Papi me atrapo en la cama con Jeremy Dettling, siendo follada en el culo y hablando sucio. Para hacer las cosas peores, estaba, por supuesto, llamando a Jeremy "Papi". Porque, si, tengo totalmente algo por mi padrastro. Y no es como que haya crecido con él o nada. Él fue mi padrastro por todo un año y se la paso viajando con mamá todo el tiempo.
Mi coño chorrea por él. Duro. Lo quiero en mi culo, mi boca, mi coño, entre mis pechos. Si cada parte de mi cuerpo puede ser follada, lo quiero haciéndolo.
Así que Jeremy está follándome profundo, arrodillado, con el trasero en sus talones y estoy simulando la posición, descansando en su regazo, su polla dentro de mí. Él empuja bien y lento, estirándome, asegurándose de que cada rincón este lleno con su polla.
—Joder, Papi. Dámelo.
Él retrocede, sacando un poquito antes de enterrarse duro, sacudiendo mis pechos. Recargo mi cabeza contra su hombro, tomándolo todo.
—Una sucia pequeña zorra, siendo follada en el culo por su papi. —A Jeremy no le molesta jugar mis juegos. Lo excita. No tanto como a mí, pero le gusta follarme así que me sigue la corriente.
Mi coño chorrea, jugos goteando por mis muslos, mis dedos encontrando mi clítoris con facilidad, y circulo la pequeña protuberancia. Vuelta y vuelta, arrastrando mi placer más alto.
Él lo saca un poco más y golpea dentro de nuevo, una de sus manos acercándose para pellizcar un pezón. La otra agarra mi hombro, enterrándome en su polla, dándomelo más fuerte. Me levanto un poco, dándole más espacio para follar mi hoyo trasero.
Estoy tan apretada allí atrás, apretándolo, y me deleito en el sucio, lo prohibido, arañando sentimientos a través de mi cuerpo.
—Follame, más fuerte Papi. Tu sucia zorra quiere más.
Jeremy se aprovecha del espacio, inclinando y elevando sus caderas, enterrando esa gorda polla en mí una y otra vez, dando y tomando. Su aliento es pesado en mi oído, esas palabras sucias incitándome.
—Mi puta. La puta de Papi. Mi zorra-de-semen. —Su voz es un gruñido grave, lavando sobre mí.
Mi coño se aprieta fuerte, estremecimientos de placer oscilando a través de mí, diciéndome que mi orgasmo está cerca. Los temblores en mi coño traen mis nervios a la vida. Lo quiero, lo imploro como mi siguiente respiración. Estoy saltando en su polla, su eje se siente como si creciera dentro de mí, mas indicios de dolor poniéndome más caliente, más necesitada.
—Follame, follame, follame...
Jeremy gruñe, incrementando su paso, —Tómala. —Brutales golpes y el ruido de la húmeda carne golpeando en guerra con el sonido de nuestros pantalones. —Tómala toda, perra.
—¡Ah! —Mi coño se aprieta más fuerte, las paredes cerrándose sobre la otra, placer emanando de mi coño, llenándome de calor la cabeza, subiendo a través de mi ser entero, bombeando en mis venas, robando mi aliento en ese momento. Mi corazón tartamudea, golpes tropezando y tropezando mientras que el éxtasis se filtra en todos los poros. Dios, es como si mi propia sangre estuviese caliente y quemándome de dentro para fuera.
Él bombea dentro de mí, una, dos y otra vez antes de que se congela, su polla dura y profunda, pulsando en mi canal. Sé que se está viniendo. Yo hice eso. Yo. Mi culo. Mi hoyo.
La sola idea envía otro escalofrío a través de mí, réplicas de mi orgasmo hierven sobre mí y me estremezco, mi corazón enlenteciendo, mi respiración volviendo a la normalidad una vez más. —Maldita sea, Angélica. —Su voz es un susurro bajo.
Jeremy le da a mi pezón un último pellizco y luego se desliza detrás de mí, empujando entre nuestros cuerpos. Probablemente para sostener el condón puesto mientras se retira y me dejo caer hacia adelante a mis manos y rodillas gimiendo por la pérdida de su polla. Amo las pollas. Ser llenada por ellas. Saborearlas.