Me levanté con Aaron al lado, con el cabello revuelto y sus manos aferradas a mí.
Con cuidado aparté sus manos y me levanté. Lo aprecié por varios instantes. Era guapísimo, y eso era algo que se podía ver a simple vista. Me percaté de un tatuaje en su cuello. Eran dos baquetas, pero entrelazadas. No había una separación entre ellas, sino que el mismo trazo creaba las dos baquetas. Era un tatuaje disimulado y pequeño, justo arriba de la yugular. Un tatuaje pequeño y disimulado. Pasé mi dedo por esa zona de piel un poco más reseca que el resto, cómo si de porcelana se tratara.
Despegué mis dedos de su piel y me levanté con mucho cuidado. Me arreglé y, al entrar en mi cuarto, me encontré con Cress y con Myri. Por sus caras de malas pulgas, pude ver que no se llevaban bien en absoluto.
— Buenos días, princesa. — Myri hizo una reverencia. Cress hizo todo lo contrario. Se quedó mirándome con cautel pero a la vez con frustración y celos —. Cress, ¿no crees que es de mala educación no saludar a tus futuros reyes?
Cress la fulminó con la mirada y me saludó con agresividad. Por el contrario, Myri disfrutaba de su golpe bajo con una sonrisa placentera.
— Como ya sabes, el heredero murió. — Cress se cruzó de brazos y continuó —. Tú tendrás al siguiente heredero...
Mi cara de pasmo tuvo que ser para capturar y reírse de esta durante horas, literalmente.
— ... esperaremos un plazo de dos años para que te prepares. — Myri también estaba alucinando ante sus palabras —. Así podrás tener al próximo heredero. Me retiro.
Dicho eso, salió por la puerta, tranquila, como si de una charla de colegio nos hubiese hablado.
─ Dos años... — añadí asombrada.
─ Sé cómo se siente, Hazel — Myri tocó mi hombro —. He visto a muchas pasar lo de usted.
¿Y a cuántas había visto?
— Debo...retirarme — fue lo único que pudo salir de mi boca.
Salí corriendo de allí y me encerré en el cuarto de Aaron. Para esto, él ya estaba despierto, por lo que su cara de incredulidad fue máxima.
— ¿Qué haces...?
— Aaron, ¿tú sabías lo de tener al heredero...? — Inquirí preocupada.
Aaron se apresuró a venir a mí y sostenerme de los hombros. Lucía preocupado, incluso más que yo.
— ¿Ya te lo han contado?
— Sí... — siseé nerviosa.
— Mierda... — este caminó por toda la habitación. Quedó de espaldas a mí —. ¿Te han dicho que esperarán dos años?
Asentí y este giró sobre sus pies para mirarme y observar detalladamente.
— Tengo que irme... — di pasos sobre mí misma, hacia atrás, buscando un refugio en mi propio miedo — ... yo...
Abandoné la habitación con grandes zancadas. Llegué a un pequeño jardín. Era iluminado y perfectamente cuidado. Lo observé bien y me senté sobre la hierba.
— ¿Qué haces aquí? ─ la voz de Aaron invadió el jardín, unos minutos después de que me sentase —. Este es un lugar privado... mío. No deberías estar aquí.
Me asusté, no me esperaba que precisamente él fuera a estar ahí.
— Perdón, solo vi luz y quise despejar mi mente.
— Hazel, yo... eh... quería hablarte sobre el heredero...
— ¿Qué pasa? — Me alarmé al instante.
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¿Promesa? [✔️ COMPLETADA] ©
Novela JuvenilCanadá, un bonito país, una buena realeza y un futuro rey de veinte años condenadamente guapo. Aaron debe buscar una esposa para convertirla en reina con él, allí es donde conoce a Hazel. Una campesina de apenas diecinueve años que es obligada por s...