Capítulo 23: Contigo (Parte I)

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La casa era digna de un rey. Era inmensa y elegante, con una sección que se extendía hasta la costa, estando construía sobre el agua. Las olas bañaban con suavidad las gruesas vigas que sostenían esa parte, y a un lado había un camino de escaleras que conducían el mar, dando a un zona con aguas claras y tranquilas.

Las ventanas eran grandes y redondas, había cortinas de seda y madera blanca, muebles de palma, y las tablas blancas en el piso estaban tan finamente pulidas que parecía una losa de mármol. El techo era alto y no habían mucho adornos dentro, todo estaba limpio y fresco. El baño estaba recién llenado con agua fría y limpia, con perfumes y jabones de la mejor calidad, con fragancias suaves y tropicales. La gran habitación principal estaba bien ventilada y con grandes ventanas redondos, con muebles cómodos de todo tipo y un espacio donde había comida fresca, suficiente para dos o tres días.

Ambos entraron desde la playa, por las escaleras en la parte izquierda de la casa. Llegaron hasta la habitación principal. Kierab se sentó en un sofá, en la entrada de la terraza, viendo las olas y escuchando la brisa. El techo de la terraza estaba hecho de palmas, con algunas linternas de aceite colgadas, que en ese momento estaban apagadas.

Khalid se acercó, con el ligero crujido de la madera bajo sus pies descalzos. Se sentó a su lado y también miró hacia el mar.

—Este lugar es muy hermoso—comentó Khalid fascinado. Todo era impecable, fino y elegante, pero simple y con un toque modesto. No había ni una pizca de oro o plata. Sólo madera, palma, porcelana y seda.

—Gracias, yo lo mandé a decorar a mi gusto. Que bien que sea de tu agrado—se puso de pie y se quitó la bata exterior, quedando sólo con la camisa blanca que le llegaba hasta el cuello, la dejó a un lado y volvió a sentarse, poniendo los pies en un taburete—Quería que fuera un lugar que me hiciera sentir relajado, donde me olvide de todo lo demás. Así que tenía que ser simple y sin lujos.

—Ciertamente me hace sentir en paz—respondió—Además de ser silencio y aislado.

—No hay ni una sola persona en cientos de metros. Esta playa es propiedad de la familia real, desde donde nos dejó el carruaje hasta unos quinientos metros desde aquí.

Kierab se acostó sobre las piernas de Khalid y cerró los ojos, subiendo los pies al sofá.

—Cuando dijiste que querías ver el mar pensé en este lugar.

—... Gracias. Me gusta mucho—respondió, tocando un mechón de su cabello, peinándolo entre sus dedos—Y más aún porque no hay nadie más aquí, sólo usted.

Kierab abrió los ojos y miró hacia el mar, ocultando su sonrisa.

—¿Qué quieres hacer? Aún es temprano, falta mucho para el medio día.

—En la tarde podemos pasear por la playa, cuando el sol sea más suave.

—¿Y justo ahora qué quieres?

Khalid lo miró, guardó silencio unos segundos y dijo:

—Podemos dormir una siesta hasta el mediodía.

—Es una buena idea—se sentó y lo miró fijamente—Pero primero me gustaría tomar un baño, caminar hasta aquí me hizo sudar un poco.

—A mí también.

—Yo iré primero—se puso de pie y caminó hacia la puerta, sin quitarle el ojo de encima—¿Está bien?

—...Mm.

Kierab lo miró un poco más y luego de fue.

Khalid se quedó ahí, hasta que vio su silueta desaparecer en el marco. Aún no estaba preparado para ver a Kierab tomar "esa clase de baño". No podría con la imagen. Pero su mente aun así imaginó esa escena.

Encadenado a tu corazón© [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora