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La mente de Felix divagaba en otra esquina de la habitación, solo podía mirar el techo fijamente mientras exhalaba el humo de su cigarro, no podía pensar nada en especifico, nada claro. Quizá todavía seguía lo suficientemente drogado como para razonar algo, o simplemente no se encontraba en la situación necesaria para hacer funcionar su cerebro, disfrutaba esa paz de simplemente existir y no tener que preocuparse de nada, hasta que Kuina aparecía.

—Vamos, es tarde. —Su amiga insistía desde la puerta de su habitación, lista para salir con un cigarro entre sus labios— Llevas reflexionando aquí todo el día, ¿Que tanto necesitas pensar? La barra libre es hasta la una, si no te apuras me iré sin ti. No estoy dispuesta a pagar ni siquiera un solo centavo por un trago en ese lugar, ¿Sabes lo caro que es? Y...

Kuina era realmente insoportable, así que en algún punto dejó de escucharla. Era su amiga a distancia de hacia años, apenas había tenido la oportunidad de viajar y conocerla y en parte odiaba decirlo pero hubiera preferido seguir lejos.

—Hablas demasiado. —Se quejó Felix, saliendo de su trance unos minutos después, mientras la miraba con indiferencia.

—Y tu solo hablas para quejarte. —Se acercó y lo levantó a tirones del piso para que se vistiera sin antes apagar su cigarro en el cenicero que estaba en la cama. Era el tercer día consecutivo que salían de fiesta, a ese punto Felix solo deseaba un poco de paz— ¿Que sería de ti sin mi? Estarías aquí todo el día, y te estarías perdiendo los mejores lugares de este país, bueno, las mejores fiestas.

—Sabes que no vine a eso.

Ella rodó los ojos con obviedad, mientras el se mantenía de pie aun fumando y ella husmeaba en su closet para encontrar un conjunto que fuera acorde a la situación a la par que no cerraba su boca ni un solo segundo.

—Tendrás tiempo para "eso" luego, ahora es momento de salir, de disfrutar, de conocer y quien sabe quizá no pases la noche solo. —Dijo la rubia y lo miró para lanzarle una sonrisa juguetona con la cuál soltó una pequeña risa entre dientes mientras expulsaba el humo de sus pulmones y apagaba el cigarro que estaba por consumirse completamente. Kuina adoraba salir, conocer gente y bailar hasta que sus pies dolieran, por el contrario Felix prefería la paz de su habitación aunque no le molestaba la idea de salir a beber algo y conocer a alguien para divertirse.

Ella le lanzó un montón de ropa y el se vistió para seguido dejar esa habitación atrás y pasar una buena noche de la cuál poco recordaría.

•••

Hyori golpeaba suavemente el lápiz contra las hojas sobre el escritorio pensando en las respuestas de su tarea, la noche era profunda y la única luz en su cuarto era la de la lampara de noche que iluminaba sus cuadernos, era sábado y mientras su padre hacía papeleo y su madre miraba televisión ella adelantaba la tarea de la semana. Aun tenía dos materias más que adelantar y tres ensayos para comenzar, lo que la dejaba corta de tiempo para repasar sus apuntes de las clases de idioma y aun menos tiempo para los proyectos grupales a los que debía orientar y aportar. Apenas quería pensar en sus actividades extracurriculares que eran de utilidad para su carta de recomendación, entre mil cosas más que le venían a su cabeza mientras se encontraba en el problema número ochenta de su libro de matemática.

Soltó su lápiz sobre toda la cantidad de material y estiró sus brazos mientras soltaba un suspiro. El reloj de su escritorio marcó la una de la mañana y se sorprendió al ver como ya llevaba dos horas allí, sin avanzar lo suficiente, sin avanzar tanto como lo necesitaba. Apenas podía concentrase en lo que estaba haciendo, las palabras de sus libros se distorsionaban y lo único que quería hacer era dormir aun que fuera un par de horas y dejar de pensar.

Se encontraba en una telaraña de pensamientos cuando su madre abrió la puerta de su cuarto sin aviso previo y la miro fijamente.

—Ya me voy a la cama, no hagas ruido por favor necesito descansar.

—No te preocupes, yo también iré a dormir. —Respondió la chica.

Su madre miró el escritorio y se acercó para poder ver su tarea con los brazos cruzados y el semblante pesado. Todo estaba desordenado, habían apuntes desde clases de idioma, de piano, matemáticas, ciencias y otros que no podía distinguir entre tanto material. Todo sin terminar.

—Espero que sea una broma, no haz acabado siquiera con matemática que es para el jueves, y aun tienes allí la tarea de mañana sin hacer y más con lo desordenado que esta todo. —Levantó la voz Jihye comenzando a molestarse por el atrevimiento de su hija.

Hyori, exhausta y con los ojos cansados simplemente asintió. Estaba acostumbrada a las palabras hostiles de su madre así que simplemente intentaba transportar su mente a otro lugar para no dejar que le afectara.

—Dejaré la puerta abierta, no quiero que te acuestes sin terminar esto. No entiendo en que momento te volviste una perezosa que deja las cosas a medias, cada día me decepcionas más. —Suspiró su madre molesta— Aun dándote todas las herramientas eres capaz de desperdiciarlo todo por ser una holgazana.

Tomó sus cuadernos y los tiró sobre ella enojada, pero Hyori no se inmutó, los dejo caer mientras la cara de su madre se enrojecía.

—Así no llegarás a ningún lado, yo a tu edad mantenía mi propia casa, cuidaba de mis hermanos y hasta trabajaba al mismo tiempo que estudiaba, no tenía ninguna posibilidad, ¿Pero tú? Solo debes estudiar y hasta eso haces mal, no eres capaz de completar la tarea. —Dijo Jihye mientras la tomaba bruscamente del brazo levantándola de la silla mientras clavaba sus uñas en su brazo con ira, la chica desviaba la mirada y evitaba hacer enojar aun más a su madre manteniéndose callada— Realmente creo que vas a ser una decepción para esta familia. —Finalizó mirándola con desprecio y soltándola para que cayera sobre la silla del escritorio.

Desapareció por la puerta y Hyori no quizo ponerse de pie hasta unos minutos después para poder recoger sus cuadernos cansada y volver a situarse en el escritorio. No pudo cerrar sus ojos durante toda la noche, y habían tres cosas que la mantuvieron despierta hasta el siguiente día; la tarea sin terminar que su madre le pidió completar, las palabras hirientes hacía ella y Felix. Lo último era realmente estúpido, ¿Por qué una persona tan fugaz se atrevía a meterse en su cabeza cuando tenía mil cosas más en las que pensar? Odiaba todo.

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