Capítulo 24.| Vulnerable.

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Alexander.

Le doy una calada más al cigarrillo y dejo que el humo salga por la ventana del auto esfumándose en el aire. Estaba volviéndome loco, no había otra definición que pudiera describir lo que me estaba pasando.

Verla besarse con ese pedazo de animal activó mi carácter primitivo y el deseo de pegarle un tiro era el único pensamiento que me pasaba por la cabeza.

Cierro los ojos y me la vuelvo a imaginar encima de mí. Es adictiva, es una droga que me atraviesa las entrañas y se queda allí deseando más de ella. El sexo nunca había tenido tanto sentido como ahora. Su cuerpo pegado al mío es el pase directo a la gloria y no sé cómo estar sin el ahora. Hailey no lo entiende, porque es terca y obstinada, pero mi cabeza no me permite actuar de otra manera que no sea de esta.

No la quiero ver con nadie más, y punto.

Puedo parecer un cavernícola, pero no me importa porque lo que siento cuando la veo cerca de ese bastardo de Logan me carcome los sentidos. No me reconozco, después de Leah no había vuelvo a sentir nada parecido, y esta vez puedo decir que es aún más destructivo, porque si ella no me perdona tendré que matar a todo aquel que se le acerque. Si yo no soy feliz sin ella, ella tampoco lo será sin mí.

Necesito un buen consejo, pero quien puede dármelo está cabreado conmigo.

Lanzo la colilla del cigarro por la ventana del auto y acelero sin rumbo alguno. Me encuentro perdido y a la vez demasiado desesperado. Es como si deseara que esto no se me saliera de las manos. Verla querer jugar con fuego me perturba, ella sabe donde lastimarme y lo está consiguiendo, el simple hecho de haber besado a aquel pedazo de mierda me tiene aún temblando. Debí matarlo, y así terminaría con este calvario.

"Pero si no es él serán otros más"

Pues los mato a todos de igual forma, pero nadie va a quitármela.

Termino deteniendo el auto frente al cementerio y me decido a ver la tumba de Allison. Hace mucho tiempo que no lo hago. Compro unas flores al chico que se encuentra en la puerta y camino hacia la entrada buscando su tumba.

Años sin tenerla y pareciera como si hubiera sido ayer que la encontré junto a Aaron en aquella cama rodeada de sangre. Hasta el día de hoy ha sido la imagen más grotesca y dolorosa que he tenido que ver. Era una niña apenas, no tenía porqué terminar así, y me lamento una y otra vez no haber estado ahí para salvarla.

Ally siempre tiene flores frescas, mamá no deja de venir y cambiárselas cada cierto tiempo. Les dejo las que compré a un lado y me siento en el césped a contemplar su nombre en aquel pedazo de cemento. Allison Peterson, mi pequeña saltamontes, tan alegre, divertida, y llena de vida. Cada que veo a Alice es como si la estuviera viendo a ella, eran idénticas en físico a pesar de no ser nada más que amigas.

—Te extraño pequeña, tanto que aún duele como el infierno.—Suelto con un nudo en la garganta.—Si pudiera devolver el tiempo hubiera estado ahí para ti y no hubiera sido ese hermano odioso que no te permitía hacer nada. Lamento todo, Ally. Si tuviera el chance te dejaría ser como eras, así de enamoradiza, coqueta, rebelde y alocada, te hubiera dejado ser libre para que no tuvieras que ocultarme nada.

Por mi lado protector la perdí, y luego perdí a mi mejor amigo creyendo que él era el culpable de que mi hermana se hubiera quitado la vida. Toda esta mierda con la que cargo me ha consumido totalmente.

—No puedo evitar pensar en la persona por la que te quitaste la vida. Aaron sabe quien es y no quiere decirme nada, y no es justo, hay que hacerlo pagar por haberte hecho sentir tan poco.—Gruño con dolor.—La vida se me volvió patas arriba cuando te perdí Ally y de ahí para acá apenas lo estaba solucionando. Ahora Aaron no me habla por haber besado a Leah, y creo que me he enamorado de otra mujer que es más testaruda que la primera.

Mi Liberación #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora