-Que hermoso es el cielo ¿verdad?- sus ojos miraron arriba mientras caminaba lentamente, su voz sonaba suave y tranquila contemplando el cielo, la briza acaricio su pelo corto reconfortándola, después de mucho tiempo al fin podía sentir el calor del sol y eso la alegraba.
-Sí, así es -contesto la enfermera que sostenía su brazo. -Venga siéntese aquí, ya vienen a verla.
-¿Quiénes? -pregunto aun con la mirada aun en el cielo.
-Ya lo sabe señorita.
-No quiero verlos.-dijo de modo serio para después cambiar mau rostro a uno más alegre. - Sabes Rin, ya tengo el nombre- había cambiado repentinamente su actitud.
-Me alegra mucho oír eso. -por jardín se acercaba tres personas, quienes se podían distinguir con facilidad ya que a diferencia de los demás eran los únicos que no vestían de blanco, cuando estuvieron cerca la enfermera simplemente se marchó, una de las personas la miraba con desprecio.
Aquello no era nuevo, esa mirada la conocía, quien mejor para despreciarla que su progenitora. Aquella mujer que le había dado la vida por mera ambición. El sentimiento de siempre la lleno, con ambas manos sujeto su vientre como queriendo protegerlo.
De algo estaba segura, ella sería mejor madre.
Hanna hizo una mueca de asco al mirar su vientre, no la había visto desde la corte donde había sido ingresada a la clínica mental, no sentía asco del bebe, si no de ella, su propia hija, jamás la miraría de otro modo, después de todo no se había equivocado, Hinata era igual a Hiashi, que mejor prueba que esa prisión disfrazada de clínica mental.
No tardaron ni 15 minutos cuando comenzó a gritar desesperada, no quería que le quitaran lo único bueno que le quedaba, pronto fue sedada por un enfermero para ser llevada de vuelta a su habitación.
-Esto será difícil. -dijo uno de los dos abogados que acompañaban a Hana Hozuki.
-No importa, ella no podrá hacer nada, está completamente loca. Quita esa cara kazoku no es como que estuviéramos haciendo algo malo, es lo mejor, solo quiero proteger a mi nieto, no merece estar al lado de ese monstruo.
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LYCORIS O
HororCuando el amor obsesivo se dispara, nada parece detenerlo. El sentido común, la farmacoterapia, la terapia electroconpulsiva, los médium, la regresión y la hipnosis fracasan al unísono. Ni magia ni terapia. La adicción afectiva es el peor de...