Capítulo 36: Hospital.

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Me levanto del sofá y me pongo las zapatillas. Camino arrastrando los pies perezosamente hacia la puerta y la abro sin mirar antes por la mirilla.

—¿Ya habéis vuelto? ¿Qué hora es?

—Es Liam, está en el hospital. —Dice Ruth un poco seria. Sus ojos se clavan en los míos.

—Vístete, tenemos que ir. —Ordena Lucy, una lágrima se escapa de su ojo izquierdo y se la limpia, piensa que no la he visto.

Supongo que Gemma, Will, Joe y Pauline lo habrán acompañado al hospital. Dios mío, ¿qué le habrá pasado?

En cinco minutos termino de vestirme y salimos de casa. Bajamos corriendo por las escaleras, pues no disponemos de tiempo para esperar al ascensor. Esquivamos a los fans y a sus cámaras. Al ver la cara de preocupación que llevamos, algunos deciden dejarnos paso, otros simplemente siguen chillando y disparando los flashes de sus cámaras. Se han llevado toda la noche pendientes de nosotras. Estas personas son increíbles. Lo más increíble es que nosotros le importemos tanto. Es decir, hay otras personas que seguro que tienen asuntos más interesantes de los que hablar y que son más atractivos y fotogénicos.

El taxi en el que han venido Ruth y Lucy nos espera abajo. Nos montamos en él, dejo pasar a mis amigas primero y yo cierro la puerta; me ha faltado poco para pillarle la mano a una persona. El taxi nos lleva al hospital en el que está Liam. Liam y yo no hemos hablado mucho, sólo compartimos la conversación de la mañana siguiente a la fiesta y... ah sí, —no sé como decir esto sin que suene mal— dormimos juntos. Pero eso no quiere decir que lo conozca a la perfección. Sólo congeniamos muy bien y lo he llegado a considerar un amigo. Es una persona muy maja y simpática, no se merece que le pase nada grave.

Aprieto mis uñas contra la palma de mi mano, los nudillos se tornan blancos y los dedos rojos. Estoy muy nerviosa. Lucy y Ruth me han dicho que está en el hospital pero no el porqué. Los diez minutos se me hacen eternos, y aunque tenga que verle la cara a Joe, no me importa porque estoy bastante preocupada por Liam.

Bueno, no estoy especialmente enfadada con Joe ya que él no me ha hecho nada, pero yo no me chupo el dedo y él lo sabe. Todo lo tímido que era antes se lo ha guardado en no sé dónde. Además, hay algo en él que no me gusta para nada, pero aún no sé qué es. Y por supuesto la historia que me contó sobre la chica y la broma pesada —que, supuestamente, no se vio capaz de gastarle— no me la creí, noté el conocido tono de improvisación en sus palabras.

Me considero una persona bastante observadora y es cierto que estudio cada reacción o gesto que hace una persona. Este "don" me permite saber cuando una persona miente o cuando está nerviosa. Tampoco tengo los estudios de un profesional, pero se me da bien. ¡Ya lo sé, ya lo sé!, cualquiera puede darse cuenta de estas cosas. Pero hay veces en las que es complicado notar estas cosas y saber interpretar el lenguaje no verbal, y ahí es donde entro yo. Realmente me lo paso bien intentando adivinar el estado de ánimo de una persona, es divertido.

El taxi nos deja en la entrada del hospital. Subimos hasta la segunda planta, la de urgencias. Este hospital es muy grande. Yo sólo he entrado una vez para hacerme una analítica de sangre para las primeras pruebas físicas. Debe de haber sido en octubre o noviembre.

Este hospital tiene unas ocho o nueve plantas. Me contaron que en la última residen los enfermos de cáncer y enfermedades contagiosas. Espero no tener que subir nunca a allí arriba. Sería deprimente.

Veo a lo lejos a Pauline andando de un lado a otro desesperada. Se tropieza con los tacones y se aparta de vez en cuando para dejar paso a camillas o a personas.

—Están allí. —Señalo el lugar.

Andamos rápido por el pasillo, no corremos sólo andamos más deprisa de lo normal, esto es un hospital, lo primero aquí es el respeto a los enfermos y a sus familiares.

—¿Qué ha pasado? —Pregunto intentando calmarme y no parecer nerviosa.

—¡Le han dado un navajazo! —Explica Pauline y rompe a llorar al terminar la frase, no creo que sea la primera vez que llora en toda la noche.

Will mantiene su mirada triste en el suelo blanco, no es capaz de articular palabra. Tengo la sensación de que está experimentando ese sentimiento de querer llorar pero no poder.

Joe simplemente mira sus dedos y los dobla, los enrreda y los desenrreda. Tiene una seria adicción a hacer eso cuando está aburrido o nervioso o vete a saber qué. Su boca forma un línea y sus ojos no han parpadeado desde que he llegado.

—¿Cómo ha sido? —Le pregunto a Pauline, ya que es la única que está por la labor de contestarme.

—No lo sabemos. —Contesta Joe adelantádose a Pauline, pero no me mira.

—Estamos esperando a que nos den noticias.

—Tranquilízate, Pauline, seguro que todo irá bien. Liam es un chico fuerte. —La abrazo fuerte en un intento de consolación, pero ella no para de llorar y moquear. Lo está pasando fatal, sé que Liam es como un hermano mayor para ella.

Cuando Pauline reduce la fuerza con la que me estaba dando un abrazo, logro recuperar un ritmo constante y regular de mi respiración.

—¿Dónde está Gemma? —Pregunto por primera vez en toda la noche. Con el ajetreo de llegar lo antes posible al hospital supuse que estaría aquí con los demás, pero no la veo por ninguna parte. Nadie me responde y me temo lo peor.- ¿Dónde está?

—Está hablando por teléfono con la familia de Liam —me explica Pauline después de unos segundos, los otros dos no abren la boca—. Ella quiso ocuparse, no nos dejó hacerlo a los demás. Gemma es la que tiene más afinidad con la madre de Liam... —Y vuelve a llorar. Esta chica está cada vez peor.

Pasados cinco minutos Gemma vuelve con nosotros con su móvil en la mano:

—Están destrozados, al principio pensaban que les estaba gastando una broma. —Mira triste la pantalla apagada de su teléfono móvil.- En dos horas y media estarán aquí. Les he dicho que les proporcionaremos comida y techo durante su estancia en Londres. —Gemma nos mira.

—Por supuesto. —Digo.

—La casa es pequeña, pero podemos reservarles una habitación en el hotel de la calle en la que vivimos o por aquí cerca. —Dice Lucy mirando a los demás.

Me siento al lado de Will, sin embargo, no le dirijo la palabra, supongo que no tiene ganas de meterse en una conversación absurda. Miro de reojo a Joe quien sigue perdido en sus dedos. Echo mi brazo izquierdo por los hombros de Will, me cuesta un poco ya que Will es muy alto. Él me mira y me sonríe amargamente. Sé que no es una sonrisa falsa porque ha sonreído con los ojos y eso no pasa cuando finges.

No paro de fijarme en todos los médicos y enfermeras que vienen y van por los pasillos: algunos ajetreados y otros simplemente paseando. La mayoría están muy alterados y algunos hasta corren. Pero nadie del personal sanitario de este hospital se acerca a nosotros. Cuando estoy apunto de perder la esperanza y sacar el móvil para distraerme, un médico sale acompañado de un enfermero, el médico pronuncia las mejores palabras que he escuchado en mi vida —vale, tal vez otras palabras ocupen el lugar de éstas, pero ahora mismo sólo tengo ganas de ver a Liam completamente recuperado, lo conozco de hace pocos días pero he empezado una amistad que no me gustaría perder por nada del mundo—:

—¿Familia de Liam Smith?

El Susurro de AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora