Parte 6 (Final)

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Gaia veía a su tío caminar de lado a lado y su joven mente no pudo evitar compararlo con los leones enojados y enjaulados que suelen mostrar en algunas películas. No entendía su comportamiento, ni mucho menos porqué el intentar pasar un botón por un ojal le ponía tan nervioso.

-¡Coño! -insulta frustrado-. ¡Que se joda, voy sin abrocharlo! -se rinde finalmente.

Maia hace acto de presencia en la sala y detiene el inquieto andar de su hermano menor. -Dame eso, anda -le pide y Horacio le extiende su muñeca derecha sin muchas ganas. Maia logra, en diez segundos, lo que Horacio ha estado intentando hace media hora-. Ya está -el tatuador mira con una sonrisa su abrochado botón-. ¿Cómo se dice?

Horacio rueda los ojos y le mira. -Gracias...

-De nada, hermanito -le sonríe y recoge, de paso, algunos de los juguetes que, tanto su hija como su hermano, han dejado tirados por la casa horas antes.

La rubia menor sigue con la mirada a su tío; ahora frente al pequeño espejo del pasillo de la entrada, surcando su azulada cresta con cuatro de sus dedos. Una, dos, cinco veces; intercalando manos junto con algún que otro suspiro o gruñido de frustración.

-Horacio, tienes que calmarte... -dice Maia, parándose detrás de él y acomodando el cuello de su ceñida camisa bordó-. No es la primera vez que vas a una cita.

-Ya, lo sé, pero hace mucho que no voy a una y... coño, que este tío realmente me gusta, ¿sabes?

La abogada sonríe, pasando sus arregladas manos por los hombros de su hermano menor. -Lo sé... y por eso estoy segura de que todo saldrá bien -le responde alisando la prenda que lleva puesta y quitando, de paso, pequeñas pelusillas que se le han pegado en la superficie de ésta-. Confianza, Horacio, que eso te hace lucir más -termina agregando, usando sus dedos para levantar las comisuras de los labios de su hermano en una extraña sonrisa-. Así pero más natural, ¿vale? Bien -finaliza y le regala un sonoro beso en la mejilla; manchándole con un poco de su extravagante labial rojo.

Horacio sonríe; mitad berrinchudo por la mancha que le ha quedado en el rostro, mitad agradecido por los ánimos que Maia le daba. Se frota la mejilla con la mano y limpia, lo mejor que puede, la marca de los labios de su hermana.

Vuelve a mirarse en el espejo una última vez, corroborando que esté lo bastante presentable para aquella salida/cita/cena formal que estaba a punto de tener.
Respira hondo y deja salir el aire lentamente, calmándose y otorgándose aquella célebre confianza de la que Maia le hablaba y que, normalmente, era su actitud del día a día.

El timbre del departamento suena y todos los músculos del moreno cuerpo de Horacio se tensan. Otra vez volvía a ser víctima del nerviosismo y las inseguridades; malvadas sensaciones que se dedicaban no sólo a susurrarle palabras casi tortuosas a su oído, sino también al de Viktor.

El maestro inhala y exhala. Inhala y exhala. Cuenta hasta diez y luego hasta treita, porque una sola decena no le alcanza para bajar su ritmo cardíaco; normalmente calmo.

Tiene a una sonriente Katia tomando su mano izquierda; emocionada de pasar -casi- toda una noche (planeada, revisada y corregida, al menos, cinco veces, dentro de su fría y calculadora cabecita) junto a su mejor amiga.

No sabría qué haría su padre, tampoco se ha atrevido a preguntar al conocer lo receloso que puede llegar a ser con sus planes; así que prefiere ahogar su curiosidad (por hoy) y centrarse en disfrutar el tiempo extraescolar que se le ha regalado para estar con Gaia.

La puerta frente a ellos se abre y es Horacio quien los recibe; modelando, un día más, la brillante sonrisa de revista que volvía a alterar por completo el corazón de Volkov.

𝑩𝒆𝒄𝒂𝒖𝒔𝒆 𝒐𝒇 𝒂 𝒇𝒊𝒈𝒉𝒕 [Volkacio AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora