CAPÍTULO 20. PUES NO SÉ SI SERÁ CAPRICHOSO, PERO DECIDIDO...
—Odio los días nublados. —declaró Valentina.
—A mí me gustan. Me da la impresión de que estoy en un lugar de trance. Piénsalo. Como si te metieras en un túnel...
—El túnel estaría nublado. Y el sol sería el final del camino. —completó Valen entendiendo lo que decía.
—Que dramático —dijo Macarena, la ex de Pol y compañera de habitación de Emma—. A mi los días nublados me gustan pero porque son la excepción.
—La excepción a la regla. —dije yo.
Caminábamos las tres en dirección a la caseta de recepción para ver las actividades del mes.
—En Londres no es la excepción. —añadió apretando los labios Valentina. No pareció que aquella ciudad le agradara, pero aún así no tuvo reparo en nombrarla.
—Yo vivo en Fuengirola. —no hacía falta ser muy observador para ver que Macarena era del sur de España. Su acento la delataba.
—Oye —Valentina se giró en dirección a los dos chicos y nosotras hicimos lo mismo—. ¿Vosotros que opináis de los días nublados?
Tobías y Daniel se miraron, y con varios movimientos de cabeza trataron de hacer que el otro empezara a hablar primero.
—No tenemos todo el día. —les apremió Macarena.
—Me dan igual los días nublados. —empezó el chico de cara redonda y pelo oscuro.
—Nunca lo he pensado demasiado. —el chico rubio se rasco la cabeza.
—Mira que son simples —los cinco nos giramos hacía la nueva voz, sonreí al ver de quien se trataba.
—¿Y tú, Alejo, qué dices? —le pregunté.
—Me parecen días románticos.
Nos gustó su respuesta. No tanto a los dos chicos, los cuales soltaron una serie de quejas hacia sus valoraciones.
Llegamos los seis a la muchedumbre amontonada tratando de ver la lista de actividades.
Me rezagué, cuando todos se fueran ya tendría tiempo de estudiarla si quería.
—Oh madre mía, Thesa, esto va a ser la bomba —me dijo Valentina levantando la voz—. Tarde de gofres, concursos de castillos de arena, paseos por el lago... Hay de todo.
Se giró hacia su novio con los ojos brillantes.
—En barca se monta en verano —empezó ella.
—Que es cuando la probabilidad de caerse al agua aumenta. —terminó Daniel.
No entendí lo que decían, no al menos la parte claramente oculta. Lo que sí sé, es que envidie lo que ellos tenían. Lo típico de: quédate con la persona que te mire como Daniel a Valentina. Tenía mucho más sentido con ellos dos.
—Oh, vaya. Falta algo. —Valentina salió dando empujones leves a la gente y buscó a alguien. En cuanto encontró a Emma, fue corriendo en su dirección—. Em, deberíamos hablar con Malena. A Pol le haría mucha ilusión. Y a mí.
Emma sonrió y di un respingo, no sonreía muy a menudo, pero ciertamente se le iluminaba la cara cuando lo hacía. Con razón Pol la eligió a ella.
Y sí, me sentía como quien sueña sin poder cambiar nada, con papel de observadora.
—Vamos.
Vi como las dos se adentraban dentro de la caseta.
Ahora tenía curiosidad por ver que podían añadir que les gustara a Pol y Valentina.
Escuché unos pasos y, no me preguntéis porque, pero supe que veían en mi dirección, llamémoslo "sentir presencias".
—Theresa, te estaba buscando. Quiero hablar contigo. —dijo Pol a mi espalda y bastante serio.
Tragué saliva y di un paso en dirección a toda la gente. Prefería estar más cerca del cúmulo que de él.
—Creo que no tengo nada que contarte. —traté que mi tono fuera lo más inocente posible y lo conseguí.
—Pero yo sí —dijo. Por el rabillo del ojo vi que acercaba su mano a mi hombro y me di la vuelta bruscamente para detenerlo.
—¿Qué quieres Pol? —le pregunté cruzándome de brazos.
Me sobresalté al verlo, parecía... desesperado. Su pelo caía sin sentido sobre sus ojos azules y su boca estaba ligeramente entreabierta, oh y era atrayente.
Lamente haberle mirado los labios al instante, esbozaron una leve sonrisa al notarlo. Buf, ya nada de desesperado, 100% el Pol de siempre.
—Damos un paseo.
—Tengo que quedarme aquí.
—Me gustaría hablar a solas. —dijo poniendo una mueca y estrujándose los dedos.
¿Pero por qué tenía que hablar con él? No me gustaba, era demasiado cercano, siempre que estaba alrededor me ponía nerviosa y me tensaba, temiendo lo peor.
Tirándome un triple aposté el motivo de su querida conversación.
—Pol, no pasa nada, de verdad. No hay nada de que hablar, lo del otro día no fue nada. Te perdono por la escena del teléfono.
Negó con rabia.
—Lo que no entiendo es de qué me perdonas. ¿Qué es lo que hice?
Aparté la mirada, sostener esos ojos azul oscuro durante mucho tiempo era complicado. Valentina y Emma salieron con Malena, la dueña del campamento, a sus espaldas.
—Atención atención. —todo el mundo se volvió para mirar a la chica de cabellos castaños, mi compañera de cabaña—. Por votación popular, hemos incluido poesía dentro de las actividades. Recitaremos los poemas que preparéis, pueden ser propios o ajenos, cada domingo durante el atardecer, para despedir a los últimos rayos de sol de la semana.
Pol soltó un sonidito y y eché a andar cuesta arriba. Así que poesía...
Cuando estaba varios pasos por delante de él, me giré sonriendo.
—¿No querías hablar?
El chico de pelo decolorado dio un salto y me siguió.
—Me gustaría, Theresa, conocer el motivo de tu malestar de ayer por la mañana.
—A mi es que me parece, que no nos conocemos lo suficiente como para darnos explicaciones.
—En eso no estoy de acuerdo —dijo caminando a mi lado—. Yo siento que te conozco.
Lo miré sorprendida.
—No sabes nada de mí.
—Sé que no te gustan las telenovelas, que le tienes cierto cariño a tu móvil, que eres algo desequilibrada, pero solo de vez en cuando. Sé que no te gusta el vóley. Que tu color favorito es el gris.
—Mi color favorito no es el gris. —le corté.
—¿Entonces cual?
—Me gusta el azul verdoso, aguamarina.
—No te daba por fiel seguidora del rebaño... —dijo buscando encender una mecha.
—Eh tú, no me insultes. Que sepas que me gustaba mucho antes de que se pusiera de moda, y ahora está algo obsoleto. A mí Me recuerda a las playas tropicales, por eso me gusta, no por el rebaño como tú dices.
—Oh... Tu sueño es ir al Caribe. —dijo con una voz estúpida.
—Uf, me desesperas.
—Te caigo bien.
—Solo un poco. —admití antes de poder darme cuenta de que lo hacía. Traté de solucionarlo, pero su sonrisa ya era imborrable—. Todo lo que has dicho sobre mí es muy superficial.
—Eres lista, distante y diría que fiel a los demás y a ti misma.
Ojalá fuera fiel a mi persona. Tal vez el día que supere mi fobia logre ser simplemente Thesa, no Theresa.
—Algún día espero serlo —le dije.
Gracias a Dios tuvo la decencia de no comentar nada.
—Yo siento que te conozco, y quiero saber qué te molesto para no repetirlo. Por favor.
Paré en seco y me giré para encararlo.
—Pol... hoy es...
—Miércoles—me ayudó.
—¡Vinimos el lunes! No puedes conocer a alguien en dos días.
—En los campamentos se establecen conexiones muy fuertes y rápidamente. Podríamos ser hermanos.
Abrí la boca ofendida. Sus palabras dolieron más de lo hubiera podido pensar ¿hermanos, el y yo? ¿Quince dice eso hoy en día? Solo las mentes perversas.
—Lo siento, pero no. Me gusta ser hija única —repuse.
—Dicen que los hijos únicos son muy caprichosos. —ladeó la cabeza— ¿Crees que soy caprichoso?
Consiguió sacarme una risa. Y durante unos segundos el ambiente se relajó, mis hombros se bajaron al no notar la tensión y mi sonrisa era sincera.
Me fije en Pol, podría ser modelo. Era guapo, no en exceso, pero tenía ese aire exótico. Unas cejas gruesas y oscuras en contraste con su pelo blanco. Su mandíbula era angulosa y terminaba en una punta deliciosa. Tenía una mirada que decía al mismo tiempo: "sé que soy adorable" y "estoy dispuesto a volverte loca". Si fijaba sus ojos en los tuyos, no sabías si sentirte afortunada, o aturullada por su intensidad. Su nariz no tenía nada de especial, excepto por el hecho de ser perfecta. Con respecto a sus labios finos, no sabía si prefería que se quedaran cerrados y llenos de promesas o que se curvaran y te enseñaran lo que es romper todos los esquemas. Y por si fuera poco, era casi imperceptible, pero tenía una única peca sobre el lado izquierdo del labio.
Puse los ojos en blanco quitándole importancia a habernos quedado trabados más segundos de los necesarios.
—Poca gente lo sabe, Pol. —le dije cansada de la situación.
—Aja, lo sabía. Lo acabas de aceptar, hay algo. Yo tenía razón, no es que te caiga mal.
—Creo haberlo negado antes.
—Y lo has hecho, pero es que Valen puede ser muy insistente y crear dudas.
Pasé de sus palabras y agradecí ver la mi cabaña a pocos metros, demasiadas en pocos minutos.
—¿Algún día seré merecedor de ese algo? —preguntó con la voz seria de nuevo, o preocupada.
—Tal vez cuando sepas cual es mi nombre.
Sonrió de medio lado.
—Theresa.
Abrí la puerta y lo miré antes de entrar.
—Así que poesía, ¿eh?
Y cerré la puerta en sus narices quedándome con su expresión desconcertada. Me lo tomé como una victoria.
Dios, estaba agotada. Que cantidad de emociones en una misma conversación. Me dejé caer contra la puerta de la cabaña tras asegurarme de poner el cerrojo, solo me faltaba que se abriera...
—¡Te espero en la fiesta de la 6B!
Sonreí al escuchar su grito a través de la madera, este chico no era fácil de vencer.***
¡Hola de nuevo!
Siento no haber podido actualizar estos últimos días, espero que por este capítulo haya merecido la pena la espera.
Y... atentos porque a lo largo de la tarde subiré otro capítulo.Y esto porque nunca está de más ver cosas bonitas.
Está de plus ☺️.
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Simplemente Thesa
Teen FictionThesa Lagos, y solo Thesa, llega a TeDI, un campamento perdido al norte de España y con las siglas erróneas, aconsejada por Vera. Vera, es su psicóloga y la misma que la acompañara durante el año más ¿increíble de su vida? Parece adecuado hasta el...