Capítulo 1. Rayos y pesadillas.

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Capítulo 1. Rayos y pesadillas.

Pensar en que he llegado al quinto año en Hogwarts es sorprendente según la tía Rose, que siempre, posterior a un sin ofender, dice:

-Es que la suma de tu madre y tu padre criandote no prometía más allá del segundo año y medio colegio explotando.

Obviamente no me ofendía... Tanto. Pero bueno, al menos puedo decir que ella está muy orgullosa de mí, incluso con mis notas casi troll, pero adora que yo no sea como mamá y papá, reventando inodoros... No, no he reventado inodoros que yo sepa.

Y tampoco lo haré éste año, porque mi meta éste año es mejorar mis notas y la impresión que tienen los maestros de mí por ser hija de merodeadores, ¡Yo quisiera llegar a ser prefecta! El pensamiento de llegar a tener tal puesto es emocionante.

Estaba imaginándome con mi uniforme verde y plata, bien planchado y una P reluciendo en mi pecho, mi familia burlándose de mí y la tía Rose junto con abue Ginny llorando de alegría... Pero entonces alguien me lanza agua a la cara.

- ¡Beatrice! -le grito enfadada y mi rubia amiga suelta una carcajada.

- ¿Qué hacías Maaaar? Ups -ruedo los ojos.

Ella aún no aprende que "Mar" es mi mamá y siempre lo será, por lo que yo me quedo con "Marly"

-Marly, Bea, es Marly.

- ¡Es que es muy largo! -hace un puchero.

-Son dos sílabas -digo entre risas mientras me seco la cara con una toalla.

-Bien -bufa, y se acomoda su cabello en un hombro, sonriendome-. Yo sólo venía a invitarte a una mini competencia.

Mira por sobre su hombro al extenso mar ante nosotras. Estabamos en una playa de vacaciones, dos semanas antes de volver a Hogwarts.

Era normal que mi familia y yo vayamos a EEUU, más específicamente a Los Ángeles cada verano, aunque éste año, se nos unieron Bea y su madre.
Es genial pasar las vacaciones con tu mejor amiga... Y la parte que más adoro es en la cual le pateo el trasero surfeando.

- Pues bien... Necesitamos un arbitro -me levanté de mi silla de playa y solté mi larga cabellera castaña oscura-. ¡Nico!

Mi hermano mayor (por sólo un año y medio, pero mayor al final) levanta la cabeza del castillo de arena que estaba construyendo junto con Madison, mi hermanita de trece años, o mini Mar, como le dice papá.

Nico, al ver a Bea junto a mi sonrió ampliamente. No es sorpresa que, como siempre, él ande tras mis amigas, y por alguna razón lleva ya dos años molestando a Bea. No es amor y ya lo sé, es gusto por la histeria que suele tener Bea cuando colma su paciencia. Aunque ella está acostumbrada a tratar con chicos pesados.

Corrió hacia nosotras, o bien, hacia mi rubia amiga y por poco hace una pose de supermodelo al final.

- ¿Deseas algo, princesita? -se dirigía a Bea, es obvio, porque a mi me dice aborto de mono cuando está de buenas.

Ella le gruñe y yo alzo la mano. Hoy no era el día en que le apetecía soportarlo.

- ¿Podrías ser nuestro árbitro?

-Ehhh -me mira con una mueca.

¡Pero claro! No haría esa miserable cosa por su linda hermana.

-Bea lo agradecería eternamente.

En el blanco.

Fijé mis ojos en los suyos, con ese simple acto estoy segura de que ella ya comprendió que no estoy dispuesta a perder. El viento hace que su cabello rubio revolotee sin control, y por lo tanto, ella no puede mantener una expresión seria gracias a las coquillas que le produce aquello.

Solo soy una Greengrass. (SSG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora