She can see, but not speak

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Si tuvieran que describir a Nia con un par de palabras, sería “dulce y linda” y ella no tendría problema con ello

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Si tuvieran que describir a Nia con un par de palabras, sería “dulce y linda” y ella no tendría problema con ello. A pesar de su pequeño gusto por causar un par de problemas, también le gustaba ayudar y ser amable con los demás. No le importaba dar una mano extra si alguien lo necesitaba, su actitud tranquila y serena la hacían ser un verdadero encanto. Pero eso no significaba que fuera débil ni mucho menos, era de las mejores guerreras en el pueblo de Tortilla, así que cuando una bruja gigantesca llamada Xena apareció junto a sus súbditos no dudó en atacar con todo lo que tenía. El pueblo era su hogar, el sitio donde había crecido y vivido junto a sus mejores amigos y compañeros de aventuras, por lo que no podía permitir que fuera destruido así como así. Su bonita realidad estaba desmoronándose y ella no estaba preparada ni dispuesta a eso.

Aún con el suelo cayendo a sus pies, fue con espada de diamante en mano y se abalanzó contra la bruja. Mientras Auron y Luzu iban por los chamanes, los demás batallaban contra los Zotzu. Fue abriéndose camino, terminando con aquellos bichejos con una ferocidad tremenda y ayudando ocasionalmente a otros. Así, llegó hasta Xena cansada, sudando y varias heridas sangrantes en su pálida piel, pero a ella no le importaba, con tal de proteger lo que amaba haría lo que fuese necesario.
Rápidamente se dirigió a la bruja y atacó sus pies en un intento de hacerla caer para que fuera más fácil acabar con ella, mientras gritaba uno que otro improperio y palabras de ánimo para sus compañeros. Por supuesto, la mujer notó esto y molesta intentó apartarla, pero Nia era más ágil, algo sorprendente teniendo en cuenta que era una híbrida entre sirena y humana; lo que significaba que en cuanto se sumergía en el agua sus piernas se convertían en una cola escamosa de diferentes colores pasteles.

Xena se había encargado de investigar un poco a cada uno de los habitantes del pueblo, pues eran conocidos por su fuerza y resistencia en batalla. Sabía el pasado de cada uno y su raza, sorprendiéndose al ver varios híbridos de animales o seres mitológicos, como lo era Nia. Pudo ver qué no parecía molesta con su condición y que de hecho era una buena guerrera. Al principio no pensó que fuera difícil conquistar este pueblucho también pero se estaba volviendo problemático, más cuando cada vez más personas se estaban uniendo a la sirena, sus Zotzu caían como moscas y para colmo unos malditos chamanes habían aparecido.
Estaba en problemas, estaba claro. Estúpidos humanos e híbridos, si no fueran tan fuertes esto habría sido más fácil. Cada vez estaba más molesta e irritada y escuchar la voz de la pelirrosa asegurando la victoria de nuestros héroes la enerva.
Divisó la estatua de una sirena que permanecía en el centro del pueblo y una idea se le pasó por la cabeza. ¿Disfrutaba ser una sirena? En ese caso, se preguntaba si lo disfrutaría tanto siéndolo por toda la eternidad.
Rió con malicia, a pesar de que los chamanes se acercaban.

Mirando directamente a la sirena, Xena pronunció una palabras inentendibles para los chicos, que la miraron confundidos pero no por eso dejaron de atacar. Igualmente, a la bruja ya no le importaba, porque entre todo el caos nadie notó como Nia se convertía en una sirena fuera del agua para posteriormente desaparecer sin explicación alguna.

—Sujetaos con fuerza, esto no va a ser fácil —dijo uno de los chamanes. Xena rió ante el hechizo que había ejecutado.

