Guerrero ─ Spruan

8.

Ver a las personas felices siendo como eran y sin ocultar sus extrañezas le hacían querer sacar aquel estupido gorro que cubría sus hermosas orejas discriminadas por los seres humanos.

La gota de valentía que necesitaba al fin cayo y Con miedo se sacó el gorro que cubría aquellas livianas orejas, pudo sentir el fresco viento de otoño resoplar. Por primera vez, se sintió cómodo en un lugar como ese.

[...]

Estaban muertos.

El gran profeta los miraba fijamente y con seriedad...

¿Qué pasó?

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Los dos chicos corrían a la par intentando que el tiempo no avanzara, se habían quedado de más en aquel lugar y si alguien descubría su desaparición el castigo divino sería enviado a los dos.

Agotados llegaron a la misa comenzada, y sin que se dieran cuenta se sentaron al final de las bancas.

El profeta quedó en silencio, dirigió su mirada a los dos chicos y sin más se fue de la misa dejándola a la mitad.

Todos agradecieron porque terminó pronto y marcharon corriendo a la salida, dejando a los dos chicos confundidos. se miraron intentando adivinar que decir.

─ Juan. Ollie.

La voz los despertó, esa voz irritante que acababa de parar la misa estaba detrás de ellos mirando sus manos que sin ellos darse cuenta estaban agarradas.

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Miraron hacía atrás y vieron a ese gran hombre con una cara seria. Se levantaron rápidamente y lo miraron a los ojos levantando la cabeza, ese viejo si que era alto.

─ Juan, ¿que tienes en la cabeza?

El recién nombrado se asustó. recordando que olvidó guardar y esconder aquel gorro mágico.

La iglesia quedó en silencio y antes de poder siquiera decir algo la voz más molesta que el "mago" pudo escuchar se hizo presente.

─ padre.. mire lo que han detectado los ojos divinos.

Le entrego una foto y de paso le dirigió una mirada mezquina a Juan.

La foto mostraba como los dos chicos corrían saliendo de bosque, que claramente se suponía que nadie debía ir. siquiera Drako estaba permitido ir a ese lugar.

El profeta dobló la hoja y la entregó nuevamente a su mano derecha dejándole tambien un pequeño susurro que solamente ellos escucharon. Drako se fue corriendo no sin antes mandar a Ollie a casa.

Padre e hijo se miraban a los ojos, Ninguno de los dos se tenía miedo.

─ ¿Te has estado escapando al bosque? ¡¿El único lugar donde te prohibi ir?! ¡Tienes idea de lo que me costó que todos estos estupidos no vayan para ese lugar y al final, vienes tú y rompes esa regla!

La voz cada vez se hacía más amenazante y el cielo se ponía negro como el alma de aquel sujeto, Sus ojos  y expresión se iban cargando de ira por cada palabra que decía. Aquel hombre le daría miedo a cualquiera, y claro el miedo empezó a correr de nuevo en la mente de Juan. Estaba sabido que su padre se enojaría pero no pensaba que tanto, de hecho, era la segunda vez que lo veía poner el cielo negro. Y la primera no era algo que el chico quiera recordar nuevamente.