Dulce Ilusión - YoonMin

C a p i t u l o U n o

Tras las ordenes dadas por sus padres Yoongi partió hacia Manchuria para luego dirigirse finalmente a Tokio.

Por su paso por Manchuria había conocido importantes personajes que estaban dispuestos a ayudarle con la próxima guerra ya sea por intereses propios o comunes.

Los personajes más destacados que habían apostado por su futura victoria eran gente mayormente enemiga del imperio japonés.

Pero también habían personalidades como los descendientes del clan Kim y del clan Jung que habían aceptado por su sentir patriótico, considerando incluso pertenecer a su futuro ejército.

Ya una vez cumplido sus propósitos en Manchuria Yoongi se instaló en Tokio en la residencia de un viejo amigo de su familia mientras hacía sus estudios en la universidad del mismo nombre.

Lo bueno de hacer sus estudios en tokio fue que pudo hacer amigos y también aliados que apoyaban su causa.

Él sabía como usar su preciado don con las palabras, porque él era un Min.

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Jimin se encontraba mirando a la nada desde la cubierta del barco que los transportaba a Tokio.

Su padre había decidido acompañarlos en este viaje para prepararlos correctamente y también presentarlos formalmente en la prestigiosa familia Hikumoto que era una de las importantes en su país de origen.

Estaba tan absorto en lo suyo que dió un pequeño saltito cuando Taehyung susurró.

—Pareciese que este viaje traerá desgracias, Jimin.

—¿De-esgracias? ¿Cómo que desgracias Taehyung? —le cuestionó Jimin a su hermano mirándolo a los ojos.

—Lo ví. —dijo y después se fue por donde vino.

No era secreto para nadie de su familia que Taehyung podía tener pequeñas visiones aunque no eran tan claras eran precisas.

No se sabía la hora ni la fecha que ocurrirían pero si el como lo harían.

Jimin tocó su pecho angustiado y se quedó viendo desaparecer a Taehyung por donde había ido hasta él.

Dejando atrás el pequeño incidente en la cubierta de lado los tres hermanos y el embajador Henzo habían llegado sanos y salvos a la isla que era Japón.

Les sorprendió todo la algarabía y el colorido de las personas, todo muy diferente a la oscura y lúgubre Corea.

Sin que permanecieran menos de 5 minutos en lo que descendieron del barco llegó un carruaje siendo jalado por dos caballos para trasladarlos a su futura residencia.

Todo era muy nuevo para los tres hermanos.

Las calles llenas de algarabía, los colores en las casas, el bullicio de la capital, la música de los pájaros, pareciera que todo tenía vida en Tokio.

Cuando llegaron a su residencia y se acomodaron su padre los reunió en el gran salón de la misma.

—Mañana oficialmente serán presentados a todos los miembros de la familia Hikumoto, no olviden todos sus modales aprendidos y sobre todo espero que disfruten de su amabilidad y compañía.

—Si padre. —respondieron las tres voces de los donceles.

Jimin se sentía agotado que tan solo al regresar a la habitación que le habían designado se quedó dormido esperando pacientemente cumplir todos sus propósitos.