antes del viaje. El día en que se dio cuenta.

Había estado haciendo frío en la capital, y Carre amaba ese clima por muchas razones, la mayoría de sus recuerdos más felices tenían como escenario días así de nublados y helados. Pero últimamente le gustaban aún más porque siempre podía ir a resguardarse entre las cobijas de su amigo.