El señor del acero

Capítulo 10 Horario de oficina

Mientras cabalgábamos una gran tormenta

 se desato y para cuando llegamos a casa de Friedrich ambos nos encontrábamos completamente empapados.Rápidamente desmonte y luego ayudando a desmontar a Misha la agarre para evitar que se cayera y le di la alforja que contenía las joyas que había robado a los cadáveres y comencé golpear la puerta y grite para llamar a Friedrich —*¡pon, pon, pon! * ¡Friedrich soy yo abre! *¡pon, pon, pon!* ¡Por favor abre la puerta! —Estando a punto de rendirme la puerta comenzó abrirse y vi la figura enfadada de Friedrich — ¡por el amor de dios! ¿qué haces aquí a estas horas con el diluvio que está cayendo? ¡Si no te hubiera reconocido la voz no te...—Sin terminar la frase por la escena que estaba frente a él de vernos empapados y con una joven en mis brazos — ¿qué demonios has hecho? — —¿quieres que te lo cuente o vas a dejarme entrar? —Haciéndose a un lado pase a la casa y nos colocamos sentados en el suelo frente a la chimenea mientras la mantenía abrazada — ya estamos seguros cuando entres en calor te mirare la herida ¿de acuerdo? — —*Cof, cof* siento interrumpirte pero podrías explicarme ¿qué te ha pasado y porque has venido a mi casa en plena noche?— levantándome con cuidado y con la alforja en una mano y con la otra tendiéndosela para mostrarle cinco balas ensangrentadas me acerque a Friedrich y con los ojos abiertos me pregunto — ¿a quién has matado? —dirigiéndome a la mesa deje la alforja encima y me senté abatido — ¿te suena un tal Sir William?— Sentándose con cansancio respondió Friedrich— Sir William, Sir William de Blair el gran comerciante, si lo conozco tu madre ha hecho algunos tratos con él y también tiene cierta reputación como timador entonces,si no me equivoco en lo que ha pasado tú has intentado comprar a la chica ¿verdad? , el te pedía más dinero poniendo algún tipo de escusa como que se la había prometido a algún príncipe, duque o conde y al final los has matado ¿me he dejado algo? — —no intentaba comprarla quería liberarla— suspirando profundamente Friedrich volvió habar— sabia que tarde o temprano alguien acabaría con ese maldito estafador pero nunca espere que lo hiciera alguien con tan nobles intenciones ¿qué hay en la bolsa? — —son las joyas que llevan él y sus matones