No se podía decir demasiado de la pequeña ciudad de Nova Brisa, era diminuta en cierto sentido, de tal vez no más de nueve o diez cuadras de envergadura. Aun así, lo que más resaltaba de entre este comprimido de casas y negocios era una enorme estructura empalada directamente en la montaña sobre la ciudad.
Tan blanca como su cumbre nevada, el monasterio de Isus era un enorme complejo que llevó más de medio siglo en construir, incluso dicta su historia que al momento de erigirse no existía ningún ser humano colonizando las tierras sino que fue el Gran Sacerdote Taiei, quien obedeciendo la visión y mandato divino de Isus y de la promesa de la "Pureza del Cuerpo", logró convencer a tanta gente de su misión que llegó a esta recóndita parte del sistema, encontró el planeta de su profecía y señaló con su dedo a medio congelar el sitio donde se levantaría la iglesia.
—Arno Sapeck. Legados Sagrados. Planeta Spheris, c2565
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Caminando por los pasillos enlosados y al eco de sus tacones bajos, Milla se desempolvó la falda tratando de lucir lo más presentable posible, aunque debido a su estricta rutina de cuidado personal esta preocupación estaba completamente de más.
Un portón de tres metros se presentó ante ella, al dejar de abrir los ojos el escáner de retina reconoció su iris y ambas puertas mecánicas se abrieron a ambos lados, dejando que la luz del sol la iluminase por completo y dándole paso hacia el salón de la Gran Sacerdotisa.
Frente a ella tres sombras interrumpían la vista en el enorme ventanal a sus espaldas. Las tres en orden, de mayor a menor. Dos sillas vacías y una ocupada por una enorme y arrugada mujer que sorbia su te con total delicadeza. Dejó de ver los documentos en su mesa y alzo la vista hacia la muchacha de cabellos dorados que mantenía su mirada baja tal y como una sacerdotisa menor lo debería de hacer.
—Milla, hija mía —dijo, con un ademan para que acortara su distancia—. ¿Cómo han estado las actividades en las torres superiores?
—Todo en orden, Gran Sacerdotisa.
Otro sorbo. Esta vez nada delicado.
—Tus compañeras me han comentado cosas muy diferentes a un: "Todo en orden". Dime, que le sucedió a los pergaminos que te encomendé cuidar. Nada malo ¿Verdad?
Aunque trato por todos los medios de decir una relativa verdad que le convenía solo a ella, un leve movimiento en sus piecitos delato lo que trataba de esconder.
—Nada malo, Gran Sacerdotisa. Los pergaminos se encuentran dentro del santuario.
La mayor se giro sobre su silla, observando por la enorme ventana todo el amplio verde de lo que era Nova Brisa. Las montañas blancas, el hermoso límite del valle que se descubría gracias a los ductos de terraformación y la hermosa ciudad se alojaba bajo los pies de su montaña y de su orgulloso santuario color mármol. La puntas de sus techos y algunas terrazas eran visibles desde su posición, y pude ver en ellas a las jóvenes doncellas que realizaban sus quehaceres diarios. Con total pulcritud y responsabilidad.
Luego de un fuerte suspiro miro como algunas hojas de papel se encontraban pegadas y hacían el intento de permanecer en los tejados y antenas del santuario.
—Hija mía...
—Gran Sacerdotisa, no están tan a salvo, pero si están dentro del santuario.
—Pequeña... —frotándose las cienes y dejando su tacita a la mesa, la mujer giró sobre su silla para levantarse para dar unos pasos por el enorme lugar—. Desde siempre fuiste una chica destacada y brillante. Ahora, tus compañeras e instructoras dicen que flaqueas y andas descuidada en todas tus actividades. Sabes que no siempre podre abogar por ti ¿Qué es lo que sucede, mi niña?
Sus manos apretaban con fuerza sus ropas grises asimilando las palabras proferían a su persona. Si, tenia que admitir que su tan habitual perfección estaba siendo mermada por una acción involuntaria que...
—¿Niña? ¿Estas escuchando?
Agito su carita tratando de recomponer sus pensamientos.
—Si Gran Sacerdotisa.
Con una mirada de contrariedad, la mujer mayor no pudo mas que mirarla con desaprobación frotándose las arrugas.
—Estas castigada. Ve a pasear a los rebaños de Becca, dile que te mando yo y que ella regrese.
—P-pero Gran Sac —levantó la mano dando señal de que su orden jamás seria revocada —. Bien... Como ordene.
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Hola, el día de hoy traigo una super historia corta y de autoría netamente mía, desde el universo, hasta cada detalle del mismo.
Así que bueno, hay mas historia delante y se revelará después. Por cierto y para adelantar, si, es una historia yuri re-fuerte.

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Quien vino del cielo
Teen FictionMillaray es una joven sacerdotisa del planeta Spheris y es abatida por un destino que se niega a aceptar. Sin embargo de las estrellas baja un ser maligno que da un revés completo a su vida y a lo que siempre creyó en la iglesia a la que dedicó su e...