Lejos de Mi

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La cabeza le martillaba. Ahora le parecía que haber bebido whiskey por dos horas ininterrumpidas había sido una estupidez. Bellatrix se tomó el café de un solo trago y haciendo un repele, se sacudió entera. El café amargo era un verdadero asco. Eso tendría que ser suficiente para aclarar sus ideas o por lo menos para darse el valor suficiente para enfrentar lo que vendría.

Las tres de la madrugada, murmuró con una sonrisa perversa, observando el antiguo reloj que descansaba en la pared detrás de su escritorio. Luca la iba a matar... ¡Qué se joda!, masculló, alzando una ceja.

Sería su fin, y ¿por qué su cara no paraba de sonreír como si estuviera por acudir a al mundo muggle para asesinarlos en masa? Sería el whiskey o el simple hecho de que estaba completamente loca, más de lo normal... ¿de verdad lo haría? Sí, estaba decidido. No había otra salida. Lo había pensado por horas....Nunca había sentido tantos nervios acumulados. Se frotó el rostro tratando de aliviar esa desesperante sensación de ansiedad que no paraba de extenderse como peste. Había perdido el juicio, o mejor dicho, el poco que le quedaba.

Inhaló con fuerza, inflando su pecho e inmediatamente dejó salir todo el aire de golpe. ¡Bien...vamos a hacerlo!, se dijo saliendo del estudio.

Antes de hacer el llamado tendría que solucionar un detalle. Necesitaba completa calma y privacidad. Cero interrupción, ninguna clase de distracción.

Sacó su varita del bolsillo de su tapado negro y se dirigió al pasillo opuesto de su habitación. Tratando de hacer el menor ruido posible se adentro en penumbras. Conocía su mansión como la palma de su mano, era ridículo encender las luces. Llegó a la puerta en cuestión y abriéndola con delicadeza, ingresó apuntando al bulto acurrucado en la cama.

—¡Petrificus Totalus!—pronunció y al instante una luz azulada y resplandeciente dejó inmóvil al cuerpo , debajo de las mantas—. Lo siento, Silvia. Necesito privacidad—se disculpó con un susurró.

Definitivamente, el whiskey le había sentado pésimo. Se estaba disculpando con una esclava petrificada...absurdo.

Media hora chistando a las llamas como una desquiciada, pero había logrado su cometido. Su compañero no estaba feliz. Bueno, nadie podría estarlo si lo sacan de la cama a las tres y media de la madrugada, sin explicación alguna.

La sala estaba helada. Se giró sobre sus talones y avivó la estufa con un movimiento de muñeca. Por lo menos le haría esa visita forzosa un poco más confortable.

—Hay café en la cocina—le ofreció Bella a un Luca adormilado y con gesto osco—. No demoraré demasiado—informó con una mueca de disculpa.

Se había convertido en su único apoyo. Nunca había contado con nadie y se sentía un poco menos abrumada al saber que su compañero estaba ahí, para lo que necesitara.

—Vaya y haga lo que tenga que hacer. Estaré esperándola—animó con un cabeceo.

Desde que lo habían asignado a las misiones y desde que su jefa le había salvado esa fatídica noche cuando lo secuestraron y torturaron hasta la inconsciencia, juró que siempre estaría para ayudarla en lo que necesitara. Y eso incluía estar ahí sentado en el sillón, tallándose los ojos repetidamente para obligarse a despertar, y esperar a que reapareciera en la sala. Sin cuestionar, ni preguntar de más. Así era como siempre se habían relacionado y esa noche no era diferente...Aunque sabía con demasiado convicción que se trataba de la esclava...últimamente todo giraba en relación a la joven muchacha. Con un bostezo la vio desaparecer rumbo a su habitación...sí, se tomaría un café, decidió caminando con pesadez rumbo a la cocina.

Bellatrix con el pestillo en la mano y sin moverse aun, cerró los ojos. No sabía por dónde iba a empezar... ¿Qué le diría? Bueno, daba igual si se lo decía todo. Al final nada habría ocurrido, por lo menos no en su cabeza. Con la mano libre apretó ligeramente el frasco que llevaba en el bolsillo y sonrió con ironía.

Esclava Corazón en cautiverio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora