Primer Acto/ La Caja Musical

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Al salir de clases no sabia mi rumbo especifico para seguir con mi vida, me gradué con las notas de 8 y 9 y nunca me sentí perjudicado por ello. No como las castrosas de mis compañeras que se quejaban de un mísero 9 que les dejaba el profesor, no dejaba de escuchar sus querellas monótonas que le hacían a cada profesor que pasaba por nuestro salón y encima de todo nos denominaban el salón menos aplicado de nuestra institución.

Me dirigí a mi casa con el diploma de graduado en la mano, con una mirada de pocos amigos logre llegar a mi casa que estaba a cuatro cuadras de la institución, caminado llegaba más rápido, al estar en la puerta frente a frente pensé que dijera mi madre sobre que me gradué, tenia miedo de que viese mi nota final que era un 9,01. Los escalofríos rodeaban mi espada hasta llegar a la coronilla de mi cabeza, ubiqué la mano en la chapa de la puerta y la abrí por completo.

Se escuchaba la aspiradora a lo lejos, detestaba esa chatarra vieja cunado la prendían cuando era temporada de limpieza y solo me quedaba aguantar el chirrido de las ruedas y el horrorizante sonido que hacia la aspiradora cuando estaba encendida. No podía escuchar música a gusto, a veces pensaba que mi madre lo hacía a propósito para que fuera de mi cuarto y este con una vida "normal", como dijo Artie, el personaje de Creulla de Vill. "Ser normal tiene que ser el insulto mas cruel" pues creo que al querido Artie le falle en esas situaciones, me dicen a cada rato que sea normal, es como si a una mujer le dijeran puta por juntarse por puro hombre y eso es imperdonable y algo cruel

—¿Tercero? ¿Ya llegaste? —Odiaba ese nombre, tan solo para recordar a mi difunto abuelo, que para mí fue un don nadie y que se hacía llamar honorable por servir a la religión cristiana por años, en realidad soy Connie Tercero. Y mi madre tan religiosa como siempre se creía todo lo que mi abuelo paterno le decía.

—Si ya llegué, me fue como siempre hoy, muy aburrido y patético el día, —lo dije sin mirarle la cara a mi madre e intentando entrar a mi habitación para encerrarme y no salir.

—¿A dónde crees que vas? Muéstrame tu diploma, ¿Cuánto sacaste en promedio?

— Y qué voy a recibir ¿Un halago? —Insistente me pidió ese pedazo de papel con una cinta roja en la mano, sin más opción de huida le di el diploma en la mano y muy brisca arranco la cinta y abrió el rollo bastante rápido. ¿Qué crees que soy? Acaso no te das cuenta de lo que hago por ti, dime... ¡contesta!

—No soy tu títere madre, no soy tú y nunca lo seré. Nunca te importo si yo me sintiera cómodo conmigo mismo, solo hago esas cosas para tu cochina conveniencia. —Me suelta una bofetada que me dejo aturdido por breves segundos.

—Eres un malagradecido, mírate, esas notas no aseguran una carrera para nosotros. Te llevo a la iglesia cada domingo, te dejo un cuadro de Cristo en tu habitación y una biblia para que mejores esa actitud tuya y solo las pasas ignorando. *solloza y empieza hacerse la víctima. * Solo te la pasas durmiendo, escuchando músicas del diablo, ¡Del satánico! No haces nada productivo para la iglesia y no tienes amigos para pasarla afuera como un chico normal.

Mi mente solo pensaba en que el la señora que tengo en frente mío estuviera mejor si no estuviese vivo, ya me había predicho de que me iría al infierno, y eso es lo justo para una persona que no socializa con nadie. No le di tantas cartas al asunto y desvié la mirada para encerrarme a mi habitación y quedarme solo por varias horas, antes de que me durmiera escuche a mi madre gritar que no importara lo que haga, siempre lo maligno estará en mi si no voy a sanarme con un cura. Con un tono afónico que me daba dolores de cabeza.

Tenia mi mundo separado del nuestro, nací con la extraña capacidad de viajar a mi propio plano para sentirme libre sin que nadie me juzgara y cuando cumplí 16 años este plano estaba presente en mi vida y conciencia.

Muy extrañamente oigo sonidos melódicos dentro del plano, pero un día sucedió lo que mencione, escuchaba una caja musical a lo lejos. Tenía una melodía muy familiar, que al escucharla se me vino un nombre en particular, Pop...Goes...the Weasel. El sonido vibraba en mi cabeza y una voz altamente ronca e infantil me decía que lo encuentre, que lo busque y para la media noche sabré quien es el originario de la voz. Solo me ordenaba con su melodía intensa y rápida que a la orilla de una casa abandonada encontrare una caja musical desgastada.

Me desperté recordando la voz que me indicaba donde encontrar esa caja musical, era bastante extraño que me dieran ganas de salir a la calle, de todos modos, agarre mi abrigo y me dirigí silenciosamente a la puerta para salir sin que madre se diera cuenta, ella nunca entra a mi habitación por miedo a los posters pegados en la pared y de un solo intento logre mi cometido, fue fácil porque mi madre toma pastillas para dormir.

Londres estaba en una neblina densa, el frio notorio recorría mi cuerpo y cada parte de mí, eso me gustaba la verdad.

Aquella voz me indicaba el camino de donde llegar, cerca de un parque en donde jugaba de pequeño, alle una casa embargada por la policía. Según testigos hubo un hombre que mataba a sus victimas y hacia cosas horribles con ellas, un psicópata que apareció años atrás y aun se recuerda los gritos de aquel hombre.

Suplicaba ayuda porque algo lo estaba torturando hasta morir por extirpación de sus órganos internos. Un chico de mi clase llamado Ronnie, hablaba que aquel asesino de este hombre fue un ente con forma de payaso de blanco y negro. Los adolescentes crearon varias versiones de terror para asustar a los niños en los campamentos de verano. Era una completa mierda que me gustaba, pero no porque asusten a los niños, sino por la forma abrupta en la cual lo cuentan.

Llegue aquella casa que su puerta estaba muy desgastada y hasta los agujeros se notaban, empuje con todas mis fuerzas para abrirla. Uno. Dos. Y tres.

—¡Se abrió!

El lugar si era bien tétrico, el olor a podrido se dispersaba por toda la casa, al dar el primer pie las tablas rechinaban peor que cama de un prostíbulo de mala muerte. La voz se presento en mi cabeza una vez más, me señalaba a una estantería algo sospechosa, me acerque y note que algo había detrás y la empuje a un lado. Se mostraba una pared desgastada con la huella de la repisa, pero con un cuadrado algo grande que sobresalía de la huella. Con las manos desempolvé ese cuadrado y descubrí una puerta secreta. De tantos policías que hubo, no se dieron el tiempo de descubrir esta repisa, son peores que los policías en estados unidos cuando un afroamericano pone una demanda, no le dan tanta importancia.

Abrí aquella puerta y asomaban unas escaleras que daban a un sótano oscuro, no tenía marcha atrás y me adentré aquel espacio oscuro. Bajando de a poco y evitando a que me encontrara una araña tope con una puerta, pero ahora esta estaba en buen estado con una cerradura de oro que no mostraba marcas de oxido. Vi si estaba con seguro y al girar la perilla abrí la puerta, no quise entrar más.

Como mis ojos se acostumbraron a la oscuridad pude ver una piola colgando del techo, di dos pasos adelante y con las manos temblorosas agarre la piola y la jale rogando a que era una lampara y si lo fue... me llene de alivio al ver luz otra vez, todo era un caos al ver la habitación, estaba fría y muy mal cuidada. Había una cama metálica con manchas de sangre y con bichos devorando algo, me acerqué que era y solo vi con asco, era un intestino puesto en forma circular que estaba cerca de la descomposición, los insectos que estaban ahí estaban haciendo un gran favor en quitarlo, por poco y no aguantaba ver eso.

Cuando volite a ver otra cosa interesante choque con una caja pequeña, la levante y tenia decoraciones coloridas en su estructura, del lado derecho tenia una manivela giratoria iguales a las cajas musicales. 


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⏰ Última actualización: Oct 23, 2022 ⏰

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Darek Tiene Un Amigo de Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora