Sentí ese nudo en la garganta, esa vergüenza, ese miedo; todo eso generaba una sensación extraña, no sabia si abrazarte, besarte o ambas cosas.
No me atreví a expresar lo que sentía, pero en el fondo quería hacerlo todo contigo en ese momento. Los nervios hacían que estuviese a la defensiva, cuando en realidad tenía todo lo que quería delante de mi.
Todo este tiempo queriendo estar contigo, y mis emociones me jugaron una mala pasada.