"Submissive, In Love..." - OneShot (+18)

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Pete...

Los pasillos eran un laberinto. Pasé junto a varias salas y habitaciones del Club, sin apenas fijarme en él. Sólo sabía que aquel hombre sostenía el extremo de la cuerda que tiraba de mí. Me había sacado del infierno y ahora me conducían hacia Vegas. Me había despertado entre ensoñaciones marcadas por el deseo. Era inútil fingir lo contrario. Durante toda la mañana, se me había representado su rostro en unas imágenes, unos fragmentos del sueño en los que podía sentir el algodón de su camisa contra mi pecho, el tacto casi eléctrico de su boca.

¿Quién demonios era él en realidad? ¿De qué iba?

Y ahora sentía ese nefasto deseo por él, esa imprevisible reacción a su perfume, su persona, su piel. Tenía que controlar esos deseos. Vegas debía de haber entrenado a mil esclavos como yo, y probablemente ninguno de ellos le importase un carajo, del mismo modo que a mí me importaban un carajo los «amos y amas» que me habían adiestrado.

Y ahora me sentía ligado mentalmente a él. Vegas se había apoderado de mi mente, de mis pensamientos. Era como si de pronto se hubiera materializado la figura oscura que existía en mi imaginación. Eso no me gustaba nada.

A medida que se volvía más intenso el dolor que sentía en las manos y las rodillas, aumentaban las pulsiones de deseo, la excitación, la sensación de ser un auténtico esclavo, y que bajo el dominio de Vegas corría peligro.

Luego, cuando me condujeron al baño, comprendí que iban a llevarme junto a Vegas. Tras una refrescante ducha me aplicaron un masaje que me dejó como nuevo. Así era como vivían los tíos listos.

¿Por qué temía preguntar qué estaba pasando? ¿Por qué había esperado a que el pequeño Sirviente, que masajeaba mis doloridos músculos con dedos de acero, dijera: «Vas a ver a al jefe, Pete, así que procura dormir un rato»?

En aquellos momentos me encontraba medio adormilado, pero sus palabras hicieron que me espabilara en el acto.

- ¿Al jefe? -pregunté.

-Así es -contestó el masajista-. Es el director de El Club. Prácticamente lo creó Vegas. Y es tu instructor. Te deseo suerte.

-Al jefe -murmuré, sintiendo como si una ristra de petardos hiciera explosión dentro de mi cabeza.

-Cierra los ojos -dijo Sirviente -. Más vale que descanses un rato.

Creo que me quedé dormido de puro agotamiento, porque de repente comprobé que estaba contemplando el cristal emplomado del techo mientras el cuidador decía:

-Vamos, Pete, no debemos hacer esperar al perfeccionista.

No, por supuesto que no.

De modo que mientras atravesaba el laberinto se iban los últimos momentos de «mi vida antes de Vegas».

Al fin nos detuvimos en un pasillo pintado de blanco, frente a una puerta maciza de doble hoja. Silencio. Tranquilo. Eres demasiado equilibrado para sufrir un ataque psicótico. El cuidador chasqueó los dedos.

-Pasa, Pete, y espera de rodillas, sin hacer el menor ruido. - La puerta se cerró a mi paso. El cuidador había desaparecido, y yo me sentí preso del pánico.

Me hallaba en una habitación enorme, decorada en tonos azules con algunas pinceladas de un color más intenso. La iluminación no era eléctrica, sino que procedía del sol que se filtraba a través de las cortinas azules y violetas que cubrían los ventanales de la terraza.

El suelo estaba cubierto por kilómetros de una alfombre bermellón, y en las paredes colgaban unos gigantescos cuadros de Renoir y Seurat al lado de pinturas haitianas, unas brillantes obras de arte que representaban el cielo y las verdes colinas de Haití, las cuales servían de marco a unas tostadas y esbeltas figuras que trabajaban, jugaban o bailaban.

"Submissive, In Love..." Vegas & Pete (Kinnporsche The Series) OneShot (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora