Y es que en ese momento me vió diferente, no recuerdo bien su expresión y tampoco su significado, solo recuerdo que me incomodó y me hizo sentir apartado. Justo en ese momento me dije a mi mismo que no le podía contar cualquier cosa, que diferíamos en ciertos temas (en este no), sin embargo ella siguió haciéndolo. Hace bastante tiempo paró, pero este sentimiento amargo sigue estando y no creo que me abandone pronto. Me siento recluido de nuevo. Las grises nubes del alma ya no dan paso a la resplandeciente felicidad. Esta vez se siente diferente, ya no lo va a contar más, eso solo empeora su salud emocional.
Nadie lo entiende. Tampoco él. Ni a nadie. Es frío. Es calor. Es hombre. Es mujer. Es suelo. Es agua. Es sol. Es luna. Él es la lágrima ferviente que núnca pudo dejar escapar. Es la voz de los que anhelan la justicia. Es muerte. Es destrucción. Es vida. Es creación. Es blanco. Es gris. Es negro. Es amarillo. Es azul. Es rojo. Es violeta. No sabe que es. Nadie lo sabe. La única que creyó que lo comprendía le mintió, lo hirió y se fue. Le dolió. Más aún cuando llego la desaprovechada segunda despedida. Esta vez el dolor se quedó más tiempo, dejando un vacío en su corazón y en su mente.
La vida: tan plena. Tan libre. Tan prohibida. Tan cerrada. Tan solitaria. Tan social. Tan atemorizantemente hermosa. Un momento está. Solo un momento, solo un segundo. Y la vida se cansó. Escapó. Lo logró. El la atrapó y se la comió. Pero no sabía que la vida no se come, se vive.