Captulo 26- Hazel

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NOTA DE LA AUTORA:

Perdón por no actualizar antes, pero tenía muchos exámenes y mucha presión, pero hoy traigo un nuevo capítulo y posiblemente otro.

¿Qué os está pareciendo la historia?

La verdad no tengo mucho apoyo, así que si alguien me puede ayudar comentando, votando y difundiendo le agradecería hasta el infinito <3.

Bueno, y ya lo dejo...¡¡Chao!!

Besitos de escritora <3

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─ Y esta sería nuestra clase ─ Xiomara me estaba enseñando toda la academia y no estaba nada mal. Estaba bien cuidada, las aulas eran extensas, los pasillos limpios y los carteles colgados por las paredes del recinto le daban un toque minimalista ─. Vamos, tenemos que entrar ya.

Xiomara abrió la puerta y ella pasó, tras hacerme un gesto de que esperase fuera. Una clase con el suelo azul, las paredes color crema, ventanas grandes, un tablón de corcho con papeles colgados con chinchetas y alumnos con semblantes somnolientos llegaron a mi vista.

─ Buenos días, profesora ─ esta se dirigió a una mujer alta, rubia y de ojos azules, muy azules, azules oscuros, como si fueran la mismísima noche ─. Aquí está la nueva estudiante.

─ Tráela ─ dijo con una enorme sonrisa. Suspiré y traté de calmarme. Xiomara se dirigió a mí con otro gesto, invitándome a que pasara.

─ Buenos días ─ toda la clase, incluida la profesora, se quedaron pasmados al verme. Yo estaba muerta de vergüenza.

─ Bienvenida, princesa Hazel ─ hizo una reverencia y dedicó una mirada fría a todos los alumnos ─. ¿No os vais a presentar?

La clase hizo una reverencia. Avancé a una silla libre, junto a Xiomara, que supuse que ella me había guardado y me senté, incómoda por la situación.

Las horas pasaban y la clase no se daba por finalizada, por lo que ya estaba más que aburrida.

Levanté la mano, exhausta, tratando de decirle con indirectas a la profesora que acabase ya su maldita clase.

─ ¿Sí, Hazel? ─ la maestra dirigió su mirada a mí y ladeó la cabeza.

─ ¿Cuándo acaba la clase? ─ inquirí, ya harta.

La profesora iba a responder, pero una voz se interpuso. La voz de una muchacha de pelo lacio y castaño, con ojos negros y un rostro pequeño. La voz de Julliette.

─ Eso no se pregunta ─ lo peor de todo era que se dirigió a mí ─. Es de mala educación ─ sonrió con repelencia.

─ Cállate, Julliette, no interrumpas las cuestiones de tus compañeros ─ la profesora le dedicó una mirada fría y luego se dirigió a mí. La rabia de Julliette era bastante perfectible ─. La clase acaba a las doce menos cuarto.

La sonrisa de la profesora esta vez fue de satisfacción al haberme respondido. No podía aguantar más metida en este aula y lleno de gente que en verdad eran víboras, eran veneno, eran pura radiación. No me gustaba estar rodeada de tanta gente.

Haciendo excepción con Xiomara. Ella era una persona que transmitía confianza y pureza a primera vista y desde el primer momento me trató de maravilla, por lo que escribí en un papel un texto y se lo envié, lanzándolo disimuladamente.

 Ella era una persona que transmitía confianza y pureza a primera vista y desde el primer momento me trató de maravilla, por lo que escribí en un papel un texto y se lo envié, lanzándolo disimuladamente

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