Pronto todo se volvió negro, como si una espesa capa de humo negruzco como el abismo los hubiera envuelto. Cuando se dispersó, Auron, Biyin, Juan, Ari, Deqiuv, Fargan, Axozer, Ibai Luzu y Focus se organizaron para explicar lo que había ocurrido. Sin notar ninguno que la estatua detrás de ellos, era Nia convertida en piedra. Pero para su mala suerte, sí que podía ver y escuchar, más no moverse o hablar. Intentó gritar por ayuda pero ningún sonido fue emitido. Todos se fueron por su lado, dejándola sola y confundida, sin entender lo que ocurría. Se calmó y pudo notar que estaba petrificada, uniendo cabos dedujo que se trataba de una maldición por parte de Xena.
Se lamentó un poco pero pensó que pronto se darían cuenta que no estaba y la buscarían, para finalmente notar la similitud de lo que es la estatua de la fuente y ella y buscar una solución ¿verdad?

Pasaron unos días y la aduana fue abierta junto a los portales para ir de un pueblo a otro. Como predijo Nia, acabaron por notar su ausencia al ver que la pelirrosa no estaba en ninguno de los pueblos. Iniciaron una búsqueda por los alrededores de los tres pueblos y por el mar, incluso le pidieron ayuda a los chamanes, pero no sirvió de nada. Nadie tenía idea de dónde podría estar la sirena, así que con el tiempo acabaron por darla por muerta, aunque algunos querían mantener la esperanza de que estaba en algún lado. Cuando Nia escuchó la noticia, se espantó e intentó por semanas moverse aunque fuera un milímetro o hablar, pero fue en vano. Ni siquiera parpadeaba. Así, nadie podría darse cuenta de su situación.

Casi un año había pasado desde ese día, Nia contaba con una tumba y un par de flores que la dejaban de vez en cuando. Estaba devastada y se sentía sola, acabada. Con el paso del tiempo, todo el mundo se había olvidado de su existencia y ni siquiera la buscaban o hablaban de ella. Estaba tan triste y furiosa a la vez, notando como todos seguían su vida felices y ella estaba allí, sin poder hacer absolutamente nada. Todos pasaban de largo, pocas veces se reunían en la fuente, pero por alguna razón nadie podía notarla. ¿Sería parte de la maldición de Xena? Era imposible que nadie hubiese notado que era ella. Estaba tan cansada, tan harta de estar allí sin hacer nada. Ahora, lo único que deseaba era librarse de esa maldición o morir. Había pensado en ello, sumergida en su mente siempre, cada vez más apática e irritable, incluso si nadie la molesta nunca. Pocas veces la notaban cuando no estaba en ese estado, ¿cómo la notarían ahora entonces? Tenía sentido. Su vida era sufrimiento, observando desde lejos como todos corren y parlotean felices, construyen, abrazan a sus amigos y se divierten, mientras ella se queda atrás. Está tan exhausta, exhausta de ver cómo al final de cuentas, estaba destinada a ser olvidada.

Ante estos pensamientos tan pesimistas, no puede evitar llorar en silencio, rodeándose de sufrimiento. Ella no era así, pero toda esperanza había sido pérdida. Una lágrima se le escapó, cayendo lentamente por su rostro hasta aterrizar en la palma abierta de Auron, que se encontraba allí charlando con Ibai. Éste al notar la humedad en su mano ma mira confundido, después levantando la cabeza para ver al cielo directamente.

—¿Qué pasa? —preguntó el pelirrojo, mirando también al cielo.

—Es que me ha caído una gota, pero el cielo está despejado —comentó extrañado.

—A ver si es que te ha meado encima un pájaro —se burló su amigo.

—Que asco tío —Auron puso cara de asco ante la mofa de Ibai.

Los dos se encogieron de hombros sin darle importancia y siguieron con lo suyo, alejándose de allí para hacer alguna travesura. Nia observó toda esta interacción emocionada al principio, pensando que por fin se darían cuenta, pero al ver cómo se alejaban sus ilusiones se desinflaron como un globo. Se regañó por pensar que por fin terminaría esta maldición, cuando era obvio que no lo haría. Suspiró internamente con tristeza.
Al final, nadie nunca la notaría.

 Al final, nadie nunca la notaría

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La Sirena | TortillaLandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora