El Sexorcista

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El sexorcista




Estaba totalmente fatigado, tener dos horas completas con los grupos Slytherin y Gryffindor juntos no era algo que viviera ansiando, es más, daría su preciada colección de plumas de jobberknoll para que Dumbledore por fin hiciera clic en sus neuronas y dejara de sugerir clases juntas para ambas casas. ¿Es que jamás entendería que eso era una bomba?

Aunque, pensándolo mejor, probablemente el viejo Director estuviese haciendo algún estudio sobre tolerancia en personal académico. Seguramente pasaba las noches evaluando resultados sobre el umbral de cada Profesor antes de la locura.

Pero ahora se sentía muy cansado para divagar, así que Severus se dejó caer pesadamente sobre el sofá de su despacho. Al instante volvió a ponerse de pie como impulsado por un resorte... en realidad había sido un resorte el culpable.

Sobándose malhumorado su herido trasero buscó lo que le había lastimado descubriendo un cuaderno muggle perdido entre los cojines.


— ¿Y esto?

De inmediato se le vino una imagen a la memoria. Había estado calificando unos exámenes cuando Harry Potter entró. El chico lo ponía tan a mil que ni siquiera le dio oportunidad de dejar la mochila en el escritorio como siempre lo hacía y le llevó hacia el sofá donde le poseyó salvajemente.

¿Pero qué hacía Harry con un cuaderno muggle?

Sonrió al pensar que quizá lo usaba como diario, era su oportunidad de saber exactamente qué es lo que pensaba de aquellas horas de sexo desenfrenado que tenían en cada oportunidad viable. Por un segundo su conciencia quiso hacerse presente pero al final logró deshacerse de la intrusa, la odiaba.

Abrió el cuaderno en una página cualquiera y su rostro se tornó de un rojo intenso con las primeras palabras que aparecieron ante sus ojos.

"Severus siempre es y será un amante sin igual, su forma de besar trasmite placer como si ya estuviera hundido hasta el fondo, humedeciendo con su miembro hasta el último rincón"

Sus labios sonrieron tímidamente, pero también orgulloso de saber que su amante pensara eso de él. No pudo resistirse a seguir leyendo, tal vez a su orgullo le haría bien enterarse de más. Así que regresó al inicio de la redacción y lo que leyó a continuación casi le provocó un infarto...

"Lucius se precipitó a los brazos de Severus, deseando tenerlo sólo para él, algo que..."

El ruido de la puerta al abrirse hizo que Severus se apresurara a esconder el pequeño cuaderno entre su ropa y fingir que nada pasaba cuando Harry entró y sin detenerse fue hacia él buscando entre los cojines casi sin importarle la presencia de Severus.

— ¿Se puede saber cuándo demonios has dejado de respetar mi investidura de Profesor? —le recriminó cuando Harry casi le empuja para poder mirar bajo de él—. ¡Ni siquiera has preguntado si podías entrar!

— Lo siento, tengo algo de prisa. —musitó sin dejar de revolver.

— ¿Buscas algo?

— Errr... No, ¡nada!

— ¿Etonces?

— Ya me tengo que ir... Nos vemos esta noche. —y corrió de regreso hacia la puerta.

— ¡Espera! ¿acaso no olvidas algo?

Severus colocó su dedo índice en sus labios y al entenderlo, Harry regresó lanzándose para caer a horcajadas sobre el mago besándole febrilmente aunque ninguno de los dos sacaba a cierto cuadernillo de sus pensamientos, y la curiosidad pudo más en Snape.

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