Cuenta cuentos [kv]

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Cada persona en el mundo nace con un talento, algo en lo que es bueno o destaca. Sin embargo, en el pequeño pueblo de Vaufield las esperanzas son pocas para aquellos que desean soñar muy alto.

Kim Taehyung era muy pequeño cuando entendió que su destino estaba lejos de los caminos pedregosos e irregulares de ese lugar. Nacido de una familia acomodada, con apariencia angelical debido a su piel y a su cabello, creció bajo las enseñanzas de sus amorosos padres, pero principalmente, de su amado abuelo, ese mismo que le inculcó la lectura desde una edad temprana.

A sus ocho años, escribía torpe poesía, con un par de faltas ortográficas y una rítmica floja. Su abuelo puso todo de si para enseñarle como escribir correctamente y apoyó su sueño. Así, todo lo que escribía con una gastada pluma pronto se convirtió en hermosos relatos que guardaba para sí mismo con estima.

Cuando cumplió diez años, su sueño fue hacer que los niños del pueblo conocieran sus historias. Aunque trató de hacerlo, esto terminó por hacerle ganar mala fama entre los adultos debido a sus peculiares cuentos. Así, se ganó mala fama entre todos los habitantes.

Conforme crecía, fue aislado más y más por todos, con su abuelo como único y fiel compañero de aventuras entre hojas, mientras sus padres trataban de protegerlo de los demás, pero él estaría bien mientras tuviera a su gran amigo.

Los otoños fueron viajando frente a sus ojos con hojas secas volando en el aire, y con dolores también.

A sus diecisiete años, su compañero de aventuras tuvo que dejar este mundo, dejando así a Taehyung continuar solo.

Constantemente era juzgado por la gente y reprendido por los mayores al no ser "alguien de provecho". Kim ignoraba los malos comentarios como si fueran aire mientras sus pasos lo dirigían al borden del poblado, donde un par de casas se unía con un par de árboles hasta darle paso poco a poco a un gran e imponente bosque. Su caminar era lento para no cansarse y su memoria era su gran amiga al momento de ir en busca de su escondite. Más adelante, una cascada de flores lo recibió indicando su destino.

Detrás de esa bella cortina natural se encontraba una pequeña laguna rodeada de todo tipo de flores y plantas, unas que incluso solo había conocido en ese lugar. Su amado escondite fue encontrado cuando tenía catorce años y buscaba escapar de los mismos niños que siempre lo molestaban. Al principio solo estaba la laguna y un par de sauces llorones, con el pasar de los días y conforme sus visitas al sitio se hacían más frecuentes comenzó a ver muchas más especies de plantas crecer.

Con su cabello color ocre batiéndose debido al viento caminó refunfuñando hasta sentarse recostando su espalda en un árbol al azar.

—Agh! no puedo creer que la señora Collins me detuviera solo para "hacerme entrar en razón", los locos son ellos no yo, yo solo quiero escribir— Como de costumbre lanzó sus quejas a diestra y siniestra sin esperar ser escuchado.