Capítulo 33
Me dejé caer sobre el cómodo sofá de la habitación, esquivando la enclenque silla que me correspondía. Solté la mochila en el suelo y eso fue lo que le hizo percatarse de mi presencia y girar sobre sí mismo para mirarme, detrás de su escritorio.
-¿Qué haces aquí? -dijo con las cejas arqueadas y la boca ligeramente abierta, confundido.
Sonreí.
-Supongo que terapia, eso me han impuesto, por lo menos. Esto es peor que la cárcel. -él fue a abrir la boca. -Y no, no lo digo por experiencia propia. He pasado por muchas cosas, pero la cárcel no es una de ellas.
Sonreí hacia él y me estiré sobre el sofá de cuero granate.
Le costó algo procesar mi comportamiento pero en menos de un minuto ya había cambiado su expresión sorprendida por su típica sonrisa ladeada, y sus típicos ojos azules claros relajados. Dejó lo que estaba haciendo y cogió la silla que me correspondía a mí en un principio, la arrastró hasta quedar delante del sofá y se sentó en ella, observándome con la barbilla apoyada sobre sus manos, a la vez apoyadas sobre sus rodillas. Sonrió y yo le devolví la sonrisa desde mi posición de indio sobre el sofá.
En el fondo me alegraba de ver que había llegado sano y salvo a casa anoche después de su acentuado cabreo. Mentiría si dijese que no había algo repiqueteándome por dentro pidiendo que me asegurase que estaba bien. Pero al parecer los nervios nocturnos habían merecido la pena, él estaba como siempre.
He de admitir que quiero borrar mi imagen respecto a Louis que tomé ayer. Definitivamente ese no era él. Eso lo tenía muy claro.
-Creía que me odiabas. -siguió sonriendo.
Jugué con mis manos.
-No es que te odie, o sea sí... Es decir no, no. -él ponía diferentes muecas como respuesta a mis afirmaciones tan contradictorias. -A ver -cogí mi cabeza con las manos para después soltarla. -, no te odio. No en su totalidad por lo menos. -él suspiró. -Es solo que... No llegaste en el momento oportuno. Yo acababa de salir después de estar dos meses encerrada en un centro de desintoxicación, como tú ya sabes. -él asintió, no decía palabra alguna. -Y me sentía libre por una vez, ese no era un lugar bonito -me estremecí. -, pero a la vez agobiada. Mi repentina llegada fue para instalarme totalmente en la rutina, y creo que no estaba preparada. Me agobio muy rápido. -sonreí con la cabeza gacha, jugando con mis manos.
-Tus ataques nerviosos o de ansiedad me ayudan a deducirlo. -sonrió.
Estiró su mano y cogió las dos mías, ahuecándolas y dándome apoyo para seguir, aunque realmente no era necesario. No le estaba contando algo que él ya no supiera, pero al parecer para él eso suponía un gran paso, el simple hecho de que hablase de mi vida abiertamente con él.
Levanté la cabeza y le encontré sonriéndome ligeramente, con una cara que expresaba comprensión por encima de todo.
-No sé qué me pasa contigo Louis. -seguí. -No eres tú, o no lo sé. -suspiré. -Mi actitud es así, siento que me agobio. -bajé la cabeza de nuevo, aunque me costase mundos separar mi vista de esas maravillosas obras de arte que Dios le había brindado en lugar de ojos. -Todo me agobia. -finalicé apenada.
-No quiero que te sientas agobiada, no te hace bien. -sonrió con tono paternal. -Sólo pido, como bien tú ya sabes, que me hagas un espacio en tu vida. En verdad quiero conocerte, y no lo digo como un psicólogo -repitió como tantas otras veces. -, lo digo porque creo que aunque estés dañada, eres una persona maravillosa...
-Eres un pelota. -sonreí aún con la cabeza gacha.
Escuché que reía.
-Lo sé. -siguió riéndose. -A mí también me entra la vena sensible, ¿sabes?
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En busca de la estrella. (Louis Tomlinson)
Fiksi Penggemar¿Nunca has oído eso de que no debes juzgar un libro por su portada? Pues este no es la excepción a ello. ¿Arriesgar y ganar o arriesgar y perder? El caso es arriesgar. 》》》》 Porque de eso trata la vida, de superar los obstáculos que se te interpongan...