📖CIENTO VEINTE📖

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P. O. V. AMI:

Viernes y sábado habían pasado en un parpadeo, en parte por mi larga estancia en la nueva casa de Gaby y Falco, donde Hange se instalo dispuesta a consentir a Gaby y a alagarla por su embarazo. Aunque, muy a mi pesar, mis propios recuerdos de cuando estaba en su misma situación me invadían al punto de desear tener a Kai en mis brazos y no soltarlo nunca y lo que era peor, deseaba con toda el alma que aquel Levi de esos días apareciera justo ahora para arreglar las cosas.

Solo habían pasado 2 días de que mi hijo se había ido a pasar los días en casa de los Jeager y yo ya lo extrañaba como si hubieran pasado meses, posiblemente, en una gran parte, era por nuestra reciente pelea, que de no ser por las constantes reprimendas de Hange me habría esforzado en fingir que nada había pasado...

-Bien, hablare con Kai cuando vuelva mañana de la escuela. - me decidí a la hora del desayuno aquella mañana de domingo.

-¡Al fin! - celebró la castaña dejando su taza de té de golpe. - Solo te tomo una semana considerarlo.

-Ja, Ja. - me burle sarcástica. - Me tomo menos del tiempo que le tomará al gato testarudo de mi esposo.

-¡Ya lo creo! De hecho, como me gustaría ir el día que Mikasa se fastidie de tomar su lugar como directora interina de la Academia y vaya a buscarlo por la fuerza. - señaló la de lentes con una sonrisa malvada. - Esa sería una oportunidad única en la vida.

Sonreí divertida por la imagen mental; sabia que con el paso de los años, la Mikasa seria y tranquila que alguna vez fue, se convirtió en una mujer de carácter fuerte, implacable y menos reservada, por lo que imaginarmela yendo a mi casa a buscar a Levi, para sacarlo a rastras de ahí y obligarlo a volver a la civilización, no me parecía demasiado raro. De hecho me parecía divertido el solo imaginarlo...

De no ser por...

-Aquí voy de nuevo... - alcance a decir antes de correr al baño.

Mi parte menos favorita de los últimos días eran estos mareos y ascos matutinos. Me estaban matando cada mañana y solo para que en el resto del día empeorará la cosa.

-¡Ya esta! - anunció Hange de nuevo corriendo a auxiliarme. - Nos vamos al médico.

-No hace falta... - intente detenerla, aun con la cabeza metida en el retrete.

Me ayudó a sostener mi cabello, mientras seguramente ponía mala cara por mi negativa.

-¡Claro que si! No puedes seguir dejando las tripas en mi baño. No, no, no, n...

Suspire, no podía seguir ocultandolo más, así que me endurece y solo lo dije:

-Estoy embarazada.

-¡¿Qué?!

P. O. V. KAI:

Pasado un rato de un incomodo silencio, logramos dejar las horribles y aterradoras calles de la parte ilegal de la Ciudad Subterránea y nos adentramos en lo que parecía ser el área más decente y con una población igual que la de la superficie.

-Bien, llegamos... - anunció la mujer con una sonrisa amable. - Sigan derecho sobre esta avenida y a unas 3 calles llegarán al mercado.

-¡Muchas gracias, Lilian! - dijo Kikyō con entusiasmo.

La soltó (pues hasta el momento había camino de la mano con ella) y luego se acerco a mi con una invitación silenciosa para que siguiéramos nuestro camino. Nos despedimos de Lilian, volvimos a agradecerle, pero cuando por fin nos ibamos a alejar siguiendo cada quien su camino:

-¿Lilian? - la llame cuando ella estaba dando vuelta para marcharse.

-¿Si? - respondió ella volviendo.

-Tu hijo será libre. - solté con la sonrisa más genuina y confiable que tenía. - Lo prometo.

Si expresión se torno triste, pero no abandono su sonrisa, solo nos agradeció y se marchó sin decir más.

-No deberías hacer promesas tan a la ligera. Ni siquiera sabes quien es su hijo. - me reprendió Kikyō cuando vimos desaparecer a nuestra amable salvadora.

-No fue a la ligera y ya me daré cuenta de quien es su hijo, ese no es problema... - le respondí confiado.

Me di vuelta y comencé a andar por el camino que nos había indicado Lilian. Kikyō me siguió en silencio, aunque yo sabía que tenía algo que decir justo ahora. No dijo nada, se limitaría a suspirar y mover la cabeza en negación.

Al final, llegamos a nuestro objetivo y tras hacer las compras absolutamente necesarias, nos dedicamos a caminar para conocer un poco más de aquél lugar. Definitivamente estábamos en un área distinta a la ciudad que conocimos a nuestra llegada, aquí las personas llevaban mejores ropas, había mayor luz y hasta las casas parecían recién construidas por el cuidado que tenían. Había muchos niños jugando tranquilamente en la calle, casi no había autos, pero si una gran cantidad de bullicio; no podía esperar menos que de la capital de Ciudad Subterránea, aquella en la que los comerciantes venían a hacer tratos por el minimo de pago.

-Casi se puede olvidar que se está en la Ciudad Subterránea... - se sorprendió Kikyō.

Asentí, aunque sabía que ella no vería mi respuesta.

Y entonces, tras dudar un poco, comenzamos a adentrarnos en la bulliciosa avenida; paramos varias veces a preguntar precios, buscando lo más económico para las múltiples compras que debíamos hacer. Ciertamente, esperaba que todo el mundo se sorprendiera por ver a un par de niños solos haciendo el mandado, pero la reacción fue toda la contraria, como si fuera más raro ver a algún adulto comprando y me podía imaginar porque.

Cuando terminamos, vagamos un buen rato con las compras al hombro y pensando si podíamos obtener algo de información del lugar donde estábamos; aunque en realidad, solo estábamos haciendo tiempo para la hora de reencuentro con Carla y Niggel, la cual se aproximaba cada vez más junto a esa inquietud inexplicable de que la paz estaba por terminar. O quizá, sólo estaba demasiado paranoico.

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora