1. Raúl.

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El puñetazo en mi mejilla hace que mi cabeza gire demasiado rápido, causando que caiga al suelo y comience la avalancha de golpes. No logro notar todas las patadas, pero si noto el dolor en todo mi cuerpo. Intento agarrar lo que sea para que los golpes paren, incluso en un momento logro agarrar el tobillo de uno de ellos y parar durante unos segundos sus constantes golpes en mis costillas. No sirve de nada, se zafa de mi agarre y continúa con más fuerza que antes. La única opción que me queda es la de cubrirme como pueda y rezar a que paren pronto.

Algunos minutos después, los golpes ya no tienen la abrasiva y fuerte ira y cada vez son más débiles, como si ya les resultara aburrida la paliza cuando no me estoy defendiendo. Los golpes por fin han acabado y lo último que escucho es como uno de ellos me escupe, insultos lo acompañan.

—Esto es solo un aviso, Rey. Ya sabes, no lo vuelvas a hacer.

Escucho el sonido de los pasos hacerse cada vez más pequeño y, cuando estoy seguro de que se han ido, muevo un poco mi cuerpo. Me duele especialmente la espalda pero no es nada que no pueda soportar. Levanto mi triste figura del sucio suelo, está algo cubierto de la sangre proveniente de mi cara. Me dirijo a casa lo más rápido que puedo.

Probablemente sea la una de la mañana. Recuerdo que cuando empecé a huir de ellos eran los doce y media, estaba con mis amigos haciendo el tonto como siempre hasta que Liam apareció alterado y sin aliento. Me avisó que la pandilla de Terrence Mackenzie, también conocido como "Handy" me estaba buscando. Entré en modo supervivencia y huí, mis amigos querían acompañarme pero yo les dije que no, si ellos se escondían conmigo también serían cómplices de mis actos y ellos también serían víctimas de la paliza inminente que se me avecinaba.

Y aquí estoy; presionando con fuerza la parte baja de mi espalda para intentar calmar el dolor, no quiero ni pensar en cómo estará mi cara. No siento mis labios y mi ceja se siente demasiado húmeda, la tendré partida.

Quince minutos de gemidos y resoplidos de dolor, llego a la casa. Mi corazón cae a mí estómago cuando notó la luz del porche y del salón encendidas. Mierda. Si Chris está despierto me va a caer una buena, va a preocuparse por nada y encima me hará contarle lo que ha pasado. Sólo me queda rezar que no sea Chris el que está despierto. Trago saliva y me acerco a la pequeña y destartalada casa. La ventana izquierda del segundo piso está rota por un lado, es la habitación de Jadi así que supongo que se habrá vuelto a pelear o algo así. Lo único que me importa es que no es mi habitación la que tiene la ventana rota, otra vez.

Estoy en el porche y agarro el pomo de la puerta lo más delicadamente posible, evitando hacer algún ruido innecesario. El clic de la puerta, que es imposible evitar que suene pues es una puerta vieja y ha aguantado demasiados portazos, retumba en mis oídos. Entro en la casa y la puerta de entrada me presenta el salón directamente. Está desordenado, como siempre; ropa y zapatos esparcidos por el suelo, platos y vasos usados en la mesa sin recoger…

—Chris se va a enfadar —me dice una voz desde la puerta de la cocina. Allí parado está Jani, apoyado en el marco de la puerta con un bol de cereales en la mano y una cuchara en la otra, algo extraño. Lleva unos pantalones de pijama largos y desgastados y una camisa de su hermana, el pelo rubio corto está desordenado, no mucho pues la medida de este no se lo permite.

—¿Está aquí? —pregunto con algo de miedo. Jani niega con la cabeza aburrido y analizándome. Obviamente sabe que me he peleado, supongo que está comprobando si tengo alguna herida demasiado grave.

No tengo paciencia para que siga mirándome y me lanzo en él sofá. No es blando ni nada por él estilo, es viejo y está muy usado; alguna vez fue gris, ahora tiene parches y todo tipo de manchas. Apoyo mi cabeza lo mejor que puedo en el brazo y siseo cuando mi mejilla en carne viva toca el tejido del sofá. Veo por el rabillo del ojo a Jani sentándose en el otro sillón con las piernas cruzadas. Giro mi cabeza para observarle. Está comiendo los cereales, tranquilo. Puedo ver su particular paleta partida cuándo abre la boca para llevarse la cuchara cargada de cereales a esta. Siempre ha tenido la piel pálida, como si estuviera enfermo, pero hoy las ojeras son demasiado grandes y parece aún más enfermo.

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⏰ Última actualización: Oct 24, 2022 ⏰

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