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— Jodete Tanizen ¡Basta! No es gracioso — Se quejó el que se autodenominó así mismo como el "hechicero supremo", empujando por los hombros al mencionado, quien tenía una de sus manos posicionadas en su cadera y otra levantando su pierna para poder acorralarlo mejor.

— ¿Qué cosa debería ser graciosa? Mago de mierda tú empezaste esto — Este hizo un movimiento para levantar levemente al más pequeño, apoyándolo contra el muro del patio.

— Yo solo- ¡Mgh! — Soltó ese quejido al sentir un accidental impacto de sus cuerpos

Ambos se miraron a los ojos sorprendidos, Juan cubriéndose la boca y Tanizen sonriendo para acercarse a la oreja del más pequeño

— Siempre estás gimiendo en cualquier momento a todo el mundo ¿Y ahora sientes vergüenza?

— ¡Es diferente, para ya! ¡Imbécil alejate! — Gritó más desesperado cuando Tanizen apretó su cintura, no entendía cómo llegaron a esa situación pero estaba siendo bastante incómodo.

— ¿No crees que me la debes por el sufrimiento de todas mis versiones al ser transportada una y otra vez sin que te importe que duela?

Juan guardó silencio en ese momento, aún forcejeando pero comenzando a dudar de si mismo por sentirse culpable, tal vez no era el tanizen de su universo pero parecía estar conciente de todo lo que sucedió. El experimento que estaba haciendo a solas no resultó nada bien.

[...]

En otra escena, un importante empresario estaba escabulléndose en la casa del hechicero, no era nada difícil ya que cuando se hablaba de seguridad la mayoría era casi nula cuando se trataba de él.
Lo llamó cuando pasó a la sala principal pero no respondió, era extraño ya que todos dijeron que no había salido de casa desde hace bastantes horas. No iba a explorar mucho hasta que escuchó unos gritos en el patio del santuario.
Cómo no, primero subió al techo y luego se dignó a mirar lo que sucedía, viendo con una gran sorpresa como Tanizen tenía acorralado a un asustado Juan en el muro que rodeaba la isla. Apenas escuchó los quejidos del mago de circo se lanzó a empujar al de mayor altura de los tres con su espada.

— ¡Spreen! — El mago cayó al suelo de rodillas, llamando a su salvador, estaba felíz de verlo

— ¿Quié-? ¿Spreen? ¡Hey chico! ¿Cómo estás? — Habló amablemente como si nada hubiese pasado hace pocos segundos, levantándose del suelo mientras se sacudía la ropa

— Tanizen, rajá de acá o te- — Sus palabras fueron interrumpidas cuando Juan se levantó del suelo y se puso enfrente de él agarrándole los brazos

— Está bien, no te metas en problemas, yo puedo arreglar esto

— ¿Sabes qué? Me largo, en otro momento solucionaremos esto Juan, fingiré bien mientra estoy aquí. — Se despidió acercándose al muro y escalandolo, nadie usaba la puerta de Juan

— ¡Eh pará! Tenés que volver a tu universo — Tanizen respondió regalándole el dedo medio antes de bajar y seguir su camino

— No te preocupes, puedo comerme un regaño de los dioses, hay cosas que le debo a Tanizen así que esta bien — Parecía sentirse realmente culpable, unas pocas palabras lo habían hecho pensar bastante bien y el oso las había escuchado pero iba hacer de cuenta de que no.

— ¿Seguro que estás bien? Podría derribarlo y meterlo a esa cosa que sirve para tu hechicería

— jaja, sí, estoy bien y por ahora no necesito eso, tengo esto bajo control aunque me preocupa lo que le pase. Tampoco es algo tan serio que se encuentre con gente de otro universo — Sonrió volviendo alejarse de su amigo, viendo por un momento a la dirección donde desapareció

Invocación [Spreen x Juan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora