Capítulo 22

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Amar sin follar 

Marian Lemes Oliveira 

Otro cuerpo.

Otro muerto.

Resulta que unos de los desaparecidos había muerto de sobredosis, encontraron su cuerpo el viernes en la plantación de maíz de la Señora Ana. Jorge era su nombre. No lo conocía, pero el anuncio de su muerte me impactó igual.

Las muertes y los funerales hacía a los habitantes de Sunfil preguntarse ¿Quién será el nuevo cura? ¿Quién hará las misas y los funerales? ¿Quién nos bendecirá para protegernos del mal?

Por eso Tina convocó una especie de reunión el domingo en la iglesia.

—¡Vaya! Me sorprende que no sean vibradores. —se burló Keven luego de recibir el chocolate.

—Si quieres puedo darte uno —contestó Lara. La líder de los jóvenes estaba en la entrada entregando chocolates.

—Chicos, les están escuchando. —Apunté con disimulo a los demás detrás de nosotros.

Lara me dio el chocolate, miró a Keven y dijo:

—¿Te envio el vibrador a tu casa o prefieres que te lo dé aquí mismo? Tengo uno aquí, metido en mi vagina.

El pelirrojo le sacó el dedo del medio.

"esos dos son imposibles"

Junto al dulce había una frase: "Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después"

Mi madre, Keven y yo entramos y lo primero que reparé , no fue el altar decorado con flores rosadas o en Tina que parecía nerviosa a pesar de la sonrisa. Lo primero que vi fue a Alan junto a Natalia.

Los dos. Juntos. Pegados. Con sus ropas rozandose.

"Cálmate Marian, estás en la casa de Dios, contrólate y ya hay suficientes muertes"

Me senté junto a mi mamá y Keven, pero no quité el ojo de Natalia que se reía como una idiota.

"¿Como que sus pechos son más grandes que los míos si tenemos la misma edad? aun así no deja de ser ridícula"

—Buenos días —saludó Tina—. Agradezco la presencia de ustedes aquí hoy, y antes de empezar les invito a una oración, por el cura, por los desaparecidos y por los muertos. Y para que nuestro Dios bendiga Sunfil y aleje el mal de nuestra comunidad.

Ella comenzó a rezar el Padre nuestro y el resto la seguimos.

—¡Amén! —Tina suspiró y sonrió al terminar—. Como saben nuestra iglesia está sin un cura, aún estoy aguardando la respuesta de la diócesis que todavía no dijo nada sobre el sustituto. Y así como a ustedes, me preocupa que nuestra iglesia quede sin un representante, por eso los llamé aquí para que podamos decidir en comunidad como serán las próximas misas en cuanto no llegue el sustituto.

Tina guardó silencio como esperando que alguien hablara. Lara estaba junto ella, y aunque Tina disimulaba bien el nerviosismo que habitaba su sonrisa de labios cerrados sus ojos castaños no mentían, así que mi amiga intervino:

—¿Alguna sugerencia?

Se mantuvieron callados. Quería decir que Tina debería hacer las celebraciones, ella conocía mejor que nadie la iglesia, pero el solo pensar que todos me mirarían me hacía desistir de la idea. Puse un mechón detrás de mi oreja y me crucé de brazos.

Yo, mi profesor y el asesino [+18] ✔️BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora