Comenzó igual que cualquiera de las decenas de películas del género que había visto; igual que la mayoría de los libros sobre el tema que había leído por puro entretenimiento, sin más objetivo que pasar el rato leyendo algo con poca substancia y escaso fundamento.
Por lo que pude saber a los pocos días de volver, tras recibir noticias de cómo pudo pasar, la cosa no había sido muy original, que se diga. Nadie sabía exactamente dónde comenzó, ni cuál había sido el modo por el cual se esparció de modo tan rápido a través primero de Asia, después de Europa y África, y arrasó después con la población humana del resto del planeta.
Las autoridades dijeron que estaba controlado. Controlado, los cojones. Nos estaban masacrando.
Más bien debería decir que los estaban masacrando, ya que me perdí el principio de la fiesta. Pena que no hubiera podido perdérmela entera, probablemente gracias a la feliz ocurrencia del amigo Murphy. Mira que hay años, siglos, milenios. Pues no. Tiene que ser justo cuando estoy aquí. Para joder. ¿Por qué se le caería a aquel tipo la tostada boca abajo? No lo sé, lo único que tengo claro es que le debió molestar bastante. O eso, o es que estaba amargado sin más. El vinagre de Murphy.
Poco antes de la hecatombe, apocalipsis, el hostión en toda cara (o en el ojete, si lo prefieres. Como más duela, que seguro que se queda corto), o como sea que se pueda llamar a esto, había atravesado un periodo de la vida algo desagradable. Para no entrar en demasiados detalles, me despidieron del curro (mi jefe era un cabrón, sí, pero en este caso el liante fui yo. Y es que una gasolinera no arde todos los días por culpa de un "pequeño" despiste). Me enfadé con mi pareja y decidimos posponer la relación durante un tiempo más o menos infinito, tuve que alquilar mi piso para poder pagar la hipoteca (mira qué bien, ahora ya no tengo deudas. Ni hipoteca, ya que los bancos se fueron a la mierda junto al resto del mundo al que debía pasta. Algo bueno tenía que tener esto), mis padres me volvieron a recordar que era un desastre ("ya sabía yo, que algo así te tenía que pasar" bla bla bla y esas cosas que seguramente ya conoces), y decidí ausentarme durante un tiempo.
Muy buen modo de ausentarse, como pude comprobar tres meses después, había sido el hecho de viajar en el velero que mi padre solía tener amarrado en el puerto deportivo de Getxo. Tan buen modo, que no me enteré de nada hasta que un día me dio por volver. Se está muy bien a solas en el mar, sin tele, sin escuchar la radio, sin periódicos que te recuerden a diario que el mundo es un sitio lleno de peligros en el que te pueden pasar únicamente cosas malas. Bueno, también puedes enterarte del peinado de moda en la liga de fútbol. Lo malo es que cuando te enteras de golpe de todo, la sensación es aproximadamente igual a la que se debe sentir cuando un caballo te cocea los huevos.
Eché el ancla muy cerca de la playa de Laga. Era temprano, quizá por eso no me extrañó el hecho de que aquello pareciera un desierto. No se veía ni un alma. La verdad es que llevaba tiempo sin siquiera ver un barco, aunque lo achaqué a la ingente cantidad de marihuana que había cargado para, al menos en los días en los que la mar estuviera en calma, hacer el tiempo más llevadero.
Estaba nervioso, hacía mucho que no hablaba con nadie, y en cierta medida me daba miedo enfrentarme de nuevo al día a día, al contacto con los míos y a las explicaciones que a buen seguro tendría que dar. En las últimas semanas, incluso había llegado a sentir miedo de que algo muy malo hubiera ocurrido a alguien querido, por eso de no haber llamado, y temía al momento de llegar a casa. Gracias Murphy, por haber hecho que lo muy malo hubiera ocurrido a TODOS mis seres queridos. Ojalá hubieras estado vivo y también tú hubieras visto esto, antes de convertirte en un Chungo (ya te explicaré porqué decidí llamarlos así).
"Un bañito y a casa", pensé, y salté al agua armado con mi arpón, el traje de neopreno y unas sencillas gafas de buceo. Con un pulpo me bastaría para desayunar.
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Relatos Oscuros
HorrorEl ser humano ha temido, desde que el mundo es mundo, a la oscuridad. Y es que en las horas sombrías, cuando los seres que habitan nuestros terrores vagan entre las tinieblas, aquel que no haya conseguido guarecerse corre el riesgo de enfrentarse ca...