Capítulo 1. Dos se convierten en tres

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SIENNA

A diferencia de la última vez que me faltó la menstruación, esta vez Aiden y yo manejábamos la misma cantidad de información.

¡Había visto mi test de embarazo, por el amor de Dios!

Es cierto que su cerebro Alfa no era capaz de entender lo que significaba el cartel, pero aun así...

Lo que cuenta es el pensamiento.

Pero después de la cena familiar, la prueba de embarazo y la emoción que llenaba nuestra casa, me di cuenta de que algo no cuadraba.

Claro, Selene me había dicho que la prueba de embarazo era bastante precisa; que ella y Jeremy incluso habían utilizado una cuando no pudieron localizar a Jocelyn, pero algo dentro de mí no estaba seguro.

Necesitaba confirmación.

Y necesitaba que viniera de la única sanadora en la que más confiaba.

Así que desfilé hasta el despacho de Aiden, haciendo que levantara la vista de la pila de documentos que tenía sobre su mesa.

- ¿Qué pasa?

- No me fío del test de embarazo.

Suspiró.

- Sienna...

- Tenemos que ir a ver a Jocelyn. Ahora.

Pude ver que abría la boca para defenderse; estaba claro que tenía un montón de trabajo que hacer, pero me limité a frotarme el estómago y le dirigí una mirada severa.

- El supuesto bebé y yo nos vamos. Con o sin ti.

Unos minutos más tarde, nos subíamos en el coche y conducíamos hacia el Retiro de los Sanadores.

Jocelyn llevaba una semana allí, y era la única persona —aparte de Aiden y Selene— a la que confiaba la información del embarazo.

Había otros curanderos a los que podíamos acudir en la ciudad para confirmarlo, por supuesto, pero sólo había una Jocelyn.

Y, además, la echaba de menos.

Era la vez que más había estado sin hablar con ella desde que nos habíamos hecho amigas, y me moría de ganas de ver cómo estaba.

Aiden había tenido noticias del Retiro hace un par de días. Una consejera le había llamado para ponerle al día sobre la recuperación de Jocelyn. Había dicho que Jocelyn se estaba curando más rápido de lo normal y que se estaba adaptando bien al Retiro.

Escuchar eso me hizo feliz. Pero tampoco me sorprendió ni un poco.

Por supuesto, Jocelyn se estaba curando más rápido de lo normal. La chica era especial. Era una amiga tan talentosa como una sanadora, y a veces la bondad era recompensada con bondad.

Como debía ser.

Un par de horas después, estábamos llegando al Retiro de los Sanadores. Un empleado se acercó al coche.

- ¿Se van a registrar? —preguntó.

- No, estamos de visita —le expliqué a través de la ventana.

Nos dirigió al aparcamiento de visitantes y, tras aparcar, nos dirigimos a las puertas principales. Nos acercamos a la recepción y la señora que estaba sentada detrás levantó la vista.

- ¿En qué puedo ayudarle?

- Estamos buscando a Jocelyn, la sanadora de la manada de la Costa Este. Soy su Alfa —se presentó Aiden.

Lobos milenarios (libro 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora