Capítulo 24- Hazel

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─ ¿Qué ha sido eso? ─ Me alarmó oír unas campanas.

─ Tranquila, el marido ya debe ir yendo, es eso ─ mi madre trató de calmarme.

Había venido mi madre. Su pelo ondulado, su rostro maquillado, su vestido de gala color púrpura, sus tacones blancos y su bolso a juego con estos, daban a entender que yo venía de una familia adinerada.

Cosa que no era así.

O no lo era hasta que empezaron a mandar grandes cantidades de dinero a mi familia como si se tratase de dar pan.

─ Todo estará bien, no pongas esa cara, cariño.

─ No estoy lista, mamá. ─ Me abracé y me aferré a su cuello, conteniendo un sollozo que partía desde lo más profundo de mi garganta ─. Tengo miedo.

─ Lo sé, cielo ─ me abrazó y otro sonido se escuchó por todo el palacio. Podría sonar egoísta, pero todo era culpa de mi madre. Todo era su culpa ─. Debes ir yendo ya, hija.

♕♕♕

Aaron estaba delante de mí, vestido con traje y un cura a punto de contraer nuestro matrimonio. Una imagen perfecta pero a la vez aterradora.

Pero, ¿¡lo atractivo que se veía Aaron con traje!?

─ Estamos hoy aquí reunidos para unir a esta joven pareja ─ este levantó un poco los brazos mientras recitaba las palabras ─. ¿Han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad?

─ Sí, venimos libremente. ─ Aaron contestó. Se veía serio en traje, pero también atractivo.

─ ¿Están dispuestos a ser fieles el uno al otro?

─ Sí. ─ El nerviosismo en mi voz estaba presente y notable, pero también la decepción al tener asumido que no nos íbamos o no me iba a ser fiel ─. Estamos dispuestos. ─ Miré a Aaron con indirectas muy obvias.

─ Bien, ahora el consentimiento ─ el cura cogió nuestras manos y las unió. Una ola de electricidad recorrió mi cuerpo al tener la mano de Aaron junto a la mía ─. Ya unidos ante el nombre de Dios, los declaro marido y mujer.

Suspiré nerviosa. Aaron asintió con la cabeza, pero con un gesto, el cual solo notaba yo, tratando de decirme que todo estaba bien. Que no temiese.

─ Si alguien está en contra de esta unión, hable ahora o calle para siempre. ─ Continuó.

─ ¡Yo me opongo!

Sentí que me tiraban agua de un glaciar de la Antártida en la cabeza.

No me tuve que girar para ver de quién se trataba.

Era mi expareja, Clyde.

Había venido hasta aquí solo para pedirme que no me casara.

Se me formó un nudo en la garganta.

─ Hazel, no puedo dejar que te cases.

─ Clyde... ─ Estaba impactada ante la situación.

─ ¡No! ─ Exclamó ─. ¡Yo aún te quiero y no voy a dejar que te cases con otro idiota! Yo aún te necesito...

─ Aquí el idiota eres tú Clyde. Yo..., amo a otro. ─ Mentí ─. Y ese otro al que tú llamas idiota... ─ tomé a Aaron de la mano ─ ...me trata mucho mejor que tú.

La verdad, sí, cualquiera lo haría, pero no sé de dónde me saqué el valor para encararlo, no porque le tuviera miedo, sino porque había tanta gente que llevaba paralizada toda la boda.

Su cara de decepción, como si se le hubiese caído el mundo a los pies, me causó una maravillosa sensación de victoria.

«Buen golpe bajo, Hazel.» Pensé en mis adentros.

─ Ya la has oído. Fuera. ─ Aaron, molesto, gruñó seguido de que sus manos se tensaron, ¿era yo, o así de seco lucía incluso más atractivo?

─ Esto no quedará así, parejita.

♕♕♕

Daba vueltas en la habitación pensando en lo ocurrido. No me lo podía sacar de la maldita cabeza.

─ Hazel, todo va a estar bien. Tan solo tienes que comparar su clase social con la nuestra. No puede hacer muchas cosas. ─ Aaron me tomó del brazo y me atrajo hacia él.

─ No... ─ me faltaba el aire ─. Él es demasiado vengativo. Te hará daño..., me hará daño..., nos hará daño ─ me llevé las manos a la cabeza ─. Tengo miedo de que haga algo.

─ Hazel. ─ Aaron puso sus dos manos en mis mejillas, obligándome a mirarle, haciendo un amago de tranquilizarme ─. No pasará nada.

─ No... ─ estaba demasiado agobiada.

Estuvo casi media hora soltando una y mil veces sus «No pasa nada», hasta que por fin empecé a creerlos. Un poco.

─ Hasta mañana ─ se dio la vuelta, rompiendo el silencio y se dirigió a su cuarto, supongo que no quiso discutirlo más.

─ ¿Puedo dormir contigo?

Estaba muerta de miedo, y lo único que necesitaba era la compañía de alguien. Y más de Aaron. Lo que menos me importaba era si hacía el ridículo o no. De eso ya me arrepentiría al día siguiente.

─ Si quieres... ─ suspiró y fui detrás de él hacia su cuarto.

Una vez los dos en la cama, a una distancia prudente, noté cómo mis párpados pesaban cada vez más hasta que me quedé medio dormida.

Aaron no era la mejor persona ─ estaba claro ─, pero sí me causaba la mejor sensación que pudiese haber sentido nunca cuando se me acercaba o me tocaba sin querer.

O queriendo.

Ahí entendí lo que Senila me dijo.

«No hay que ser lo mejor para causar lo mejor» fue lo último que pensé antes de quedarme dormida.

¿Promesa? [✔️ COMPLETADA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora