No pensé que era amor

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La tarde se asoma y él regresa envuelto en una niebla que le cubre el rostro.

Con el pecho apretado.

Con los ojos angustiados.

Así lo esperaba cada día, hasta que nunca llegó.

Las tardes se convirtieron en años, los minutos en piedras gruesas que pesaban en los pulmones, impidiendo el paso del aire.

No sabía si aún usaba el perfume a eucalipto, a bosque encantado, cuando llegaba de su larga caminata de la ciudad hasta aquí.

Ahora muero en mi silla gastada por el tiempo de espera, que me arrulla al dormirme deseando escucharte tocar la puerta.

No sé qué será de ti, quisiera saber de ti.

Crónicas de un corazón afligido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora