La Redención de Regulus Black

Capitulo 01: Camino del Arrepentimiento

Madame Walburga Black no acompañó a su hijo el Expresso en esta vuelta a Hogwarts, se encontraba con una salud que se deterioraba progresivamente, tenía episodios desvariantes y gritaba sin razón, como si los fantasmas que habitaban en su imaginario la persiguieran por los rincones oscuros de la casa, reclamando y sacando a luz sus recuerdos más dolorosos y su fracasos, porque aunque no fue una buena madre, Regulus sabía que su madre lo quería, los quería a él y a su hermano, aun cuando fue ella misma quien quemo su rostro del tapete familiar, aun cuando lo maldijo y perjuró odiarlo, Regulus sabía que no era cierto, solo él sabía que en los siguientes cumpleaños del primogénito, a las exactas 00:00hs. Walburga se deslizaba al Salón del Árbol Familiar y contemplaba con dolor por horas el rostro en la chamuscada tela. Regulus sabía que ella los quería, y sabía que el mayor dolor de su madre, y la posible causa de sus agonías era la culpa de haber fracasado con el niño que tenía sus ojos, Sirius.

Regulus P.O.V

El vagón de Slytherin era generalmente un trayecto tranquilo, así que medio viaje me dediqué a dormir hasta que mandaron a llamar a los actuales Prefectos y Premio anuales. Me habían ofrecido el puesto de Prefecto al que amablemente demití y decidí quedarme solo con el honorifico de premio anual.

El comienzo del año escolar fue extraño, las promociones siempre rondaban los ochenta nuevos estudiantes de primer año, pero este año apenas veinte niños nuevos llegaron, pero era entendible, teníamos una inminente guerra respirándonos en la nuca y Hogwarts era un blanco conocido, al ser la única escuela de Europa Occidental que no hacía diferencia de clases, y que además, era abiertamente opositora al movimiento Purista.

Era entendible que los padres de mestizos e impuros temieran por sus familias y decidieran no enviarlos al colegio. Igualmente saltaba a la vista la ausencia precavida de alumnos de todos los cursos, también era compresible, el miedo acechaba en cada esquina, secuestros y ataques se habían registrado en aumento progresivo, incluso familias de actuales estudiantes de Hogwarts habían sido torturadas y asesinadas. Las visitas de los reclutadores a las familias mestizas e impuras eran la condena de muerte de los visitados, yo mismo había sido un testigo de muchas torturas a diferentes familias, pero nunca actué, debido a que aún era menor de edad y mi varita aun registraba y enviaba mis hechizos al ministerio. Había presenciado familias enteras perecer dolorosamente con un total estoicismo y sin mover un dedo, porque estaba fielmente convencido de que era necesario, hoy miraba atrás y el remordimiento me pinchaba las sienes y hacia quemar incómodamente mi garganta, era tan culpable como los torturadores, era tan verdugo como los asesinos.

Mi hermano y su tan famoso grupo de Gryffindor's se habían graduado el año anterior, y con ellos también mi amigo, Severus Snape el más humano de mis allegados; en resumidas cuentas solo quedábamos Bartemius Crouch Jr. El trastornado con problemas paternales, y yo, tal vez sólo quedaba yo. Estaba solo, no era un tipo muy social y la sociedad que me rodeaba no era precisamente, de fiar.

Me abrumaba la idea de llegar a necesitar ayuda de un tercero, y no saber a quién recurrir, los profesores eran todos, muy buenas personas, pero no les pediría ayuda ni estando muerto, ellos sabían que mis ideas no eran las mismas que las suyas, además mi actuación de perro fiel debía continuar hasta el día que diera el golpe.

Esa misma noche invoque a Kreacher en mi habitación, solo para confirmar que el elfo podía entrar sin problemas al menos para hacerme compañía y traerme información externa en caso de necesitarla. Kreacher llegó con éxito, y ya no me sentí tan solo.

El cuatrimestre se pasó sorpresivamente rápido, a mitad del mismo descubrí exactamente qué era lo que Lord Voldemort celaba en la cueva, y en la siguiente mitad del curso me dedique exclusivamente a aprender como destruirlo.