En la torre mas alta, del Castillo mas lejano, en una tierra olvidada. Se encontraba un caballero observando el cielo desde una ventana pensativo. Después de enfrentar las inclemencias del clima, pelear con las criaturas de las tinieblas, y vencer al dragón guardián. ahora a tan solo unos metros de ella, se había quedado inmóvil. Había pasado tanto tiempo y tantas cosas que olvido que todo era por ella.
Ahora que la miraba dormir tan pacíficamente. la duda lo envolvió en silencio, observo de nuevo el exterior a través de la ventana, recordando los peligros de su travesía llego a su mente la primera pregunta; ¿era justo el despertarla? seguida por otra pregunta; ¿era acaso lo que ella deseaba?
Era la primera vez que la veía. como podía tomar una decisión la cual no estaba seguro si le correspondía. ¿Qué le daba el derecho de besarla? solo porque era lo que se esperaba que hiciese, eso sonaba mas como un capricho que una razón. O era acaso, porque había sido lo prometido. Una prometida la cual ni siquiera sabia que lo era.
¿y si fuera su destino?
No.
Él sabia muy bien que no. el buscar una princesa nunca estuvo en su lista de quehaceres. Su viaje a si como su vida empezaba con una pelea o la búsqueda de una. Era bueno peleando, siempre lo había sido. Nunca tuvo la necesidad de hacer otra cosa. Pero ella no necesitaba un peleador ¿Ella querría a un peleador?
No podía saberlo, no sabia siquiera si la estaba rescatando, o condenando a enfrentar lo impredecible de la vida y las personas. El sabia que las personas no siempre eran tan buenas como presumían, y que la vida no era tan pacifica como uno quisiera. Sí, era bueno peleando ¿pero era bueno protegiendo? Era otra cosa que no podía saber, al nunca a verlo hecho.
¿Cuál era la vida que el conocía? podía siquiera considerar lo que había estado haciendo hasta ahora como vivir. Luchando sin parar, contra el clima, contra criaturas, contra las personas, contra el tiempo, contra sí mismo ¿Acaso vivir era tan difícil, tan agotador? Dormir con un ojo abierto, y la espada desenvainada en la mano. Eso no era una vida, o por lo menos no era una buena vida. Pelear por el mañana, solo para seguir peleando.
Solo por sobrevivir.
Era bueno sobreviviendo en cualquier ambiente, fuera un bosque o un desierto. El buscar comida y refugio eran cosas cotidianas para él.
No, eso no era una vida. o por lo menos no una que valiera la pena compartir ¿Dónde estaba la felicidad? ¿la paz? ¿la belleza? observando de lejos a la joven sobre la cama. Tan apacible y bella ¿Dónde estaba el motivo de vivir? Hubo un tiempo en el que ella fue su motivo, su razón, su excusa. Estar camino a rescatar una princesa sonaba mejor, que solo estar caminando sin rumbo. Pero eso había llegado a su fin.
A ella no podía mentirle. No quería mentirle.
La verdad era que la había estado utilizando como una excusa para no afrontar el mañana, y a si mismo.
Él caballero comprendió lo vacío de su vida. Por un momento se sintió perdido y solo ¿Qué pensaría ella de el? si supiera que su ¨héroe¨ de brillante armadura. No es mas que un hombre simple con una armadura de hierro oxidada y vieja, cubierta de sangre y tierra.
No.
Ella merecía algo mejor que las migajas de la vida, y el también, no estaba seguro si lo merecía, pero si lo quería. Algo mejor. Aunque no sabia muy bien como conseguirlo. Tal vez podía comenzar afrontando sus sentimientos.
El sol comenzaba a descender, anunciando el comienzo de la tarde.
Agobiado y emocionado al comprender tantas cosas en tan poco tiempo, comenzó a sentir el peso de todas estas revelaciones sobres sus hombros. Dejando su casco sobre una pequeña mesita, tomo asiento desprendiéndose de su armadura pieza por pieza, con el mayor silencio que le permitieran las piezas metálicas. Mas desahogado, observo el comienzo del atardecer pensando en el mañana, el futuro.
Nunca le había parecido tan atemorizante eh intrigante, el mañana.
Futuro. Se sentía extraño pensar en ello. Si tan solo fuera un ¨eso¨ o ¨aquello¨. Como las criaturas que cazaba en el bosque. Si era pequeño, una trampa era la mejor opción. Si era grande, era cuestión de paciencia y puntería, si además de grande tenia dientes y garras. Bueno, en ese caso solo le quedaba ser mas hábil o tener mas suerte. Pero no, el futuro no se podía atrapar. Solo estaba ahí como una promesa, una oportunidad.
El futuro estaba afuera, como estaba aquí adentro, durmiendo.
Poniéndose de pie, se acerco a la cama, deslizando su mano en uno de los mechones de cabello, descubriendo su rostro apacible. Apoyando su rodilla sobre el suelo, acerco su rostro hasta quedar a tan solo unos pocos centímetros de sus labios. Se quedo así por unos segundos. Su corazón comenzaba sonar cada vez mas fuerte, y su respiración empezaba a entrecortarse, tragando saliva dijo en un susurro tan suave que apenas si él era capaz de escucharse: - Me disculpo, no tengo idea de si lo que hago es lo correcto. Solo sé que es lo único que se me ocurre hacer.