Nota de la autora:
Solo vengo a decir Hola, si eres de los primeros lectores comenta aquí, y espero que les guste esta historia, me he divertido mucho escribiéndola.
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No podía respirar. Abrí los ojos por completo al mismo tiempo que inhalaba y exhalaba por la boca. Cuando fui consciente de lo que estaba pasando quité los dedos de mi nariz, dejándome respirar. Esa era la técnica para despertarme por completo, podría sonar estúpido, pero yo la seguía usando todas las mañanas desde hace siete años.
Salí de mi habitación, tratando de ser lo menos ruidosa posible y entré directamente al único baño del departamento. Malditas obligaciones de adulto, estaba segura de que nadie se bañaba a la 5:00 am por gusto, menos mal ya era miércoles.
Raquel haciendo yoga en la sala.
—Buenos días —las primeras palabras que escuche durante el día.
—Esta vez no hice ruido —me hundí de hombros.
—Bueno, los gritos son catalogados como ruido, Abby —dijo Raquel, mientras tendía un tapete de yoga.
—El agua estaba fría —respondí—. Necesitaba valor.
Mi mejor amiga y compañera de departamento sonrió tranquila, era imposible no quererla.
—Ya, como sea, le ganaste a mi alarma.
—¿Hoy te vas antes?
—No, pero quería decirte algo importante antes de que pasaran más los días y...
—Bien, ¿puedo vestirme primer? —la interrumpí y caminé lo más rápido que puede a mi habitación, sin darle oportunidad de respuesta.
Presentía de lo que me quería hablar. Era cuestión de tiempo, y solo me había tomado un mes luego del compromiso para que fuera consiente de que no viviría con Raquel para siempre. No me malinterpretes, estaba demasiado feliz por ella, por ellos, pero no era fanática de los cambios, sin embargo, Cada descanso buscaba en páginas un nuevo departamento, no había encontrado nada que costara menos del triple de mi sueldo de profesora.
¿pedía mucho?, solo quería un techo sin goteras y agua caliente por las mañanas, bueno, la ubicación también es importante, no puede estar mas de 1 hora del trabajo y de la cafetería, en un barrio bonito y que...
—Abby —Raquel tocó la puerta—, ¿ya te vestiste?
De acuerdo, sin goteras y con agua caliente.
—Ah, ya casi —contesté mientras me subía los pantalones—. Entra.
—No llevas blusa.
—Me has visto las chichis más de una vez —Descolgué la blusa roja y me la puse—, ¿Qué pasa?
Ella se sentó en mi cama.
—La boda es en cinco semanas —me dijo.
—Lo sé, hay un calendario en el refrigerador señalando el día.
—La cosa es, el departamento.
—Claro, el departamento, prometo encontrar un lugar antes de esa fecha, solo tengo ...
—Abby.
—Voy a buscar, lo prometo.
—Abril —gritó.
—Sin goteras y con agua caliente.
—No tienes que salirte de aquí —Raquel se puso de pie.
—¿Cómo? —pregunté sorprendida.
—Te puedes quedar aquí.
—Raquel, yo te quiero mucho y aprecio a Diego, no quiero incomodar aquí.
—No me refería a que vivieras con nosotros.
—¿no?
—No, Diego y yo tenemos planeado comprar una casa.
—¿Planeado?
—En realidad es un hecho.
—Dios, felicidades —la abracé.
—Es increíble, ¿no?
—Lo es, pero, no entiendo, ¿Qué pasa con el departamento?
—Hemos vivido cuatro años juntas, me has ayudado con todos los gastos, compraste varios muebles y remodelaste esta habitación.
—Era lo mínimo que podía hacer, no me cobrabas renta.
—Tienes derecho a quedarte aquí el tiempo que quieras.
—Gracias Raquel, pero es mucho, déjame al menos pagarte una renta o algo.
—Con que pagues los servicios y el mantenimiento está bien. Pero escucha —su tono se volvió serio —. No soy dueña completa del departamento, ¿recuerdas?
—Si, lo recuerdo, otro familiar tuyo es dueño de la otra mitad ¿no es así?
—Exacto, y hay un problema.
—¿Cuál es?
—Vendrá a vivir aquí.
—Está bien, un roomie nuevo —me hundí de hombros—. Me asustaste Raquel, Me imaginaba algo peor.
—Espero reacciones igual cuando te diga de quien se trata —murmuró.
—¿Qué dices?, conozco a la mayoría de tu familia, todos son agradables y ...
No me jodas.
—¿Ya es tarde, quieres algo de desayunar? —Raquel salió de mi habitación y la seguí a la cocina.
—Raquel.
Abrió el refrigerador.
—¿Huevo y salchicha?
—Sí, pero primero ponme atención.
—Será huevo con salchicha —sacó 3 huevos y un paquete nuevo de salchichas.
—Raquel, dime por favor que no estamos hablando de él.
Asintió con la cabeza sin mas remedio.
—Todos menos Iván —me quejé.
—Te lo iba a decir antes.
—¿Por qué no lo hiciste?
—porque sabía que ibas a reaccionar justo así.
Suspiré.
—No puedo vivir con Iván, es insoportable y un estúpido.
—Iván no es tan malo —dijo mientras cortaba las salchichas.
—No, para nada, ¿recuerdas lo de la fiesta?
—teníamos 16 años.
—Casi me quitan la beca por su culpa, Raquel no te pongas de su parte.
—Iván es como mi hermano.
—Lo sé, pero eso no le quita lo idiota, es más, ¿para qué quiere venir aquí?, estaba en Canadá, ¿no?
—En estados unidos.
Por supuesto que sabía que no estaba en Canadá, pero no iba a admitir que lo había buscado en Instagram hace un año. Solo por curiosidad.
—¿Y luego?
—Renunció a su trabajo, quería regresar a México y Diego le consiguió una entrevista en la empresa.
—Está bien, tengo 5 semanas para encontrar un lugar nuevo, un techo sin goteras.
—De hecho...
—¿Qué?
—Llega este sábado —respondió—. ¿Qué haces?
Luego de un minuto deje libre mi nariz.
—Maldita sea no estoy soñando.
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Centrémonos en el presente
Romancela vida de Abby seguía su curso normal, hasta que una mala jugada del destino la obligó compartir departamento con ¿el primo de su mejor amiga?, sí, el mismo que no soportaba desde la preparatoria. Tendrían suerte si los dos salen ilesos de ahí, per...